El 23 de febrero de 2001, un voraz incendio acabó por completo con el primer cine que tuvo Ciudad Bolívar: el Cine América, al igual que con una serie de comercios contiguos del Paseo Orinoco.
El Cine América fue durante muchos años el centro de proyección de películas y de presentaciones artísticas para los bolivarenses, acentuadamente cuando fue demolido el Teatro Bolívar.
El incendio se produjo silenciosamente en horas de la madrugada en uno de los negocios ubicados en la parte lateral del antiguo cine, estructura que a pesar de presentaba deterioro se mantenía en pie, formando parte de las famosas galerías porticadas del centro Histórico de la capital bolivarense.
Durante los primeros años, es decir, desde 1914 a 1931, el Cine América estuvo entreteniendo a los bolivarenses con películas silentes en cuyo curso operativamente interrumpido actuaban desde el proscenio grupos orquestales integrados por connotados músicos de la época como Nicanor Santamaría, Rodolfo Mogollón, Juan Requesens, Fitzí Miranda, Tiburcio Guevara, Delfín Rodríguez, entre otros.
En junio de 1931, cuando el cine mudo o silente comienza a despedirse de artistas cumbres como Charles Chaplin, el América celebraba la novedad de las cintas parlantes con la película “Héroes de última hora”. El cine parlante venía alternándose desde entonces con los filmes silentes. Es después de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez cuando el cine sonoro comienza a desplazar gradualmente a su antecesor. Por ese tiempo, 1937, se rodaba en Venezuela el filme Taboga, mediometraje dirigido y filmado por Aníbal Rivero y Eduardo Ascanio. Para entonces, el cine mexicano inicia su periplo de penetración en Venezuela hasta consolidarse en los años cuarenta con películas de renombre que llegaban a los cines de Ciudad Bolívar, como María Candelaria, con dirección y actuación del Indio Fernández; Flor Silvestre, Río Escondido, La Red, que hicieron populares los nombres de María Félix, Dolores del Río y Pedro Armendáriz.
La película mexicana Rancho Grande, entusiasma a los bolivarenses y hace que Joaquín Echeverría, hijo, empresario entonces de espectáculos públicos, contrate a su protagonista Tito Guizar, quien se hallaba en Caracas, cumpliendo unos compromisos, para que vengan en persona a presentarse en la ciudad. El 18 de septiembre de 1941 difícilmente quedan los bolivarenses en casa. Todos querían ver a Tito Guizar.
Para ese año, Jesús Soto pintaba los afiches y cartelones del Cine América, sí, Jesús Soto, nacido en el barrio Santa Ana, muy cerca de otro cine pintoresco, el Cine Royal. Desde aquí, desde este sitio del Cine América podemos decir que Soto emprendió su vuelo hacia la fama como maestro del cinetismo y pionero del arte óptico universal. Los portales del Cine América también sirvieron al primer Club de Ajedrez que se fundó en Ciudad Bolívar, el Club La Torre. Alberto Parra, quien terminó siendo heredero y propietario final del Cine América, dio todas las facilidades para que el ingeniero Julio Delgado junto con el periodista Eduardo Santana se convirtiera en iniciador de este juego ciencia en la ciudad. Al fin, él, Alberto Parra, también era aficionado junto con su amigo Andrés Palazzi, quien ahora reside en Caracas escribiendo una novela histórica sobre los corsos en Guayana.
El Ajedrez hoy ha sido adoptado como recurso de aprendizaje en todas las aulas escolares. De suerte que estos dos últimos hechos, el de Soto y el ajedrez, se suman a la trascendencia del antiguo y desaparecido Cine América, cuyo inmueble por fuerza del tiempo y las circunstancias ha sido transformado en espacioso centro comercial bendecido con la brisa húmeda y refrescante del Río Padre, pero relativamente distante de la característica arquitectónica de su tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario