viernes, 1 de abril de 2016

Paquita y Dolores


Sabemos que los adelantos de nuestra época contribuyen abrirle caminos de esperanza a los seres invalidados de la voz, el oído y la vista.  Sabemos que  en la actualidad existen escuelas adaptadas a sus necesidades y que se han perfeccionado instrumentos para enseñarles a hablar, leer y comprender. La prueba la tenemos en el caso de ciegos graduados de abogados y otras profesiones en Universidades de Caracas; sin embargo, en provincia adentro la gente común ve como milagro el que ciegos puedan leer y escribir y ser capaces de participar en foros defendiendo una causa. Lo mismo ocurre con respecto a los sordomudos. La gente corriente se sorprende y ve como hecho sobrenatural el que un sordomudo pueda leer la palabra en los labios de sus semejantes y ejecutar algún instrumento musical de difícil manejo para quienes están bien dotados de sus sentidos.
Al transcurrir el tiempo, esta misma gente tendrá que darse cuenta que no es tan imposible el que los ciegos como los sordomudos puedan llevar una vida como cualquier ser normal. La imaginación y la ciencia trabajan constantemente a favor de estos seres físicamente deficientes y cuentan con el valor, la entereza y voluntad de ellos para vencer dificultades.
Paquitas y Dolores, gemelas, (monocigóticos seguramente por su idéntico parecido), son ejemplos vivos de lo que puedan lograr los seres prisioneros del silencio y la incomunicación oral puesto que ambas eran sordomudas, pero estudiaban música con el profesor José Francisco Miranda en la Escuela Carlos Afanador Real. 
.En 1969 cuando la conocimos, me conmovieron estas jóvenes gemelas con “The Fair”, del compositor Gurllit Cornelius, interpretada al piano a cuatro manos. Este fue el ejercicio de prueba para pasar eximidas al segundo año. Fueron las únicas eximidas en teoría, piano y  el solfeo que practicaban, a falta de voz,  con un ejercicio rítmico, de medida. Su paso por la escuela de Sordomudos de Caracas, les permitía, mediante una pedagogía especial, asimilar las palabras por la vista según los movimientos de los labios  de su interlocutor. Esto, lo afirmaba el profesor Miranda, había sido básico en sus lecciones de música, tanto como la instrucción primaria que poseían y su sensibilidad para percibir las vibraciones. Se cree que la percibían porque de otra manera no se explicaba que ejecutaran el piano.
No hablaban porque jamás habían oído la voz humana y carecían de todo ambiente acústico para reproducirla.  Pero eran geniales y felices porque el ruido y el tráfago no les molestaban los nervios y porque a pesar de carecer ellas de voz y  oído, podían sentir la música y ejecutarla; podían asimismo atender a sus semejantes y manifestar sentimientos y deseos a través de la mímica y de la palabra escrita.  Y todo no se quedaba allí sino que cada día Paquita y Dolores se interesaban por nuevos oficios: pintaban, bordaban, confeccionaban vestidos y eran muy buenas mecanógrafas.
         Fitzí Miranda me contó además, como algo telepático, el que en salas separadas ejecutaban el piano al unísono: empezaba, se detenían y se ponían de pie al mismo tiempo.  Estaban estas muchachas tan psíquicamente consustanciada que daban lugar a fenómenos como el mencionado.
         Los esotéricos llaman esta comunicación y conducta de los seres humanos nacidas en un mismo parto o en distintos partos el mismo día, mes y año como astrológica.  Es decir, que estas muchachas eran además de gemelas biológicas, gemelas astrológicas como Vermeille, trabajador de la madera domiciliado en La Chux de Fonds, a quien durante un paseo le da un ataque de apoplejía y sucumbe.  El mismo día a la misma hora su hermano gemelo que reside en otra aldea, tiene el mismo destino.

                                                                       


1 comentario:

  1. Eran un par de genios, hijas de mi madrina Paquita, muy bellas personas. Se casaron con dos chicos que tambien eran sordomudos.

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