Ese año de 1911, primero de mayo, una persona muy importante para los guayaneses, el historiador Bartolomé Tavera Acosta, contrajo nupcias con Isabel La Grave, y esas publicaciones nombradas le dedicaron parabienes a ese enlace traducidos en poemas. Era lo que generalmente se acostumbraba en vez de los regalos finos y utilitarios de ahora. Antes que una vajilla o un cubrecama, los padrinos preferían regalar flores, poemas y pinturas, especialmente de los más connotados del momento como el pintor César Prieto, del Círculo de Bellas Artes de Caracas, que prácticamente le donó al Concejo Municipal de Ciudad Bolívar una copia de la tela de Michelena “Miranda en la Carraca” que ojalá los munícipes la tengan bien tratada y conservada pues es una pintura con más de cien años.
El general Marcelino Torres García (en centro de la foto), un personaje sui géneris de la ciudad, quería tener en su casa de la calle Bolívar, antes de mudarse para su quinta de Ojo de Agua, una copia de ese Miranda en la Carraca, pero en formato pequeño, a lo cual nunca correspondió César Prieto porque no concebía que un militar amara el arte. Realmente Torres García era general y todavía ni pensaba que llegaría a ser Presidente del Estado, eso sí, quería tener un hato como tantos otros caudillos gomeros y le solicitó al Gobierno de Tellerías un tercio de legua cuadrada de tierra baldía en Upata para el fomento de un hato ganadero.
El general Marcelino Torres se afeitaba en Las Tijeras de Pedro María Silva, nombre de una barbería en la calle Venezuela 125 que se anunciaba como la que estaba al día con los nuevos cortes de pelo, al lado del Botón de rosa. A veces visitaba el Restaurante Falcón de Natividad Sillie, en la esquina El Peñón, que se disputaba la clientela de los otros restaurantes de la plaza, mientras el Salón de Barbería de Jesús María Santamaría, en la Plaza Miranda, ofrecía la novedad de un peine que teñía el cabello.
En la Ciudad Bolívar de 1911 José Moanack era propietario del establecimiento El Gallo de Oro y se estaba mudando a la casa que anteriormente había ocupado José Acquatella, entre la Barbería Francesa y el Monte Líbano.
Tellerías había estimulado el novedoso juego de béisbol para ir desplazando al Rondá que no era bien visto por la alta sociedad bolivarense y se fundaron dos equipos: La novena azul que fue al campo de béisbol en desafío con la novena roja y ganó 30x8. Jugaron 7 innings y en todos anotó, menos en el primero. El Jefe Civil del distrito era el general Avelino S. García, quien atendiendo una demanda de los deportistas, decretó la prohibición absoluta de tener vaqueras dentro de la población.
Una nueva farmacia se instaló en la ciudad de los señores J. de Veer & Cía. y de cuya firma eran socio Johannes de Veer y Antonio N. Romyn y quedó abierta el 15 de mayo con el nombre de “La Botica Central”.
Los hospitales Ruiz y Mercedes estaban administrativamente acéfalos desde las renuncias de los médicos Félix R. Páez y J. M. García Parra en noviembre del año anterior, sustituido provisionalmente por los doctores Antonio Bello y Oscar Luis Perfetti (AF)
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