“Urraca” les dicen a ciertas
personas cotorras y habladoras. También
a las cautas y tímidas con los más fuertes y poderosos, pero que se manifiestan
crueles con los indefensos.
En definitiva, Urraca es un ave de rapiña de los países
templados y no de estos territorios cálidos.
Ahora, ignoro por qué a Domingo Terán le pusieron ese apodo. Supongo que algún guayanés muy leído y
viajado que lo vio boxear y observó que el púgil del patio era precavido con
los contrincantes recios y cruel con los pusilánime Porque aunque parezca contradictorio, existen
púgiles cobardes, vale decir, que a la hora de las chiquitas, no saben hacer
honor a su condición de peleador, pues partimos de la concepción de que quien
se calza unos guantes sobre el cuadrilátero es porque tiene con qué.
Decir que Domingo Terán era rapaz como una Urraca, sería
caer en una semejanza calumniosa. Tímido
y cauto posiblemente cuando estaba semidesnudo
entre las sogas y hasta cotorro cuando alguien daba pábulo a su
lengua. Hasta allí como parte de su
peculiaridad personal.
Domingo Terán vivió siempre en la calle Afanador que empieza
en un puentecito de quebrada y termina en El Cambao. Era un veterano matarife de ganado
porcino. Nunca utilizó el Matadero
Municipal en su oficio. La sala de
matanza era el patio de su casa. Allí,
montado sobre tres piedras, estaba siempre el caldero gigante bien atizado con
leña seca de la buena y con el agua bullente, esperando al marrano de ocasión
para rasparlo después de asestarle su tanganazo por la testuz.
De ese oficio cruel de sangre y de morcilla, vivía Domingo
Terán a quien sus paisanos preferían distinguir con el remoquete de “Urraca, el
matador de cochino de la calle Afanador”
Pero créanlo o no, Urraca también tenía su corazoncito
bombeando ideas políticas en sus mejores momentos. Lo estremecía de coraje desde la tribuna la
personalidad sanguínea de Jóvito Villalba y la interpretación de sus arenga la
siguió y la llevó por muchos rincones de
la Ciudad Bolívar de los años sesenta junto con Marcial Rivas y Humberto
Fernández tratando de conquistar adeptos para llevarlo al Poder.
Urraca era el jefe del Comité de URD en el Barrio Afanador
junto con su inseparable mujer y su única hija.
Una mujer morena, alta y delgada, que le ofrecía café todas las mañanas
al Procurador del Estado, Pacífico Rodríguez, cuando en su casa concluía sus
arremetidas de bohémio luego de tocar varios puntos al salir de su
despacho. Urraca se portaba diligente y
solicito con el Procurador, sobre todo porque era él quien le resolvía los
conflictos que solía presentar el sector.
“Urraca” era inquieto y hasta cierto punto celoso y
quisquilloso. En cierta ocasión que era
de noche y de luna llena, no pudo enfrentar el fantasma de los celos y a
punto estuvo de meter a su mujer de
cabeza en la caldera hirviente de los cochinos.
Todo el mundo se alarmó. El
Barrio se escandalizó e invadió la calle.
Era que a Terán a veces se le avivaba la neurosis impulsiva del boxeo y
quería como fuera derrotar al enemigo que en este caso parecía ser su única
mujer.
En su tiempo, por
los años cuarenta, era ídolo del boxeo El boxeo era tal en Ciudad Bolívar que el Cine
Mundial, al igual que lo venía haciendo el América, montó su propio Ring y a veces en una misma
noche había dos programas de boxeo. Ello
explica porque Domingo Terán (Kid Urraca),
ganó en una noche dos peleas: una en el ring del Cine Mundial y la otra
seguidamente en el ring del Cine América.
Esto podía hacerlo libremente los boxeadores porque no había autoridad
oficial que impusiera respeto por unas reglas que internacionalmente
existían. (AF)
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