Durante los tres días oficiales del Carnaval los poetas no encontraron otra fuente de inspiración que las festividades del Rey Momo y así todas las páginas de los periódicos se vieron colmadas de poemas como este: “Algarada febril, risas y voces / la humanidad alegre y alocada / lanza en la bulliciosa mascarada / la frase de cajón “No me conoces” / Él vino incita a los sensuales goces / el baile induce a la gentil tapada / y una escena de besos salpicada / es causa de los dramas más atroces / Los labios de las gulas brindan mieles / Se oye un ruido locuaz de cascabeles / del dios Momo que agita su atributo / Y allá con su colombina en un palco está Pierrot / que vestido de oro y talco / echa las serpentinas por minuto”.
O como este titulado “Cascabeles”: El carnaval es la fiesta / do el alma en su anhelo apura / cuando la humana locura /sus atributos le presta / porque en ella se alza enhiesta /envuelta en sus colorines / la comparsa de arlequines / y donde quiera se mira / Hecha verdad la mentira / al son de los bandolines / como surgen las ideas / en la mente soñadora / la gente derrochadora / va derramando grageas / y las Venus y las feas / forman aquí su paraíso / mientras se agita el payaso /y vuelan las mariposas / de envidian mueren las rosas / en los corpiños de raso / con los falsos oropeles / y la roja porcelana / va tejiendo su cortina…”.
¡El Carnaval! ¡Las carnestolendas! Preliminares de juntas, comisiones, designados y delegados, idas y venidas, dimes y diretes, cacicazgos y magisterios intermitentes. Algunas comparsas, bastantes máscaras en parejas, muchas sangrías al portamonedas y la mar de contribuciones.
El programa al fin nutrido, copioso y prometedor como profesión de fe. Paseo inaugural, toros, cintas, cucañas, piñatas. Ataques con confites, polvos, maicena, agua y hasta con negro humo y con plantillas si se tercia. Florecimiento de los bailes más o menos improvisados y de todos los matices, géneros y estilos. Ocasiones únicas para los enamorados, agosto de tiendas y cantinas, trajín supremo para los músicos profesionales o aficionados. Apogeo en la eclíptica de los borrachos, primavera de los tenorios y río revuelto para chicas en sed de vacante y viudas en estado de merecer. Miércoles de ceniza: estropeo general, actos de femenina contrición bajo la simbólica cruz gris y trabajo sobrecargado de las escobas, escribió un personaje que se firmó con estas tres letras: F. R. Y.
De manera que los Carnavales de Ciudad Bolívar en 1915 dieron mucho de qué hablar por lo fastuoso y acogida que tuvo en la prensa y no era para menos, pues en la silla gubernamental estaba el guayanés de pura cepa, general Marcelino Torres García (AF).
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