martes, 11 de febrero de 2014

En tiempos de la OCI


El periodista Gustavo Naranjo, radicado en Ciudad Bolívar desde que fue director del diario El bolivarense, fue llamado en 1986, por la Oficina Central de Información para trabajar al lado del periodista Misael Salazar Leidenz en la Agencia de Noticias Venpres con el objeto de operar un cambio total en la  estructura del organismo oficial..
         Entonces se crearon las jefaturas de información por secciones: Política, a cargo de Naranjo; Economía, Campos Martínez; Arte, Luis Alberto Crespo; deportes, Andrés Eloy Dielingen; Sucesos, Carlos Palacios; Energía y Minas, Ana Díaz, en fin, un equipo de puros cuarto bates como más nunca tendrá Venpres. Allí estuvo hasta principios del 94 cuando pasó a la Gobernación de Caracas como coordinador general de prensa del despacho de Asdrúbal Aguiar y finalmente retorna a Ciudad Bolívar  donde se había radicado y formado familia desde 1963.
         Naranjo, nacido en Caracas el 31 de octubre de 1931, se radicó en Ciudad Bolívar en julio de 1963 para encargase de la dirección de El Bolivarense. Aquí dio uno de los grandes “tubazos” del periodismo de entonces cuando sacó la primera edición extra, tras producirse el asesinato del Presidente John F. Kennedy, en Dalla, Texas.
         Con los cable de la UPI, que llegaban directo de Nueva York, y unos clisés de archivo, armó la extra, toda una proeza, titulando con tipos sueltos y en prensa plana. El Bolivarense se vendió como pan caliente a las cuatro de la tarde. El Negro Emilio le puso amor y pasión al momento imprimiendo las ocho páginas.
         En marzo de 1964, el gobernador Rafael Sanoja Valladares creó la Dirección de Relaciones Públicas y lo llamó para asumir esa Jefatura.
         Con el gobernador Pedro Battistini Castro continuó en el cargo y asumió después la Secretaría Privada, hasta enero de 1965, cuando viajó a Nueva York, becado por el doctor J. M. Siso Martínez, Ministro de Educación, y la Gobernación del Estado Bolívar. En Nueva York, estuvo cuatro años, en New University y The New York Institute of Advertising. Allí, trabajaba los fines de semana en el diario La Prensa, único diario en español de la Gran Manzana.
         En Nueva York, como la beca era apenas 400 bolívares y Naranjo estaba con su esposa y su primogénita, mataba tigre en el Consulado de Venezuela con el embajador Párraga Villamarín, quien le dio el chance de ganarse otros dólares, unas veces como telefonista, otra como su agente de prensa. Pero lo más inolvidable para Gustavo es el hecho de haber sido chofer de Rómulo Betancourt, cuando éste en Nueva York era huésped de Párraga Villamarín. Naranjo pudo haberse quedado en Nueva York, porque gracias a su amigo González Rincones, alto ejecutivo de la Standard Oil (empresa Matriz de la Cróele Corporation) hacía una pasantía en una de las agencias que en los EE UU maneja la cuenta del gigante petrolero. De la Standard recibió oferta para ir a trabajar en Libia y Puerto Rico, pero su contrato de becario con el Ministerio de Educación lo obligaba por dos años a trabajar para el Estado venezolano, y lo cumplió volviendo a Venezuela.
         Regresó a Ciudad Bolívar en agosto de 1968, ocupando de nuevo la Jefatura de Relaciones Públicas de la Gobernación, también con Sanoja Valladares. Ganó Caldera, vino el alzamiento de Rupununi y Naranjo tuvo que trabajar con los refugiados, porque ninguno hablaba español.
         Ese mismo año, en abril, asumió la dirección de El Bolivarense, donde estuvo hasta agosto del 69, cuando lo llamó Guzmán Gómez para fundar El Expreso, primer periódico impreso en Offset, cuya nitidez fotográfica impactó a los lectores.

         

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