Sabemos
que los adelantos de nuestra época contribuyen abrirle caminos de esperanza a
los seres invalidados de la voz, el oído y la vista. Sabemos que
en la actualidad existen escuelas adaptadas a sus necesidades y que se
han perfeccionado instrumentos para enseñarles a hablar, leer y comprender. La
prueba la tenemos en el caso de ciegos graduados de abogados y otras
profesiones en Universidades de Caracas; sin embargo, en provincia adentro la
gente común ve como milagro el que ciegos puedan leer y escribir y ser capaces
de participar en foros defendiendo una causa. Lo mismo ocurre con respecto a
los sordomudos. La gente corriente se sorprende y ve como hecho sobrenatural el
que un sordomudo pueda leer la palabra en los labios de sus semejantes y
ejecutar algún instrumento musical de difícil manejo para quienes están bien
dotados de sus sentidos.
Al transcurrir el tiempo, esta misma gente tendrá que
darse cuenta que no es tan imposible el que los ciegos como los sordomudos
puedan llevar una vida como cualquier ser normal. La imaginación y la ciencia
trabajan constantemente a favor de estos seres físicamente deficientes y
cuentan con el valor, la entereza y voluntad de ellos para vencer dificultades.
Paquitas y Dolores, gemelas, (monocigóticos
seguramente por su idéntico parecido), son ejemplos vivos de lo que puedan
lograr los seres prisioneros del silencio y la incomunicación oral puesto que
ambas eran sordomudas, pero estudiaban música con el profesor José Francisco
Miranda en la Escuela
Carlos Afanador Real.
.En 1969 cuando la conocimos, me conmovieron estas
jóvenes gemelas con “The Fair”, del compositor Gurllit Cornelius, interpretada
al piano a cuatro manos. Este fue el ejercicio de prueba para pasar eximidas al
segundo año. Fueron las únicas eximidas en teoría, piano y el solfeo que practicaban, a falta de
voz, con un ejercicio rítmico, de
medida. Su paso por la escuela de Sordomudos de Caracas, les permitía, mediante
una pedagogía especial, asimilar las palabras por la vista según los
movimientos de los labios de su
interlocutor. Esto, lo afirmaba el profesor Miranda, había sido básico en sus
lecciones de música, tanto como la instrucción primaria que poseían y su sensibilidad
para percibir las vibraciones. Se cree que la percibían porque de otra manera
no se explicaba que ejecutaran el piano.
No hablaban porque jamás habían oído la voz humana y
carecían de todo ambiente acústico para reproducirla. Pero eran geniales y felices porque el ruido
y el tráfago no les molestaban los nervios y porque a pesar de carecer ellas de
voz y oído, podían sentir la música y
ejecutarla; podían asimismo atender a sus semejantes y manifestar sentimientos
y deseos a través de la mímica y de la palabra escrita. Y todo no se quedaba allí sino que cada día
Paquita y Dolores se interesaban por nuevos oficios: pintaban, bordaban,
confeccionaban vestidos y eran muy buenas mecanógrafas.
Fitzí Miranda me contó además, como
algo telepático, el que en salas separadas ejecutaban el piano al unísono:
empezaba, se detenían y se ponían de pie al mismo tiempo. Estaban estas muchachas tan psíquicamente
consustanciada que daban lugar a fenómenos como el mencionado.
Los esotéricos llaman esta comunicación
y conducta de los seres humanos nacidas en un mismo parto o en distintos partos
el mismo día, mes y año como astrológica.
Es decir, que estas muchachas eran además de gemelas biológicas, gemelas
astrológicas como Vermeille, trabajador de la madera domiciliado en La Chux de Fonds, a quien durante
un paseo le da un ataque de apoplejía y sucumbe. El mismo día a la misma hora su hermano
gemelo que reside en otra aldea, tiene el mismo destino.
Eran un par de genios, hijas de mi madrina Paquita, muy bellas personas. Se casaron con dos chicos que tambien eran sordomudos.
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