Ciudad
Bolívar que debería desarrollarse hacia el oriente hasta unirse con Ciudad
Guayana, acentúa su crecimiento hacia el sur, no porque se haya planificado de
esa manera, sino por las constantes invasiones.
Varias planchas de zinc, alambre,
martillo y clavos es todo cuanto apremia a la hora de construir un rancho para
lograr no tan solo abrigo contra el mal tiempo, sino también contra las
acometidas de la Guardia Nacional, la policía y los dueños de las tierras
invadidas.
Las invasiones pueden ser violentas o
pacíficas, pero se hacen masivas, tan pronto clavan las primeras estacas,
entonces no hay vuelta atrás ni autoridad militar, policial ni civil que pueda
impedirlo. La cuantía de la invasión es
importante como problema social.
“Los sin techos” por sí mismos hacen
valer los derechos de los desposeídos, pero esto siempre es el comienzo porque
después los politiqueros se disputan esa bandera hasta que el proyecto de un
nuevo barrio en el expandido cinturón de miserias de la ciudad se consolida.
Se pudiera decir que el plan rector de
la ciudad orienta el crecimiento por un lado y los invasores por otro. Los ediles sostienen que las invasiones
con todos los inconvenientes que acarrea son a la larga positivas porque
alimentan la fuerza de crecimiento de la ciudad y su mejor argumento es que
muchos sectores urbanos vitales de la actualidad son productos de pasadas
invasiones. Grimaldi, quien en pasadas elecciones quedó fuera del Concejo
después de 15 años como munícipe fue señalado siempre como el principal motor
de las invasiones y su popularidad en los barrios respiraba por esa ventana.
En el origen y conformación de los
barrios de esta ciudad se distinguen dos tipos de invasiones, la violenta y la
que se hace paulatinamente. Esta última ha sido más fácil de controlar. En 1985
había en la ciudad capital unos 30 barrios nuevos carentes de los servicios
básicos. Barrios donde el tipo de vivienda predominante era el rancho
construido con materiales de desechos, tablas, zinc, cartón. Aproximadamente
con dos ambientes, lo cual incide en las condiciones de hacinamiento en que
viven las familias.
Una encuesta rápida hecha al Barrio
“Villa del Sur” entre los 30 en formación, se obtuvo el siguiente resultado:
ranchos, 69,57%; casas, 14,49%; construcciones, 15,94 %; población
económicamente activa, 40% y desempleados, 6%.
Esto es sólo el ejemplo de un barrio, pero la
situación era parecida en el resto. El 95% de los barrios marginales que en su
mayoría eran nuevos, predomina el rancho. Brisas del Sur, Brisas del Este, El
Paraíso, Los Próceres, Las Flores de Agua Salada, los Báez, Guaricongo,
Venezuela y pare usted de contar.
Existían otros barrios con más de 15
años de conformados y que prácticamente tenían eliminado el rancho. Estos eran
barrios ya consolidados respecto a servicios públicos (agua, luz, teléfono,
cloacas, acueductos) y servicios comunales como módulos de servicios múltiples
(SAS, Orden, funda común, Policía del Estado, Ince, CMA, ME). Así mismo los
habitantes se habían organizado en Asociaciones de Vecinos para canalizar mejor
sus problemas. Existían también organizaciones de base como clubs deportivos,
clubs de madres, comunidades educativas, juntas pro-mejoras. Ejemplos de estos
barrios consolidados dada la acción conjunta del Estado eran, entre otros: Las
Moreas, Medina Angarita, La Sabanita (sector UDO) (Sector Pepsicolo) (Zona
Industrial), Las Campiñas Uno y Dos, Peñón Negro, Antonio José Grimaldi (hoy
barrio Libertador), Agua Salada, El Edén, Las Piedritas Uno y Dos, La Lorena,
El Algarrobo, Vista Alegre, La Shell, Hipódromo Viejo, Marhuanta, Cañafístula,
Tomás de Heres, Perú Viejo, San Simón, Llano Alto, La Lucha, Perro Seco, El Zanjón, Angostura,
Angosturita, Carlos Andrés Pérez, Virgen del Valle, Andrés Eloy Blanco y
Primero de Mayo.
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