Como consecuencia de un nuevo período constitucional, segunda presidencia de Caldera, el presidente de la CVG, ingeniero Leopoldo Sucre Figarella renunció y dejó en su cargo al vicepresidente economista Roberto Arreaza Contasti, quien en junio de 1993 entregó al titular debidamente juramentado, doctor Francisco Layrisse.
El ingeniero Francisco Layrisse, al juramentarse como presidente de la CVG, declaró a los medios de comunicación social que las “deudas de la Corporación alcanzan a 400 mil millones de bolívares y que la única salida que tienen las empresas, especialmente las del aluminio, es la de encontrarse con el capital privado: unas porque tienen sus balances en rojo, y otras, porque necesitan un patrón de crecimiento que el sector público, por carecer de recursos, no está en capacidad de garantizar.
El ingeniero Layrisse no especificó en ese momento los factores determinantes de la cuantiosa deuda pero era deducible que se debían a los créditos contraídos para llevar adelante los proyectos de ampliación de las empresas básicas. Hay que recordar que a fines de julio de 1990, Sucre Figarella, en reunión de alto nivel con los representantes de las empresas, se refirió a la importancia de tales proyectos y a las dificultades financieras “que habían impuesto, en ciertos casos, lamentables retardos”. Se lamentaba de cómo “el balance positivo en cuanto al incremento de la productividad y al ingreso por ventas, así como al cumplimiento fiel del plan operativo anual de las utilidades netas, tenía pues, una contrapartida en los retardos en ejecución de proyectos como el PAT (Ampliación de la Fabrica de Tubos), Sidor y Macagua II (Edelca), mayormente originados en obstáculos de financiamiento
Sucre Figarella siempre fue opuesto a la privatización de las empresas básicas y por ello refutó a Layrisse cuando la señaló como única salida. Debemos aclarar, sin embargo, que el proceso de privatización fue iniciado en la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez. En esa ocasión, el concepto “empresas básicas” fue cuestionado por los teóricos, según dice Jesús Sanoja Hernández en el libro editado por la CVG “A las puertas de El Dorado”. Sucre Figarella defendió en ese trance, la obra de la CVG, tangible, después de 30 años de retos asumidos con grandeza en una región que abarca poco más de la mitad del país y en donde son realidades, no mitos, el hierro, el acero, la bauxita, la alúmina, el aluminio, la energía hidroeléctrica, el oro, el ferrosilicio, los programas agropecuarios y agroforestal, la prestación de servicios públicos y el desarrollo regional”.
En febrero de 1994, recién llegado el doctor Rafael Caldera a la presidencia por segunda vez, el Consejo de Ministros designó una Comisión Estructuradora de la CVG, integrada por el ministro de Estado para la Reforma de la Economía, Asdrúbal Baptista, el presidente de la CVG, Francisco Layrisse, Hermann Luis Soriano, David Natera Febres, Germán Borregales hijo, Jorge Casado, Víctor Hugo Escobar, Werner Corrales y Rafael Caldera Alvarez. Este último secretario ejecutivo.
Esta comisión concluyó y entregó su trabajo al Presidente de la República a mediados de mayo, con los votos salvados de David Natera Febres, Hugo Escobar y Jorge Casado, opuestos a la proposición de privatización sostenida por el ministro de Estado y presidente de la comisión, Asdrúbal Baptista.
El mismo mes de mayo, el presidente Caldera relanza su gobierno al cambiar siete ministros, entre ellos, el de la CVG. Los nueve ministros de la economía respondían en su mayoría a enroques realizados dentro del propio tablero gubernamental. El nuevo presidente de la CVG resulta ser el guayanés ingeniero Alfredo Grúber Huncall, quien venía de ocupar la presidencia de Palmaven (19841986), y había sido director de Sidor.
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