Uno de los secuestrados era la periodista sueca Karin Arnell, de 22 años, a quien los secuestradores dejaron tirada en un pajonal junto con los tripulantes. Ella contó después en la terminal del aeropuerto de Ciudad Bolívar que lo de Guayana fue sorprendente. Ya había conocido lugares de la Gran Sabana como Canaima, y pensaba llegar a Puerto Ayacucho donde la aguardaban varios de sus amigos para pasar la Navidad. Fue el último pasajero en abordar el avión de Aerotuy el viernes 22. Me senté en uno de los últimos puestos. A mi lado separado por el pasillo de la aeronave, se hallaba sentado uno de los secuestradores. Al cabo de una hora le vi una pistola, pero no entendía lo que veía. Después se puso un sombrero con una toalla y se inició el secuestro.
Karin dijo que luego de tres horas aterrizaron sobre un pajonal. No era propiamente una pista y cerca estaba una cabaña donde la dejaron con un señor y su hija mientras que los secuestradores se llevaron el avión con los tripulantes, que se unieron a nosotros para emprender el camino hacia la libertad.
Lo demás ya es conocido. Pero fue una experiencia increíble que todavía no alcanzo a entender, pero en cierto modo experimento una alegría interior, seguramente de estar libre y viva, pues uno de los secuestradores me dijo que diera gracias de no ser gringa.
Karin, quien se esfuerza por hablar español, dijo que hoy en su país el Diario Nyheter publicó la noticia del secuestro y le contrató el reportaje de ese suceso por el cual cobrara 30 mil bolívares.
Eso es un buen regalo de Navidad dijo y se despidió pues un nuevo avión de Aerotuy atestado de turistas aguardaba por ella.
Los secuestradores entonces por lo visto le tenían el ojo puesto a los aviones de la empresa Aerotuy, pues al año siguiente, 23 de junio de 1990, otra unidad de la empresa fue objeto de secuestro, específicamente el avión siglas YV-436C que cubría la ruta Ciudad Bolívar-Hato Las Nieves en el mismo estado. El secuestro finalizó en Colombia por el Vichada, con diez personas abordo.
La nave iba pilotada por el capitán Claudio Colmenares acompañado por el capitán Jorge Menechein, y ocho pasajeros, de los cuales siete resultaron secuestradores armados con tan sólo una pistola.
Los delincuentes del aire contrataron el avión para un vuelo expreso, luego durante el vuelo sacaron el arma que estaba dentro de una torta de cumpleaños y obligaron a la tripulación a volar hasta Colombia.
El motivo del secuestro aparente era para el uso del aparato por el narcotráfico. Hecho importante es que en el avión se montó un guardia nacional de protección. Los pasajeros fuero dejados en libertad el 9 de julio de 1990. Los secuestradores le permitieron hablar por radio con la familia, pero una vez y por corto tiempo.
Los secuestradores portaban documentos falsos. Finalmente el avión fue capturado por la Policía colombiana y no devuelta a Venezuela alegando que el propietario de la misma era colombiano y que por lo tanto pasaba a manos de la Fiscalía de ese país.
Al mes siguiente, 21 de agosto de 1990, se registró otro secuestro, pero fue solamente para atacar al piloto que era comprador de oro y diamante. La aeronave C-206, pilotada por Yacoy Moreno fue alquilada por dos personas que obligaron al piloto aterrizar en una sabana donde lo despojaron de sus pertenen
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