De Houston, Texas, nos llega la noticia de los progresos de Sobella Loreto en las artes visuales como en su labor de proyección de la venezolanidad a través de los consulados de otras naciones, especialmente aquellas integradas a las comunidad bolivariana.
En diciembre del 81 Sobella, nativa de El Palmar, Estado Bolívar, expuso en la Casa de la Cultura “Carlos Raúl Villanueva” de Ciudad Bolívar, a instancias de su presidenta Mimina Rodríguez Lezama. Entonces la periodista Gabriela Ascanio le hizo una nota en este diario titulada “Colores y paisajes” en la que expresa que “la muestra plástica figurativa de la joven pintora venezolana Sobella Loreto de Barnes, está inspirada en la temática del paisaje o la evocación de temas inherentes del entorno que motiva su pupila, trasladando lo tangible al lienzo con mística que inicia con seguro parpadeo.
La espontaneidad de sus matices deviene de vivencias de su infancia entre los ríos que un día le entregaron los caminos. No es ella una pintora autodidacta, puesto que estudia en la Escuela Cristóbal Rojas de la capital de la República (donde estudiaron también con anterioridad otros guayaneses ilustres como Jesús Soto, Alejandro Otero, Régulo Pérez, Alirio Rodríguez, González Bogen, Alirio Palacios) y espera ella, tiempo a tiempo, ir madurando la temprana vocación hacia búsqueda concretas que fundamenten su trabajo”
Sobella salió de San Miguel de El Palmar con ocho años a cuestas a estudiar primero en la Periférica y seguidamente en el Instituto de Comercio Dalla Costa, donde quedó apta para trabajar en las oficinas de la CVG en Puerto Ordaz. Allí conoció a Alex Serrano, agente de la Elliott Company, con quien contrajo matrimonio para radicarse en Santomé, luego Lagunilla, Caracas y finalmente Estados Unidos.
El contacto y comunicación con otros pintores radicados en la capital de la ciudad de Texas y las visitas a las galerías permitieron definir su tendencia dentro del campo de las artes plásticas. Abrevó con entusiasmo en las fuentes del impresionismo y del postimpresionismo y el resultado se deja ver en las exposiciones colectivas e individuales donde le ha tocado participar. El claro oscuro de los clásicos no era lo de ella sino ver las cosas bajo la atmósfera mutable del espectro solar Quería ver la cosas y lo seres, no como son, sino como se sienten y son impresionados en su retina.
El Tigre, Santomé, Maracaibo, el Consulado de Venezuela en los Estados Unidos y Ciudad Bolívar, dan cuenta de su trabajo constante y permanente expuesto, ya en forma colectiva o individual y con el sello propio de su sensibilidad artística, de una sensibilidad que transcribe, como ella misma dice, lo que ve y la forma como lo siente.. En Ciudad Bolívar ha expuesto, además de la Casa de la Cultura, en el Colegio de Abogados cinco años después y en la Casa Italo-venezolana de Ciudad Guayana.
En uno de esos viajes relámpagos que le permitía visitar a su familia en El Palmar donde pensaba convertir las tierras de sus ancestros en una posada turística si la Alcaldía y la Municipalidad no se lo impedían, se encontró con la obra de Manuel Alfredo Rodríguez “Bolívar en Guayana” que la dejó marcada. Entonces comenzó a dirigir su pintura hacia la faceta heroica de Bolívar. De suerte que en su colección no extraña la figura impetuosa del Libertador galopando sobre su caballo alba con la fuerza de un huracán sobre el enemigo.
Y así como tenía ese proyecto turístico para El Palmar, tenía otro de una Galería en el Casco Histórico de Ciudad Bolívar aprovechando uno de esos inmuebles del proceso de revitalización para que propios y extraños hagan escala allí, se tomen un café, examinen catálogos y aprecien las realizaciones plásticas de los artistas de esta cantera que es Guayana donde no sólo hay hierro, bauxita y fuerza hidroeléctrica, sino también poetas y pintores que le cantan al río y a su paisaje subyugante.
muy buena labor y la trayectoria de esta GUAYANESA .
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