miércoles, 20 de abril de 2016

Boda Gay en Ciudad Bolívar


A la policía le dieron el “Pitazo”, así pudo aparecer sorpresivamente en la casa ataviada del cerro “El Zamuro” donde se efectuaría la boda de un desprejuiciado homosexual con un joven que desapareció velozmente cuando se armó la algarada.
Esto ocurrió en 1973. La boda se iba a realizar sin el visto bueno de la autoridad civil o eclesiástica, en vista de la ley respectiva, que no contempla la posibilidad del matrimonio  entre seres humano de un mismo género. Ellos o ellas, como los clubes o los gremios, tienen su filosofía y sus reglas muy propias a su condición de invertidos.
El rito del connubio, como nos fue explicado por habitantes del cerro “El Zamuro”, lo oficiaría el líder de la comunidad de homosexuales “plebeyos”. La otra comunidad se denominan de la “highlife”. Están separadas y se odian una a la otra.
La casadera se conocía con el nombre “La Nena Rubiera” quien se echó a llorar cuando vio su matrimonio frustrado. Estaba acompañada por dos “damas de Honor” de su propio sexo, que lanzaron todas las clases de insultos contra la policía. Mientras esto ocurría, los curiosos se agolparon en el sitio del show y colorearon el ambiente con sus chiflas y reacciones picantes. 
En la Madre Patria ya no existe ese impedimento pues entró n vigor una ley que considera matrimonio civil las uniones entre homosexuales. Los contrayentes del mismo sexo Emilio Menéndez y Carlos Baturín fueron los primeros que se casaron amparados por esta ley. Emilio Menéndez, español, mientras que Carlos Baturín, psiquiatra, de origen norteamericano, llevaba más de treinta años viviendo en España.   Por supuesto, el Vaticano condenó la boda.
Mientras eso ocurría en el Cerro del Zamuro de Ciudad Bolívar, en Ciudad Piar se registraba otra anécdota relacionada con una boda.  Se trataba de un obrero que trabajaba en el Cerro Bolívar que decidió divorciarse para volver a casarse y descubrió que no estaba casado legalmente. “Ha sido el divorcio mas rápido y barato de la historia en Guayana”,  exclamó en esa ocasión  el Prefecto al referirse a Ernesto Rafael Boada, un trabajador de Ciudad Piar que obtuvo sorpresivamente el divorcio más rápido y barato de que se tenga noticias en esta región, tan barato que apenas le costó el pago del pasaje desde Ciudad Piar hasta Ciudad Bolívar.
Boada, por incompatibilidad de caracteres, decidió separarse de Rosa Esther Arévalo tras 15 años de vida conyugal durante los cuales nacieron 7 niños. Se habrían casado el 23 de julio de 1958 ante el Sub-alcalde de Ciudad Piar.
Confiado de que el funcionario lo había hecho bien, el hombre vino aquí y solicitó audiencia al Prefecto del Distrito Heres, Iván Salustio Castro. Quería una copia certificada del acta de matrimonio que le pedía  el abogado para poder incoar la demanda de divorcio.
EL Prefecto busco, rebuscó en libros y archivos y nada encontró. Luego averiguó en la Ley de División Político Territorial y observo que Ciudad Piar fue elevada a la categoría de Municipio en enero de 1966, por lo que para 1958 no era sino un caserío con un subalcalde no facultado por la Ley para unir parejas en matrimonio.
Frente a esta sorpresiva circunstancia, el Prefecto Iván Salustio Castro llegó al convencimiento de que el subalcalde cometió un error al casar a esta pareja. El acto de entonces carecía de valides y, en consecuencia no le quedó al Prefecto más alternativa que decirle al demandante: “Usted, mi querido amigo, no esta casado, por lo que ha mi juicio, el divorcio en este caso lo determina usted y no un juez. Ha sido por equivocación el más barato y urgente de la historia. Lo lamento mucho”. (AF)



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