El 10 de marzo 1998, la prensa dio cuenta de un incendio forestal incontrolable en el Roraima donde no llovía desde el mes de septiembre. Unas 120 mil cabezas de ganado habían muerto de hambre y sed en sus inmediaciones. Ríos, lagos y fuentes de agua se secaban debido al fuerte verano.
El fuego había consumido miles de hectáreas de bosque y pastos cuando comenzó a extinguirse con la llegada de las lluvias, luego de dos meses de llamas que recordó a los viejos tiempos de la “gran humareda” de 1926 que vista por el profeta Enoc presagió el fin del mundo.
El Roraima, a la que Sir Walter Raleigh llamó la “Montaña de Cristal”, marca los límites entre Venezuela, Brasil y la Guayana británica y las aguas que se desprenden de sus fuentes van a drenar al Orinoco, Amazonas y Esequibo desde una altura de 2.600 metros sobre el nivel del mar.
Al Roraima lo separa un desfiladero profundo de la meseta del Kukenan de donde se desprende uno de los saltos de agua más altos del mundo. Al decir del explorador Theodor Koch-Grumberg, ambas mesetas o colosos son idénticas en la forma exterior. La cima es aplanada hasta donde alcanza la vista y está cubierta de rocas de formas grotescas, formaciones de erosión que se alzan como gigantescos hongos, múltiplemente entras y rajadas, a semejanza de figuras humanas o de animales o de corroídos muros de un castillo en ruinas.
Dicen los indios que es muy peligroso pasar por toda la extensión de la meseta porque se corre el riesgo de extravío en el inmenso laberinto de rocas y no encuentra más el camino de regreso.
Según el explorador Charle Bruwer Carías, quien escribió un libro lujoso sobre este tepuy, el Roraima es una montaña con forma de meseta, de cumbre totalmente plana y paredes asombrosamente verticales, que se encuentra situada en el extremo sudeste de Venezuela, en el lugar donde nuestro territorio se une con Brasil y Guyana.
En la cumbre, la constante precipitación de lluvias hace que el agua que recoge la meseta se desborde hacia los tres sistemas fluviales más grandes del norte de Suramérica, y por ello se ha decidido utilizar los bordes de las cuencas de drenaje para definir en la madeja de ríos de la cumbre, cuál es la línea de las fronteras. La sección norte de la cumbre que recoge las aguas que van al río Esequibo, pertenece a Guyana. La pequeña cuenca del río Cotinga, situada hacia el este, que recoge las aguas que van al Amazonas pertenece a Brasil, y la extensa sección del sur de la meseta pertenece a Venezuela, porque las aguas de lluvia que caen allí van hacia el Orinoco conducidas, entre otros, por el pequeño río Arobopó, que caen al río Kukenam, que es una de las cabeceras del río Caroní, cuyas aguas negras finalmente caen al Orinoco. La mayor concentración de mesetas de este tipo, se encuentra en las cercanías del Roraima, en la zona conocida como la Gran Sabana, en el sudeste de Venezuela, donde probablemente se consigue medio centenar de estas torres que quiebran la línea del horizonte por todos lados. En esta región, la meseta más conocida de todas es la del Auyantepuy, desde cuya cumbre cae al vacío el Salto Angel, la cascada más profunda del mundo, pero en otras regiones del estado Bolívar y del Territorio Amazonas de Venezuela también hay otras mesetas muy interesantes como Sarisariñama, con sus fantásticas simas o abismos interiores, y la meseta del Cerro Autana en donde una cueva horizontal atraviesa la montaña de lado a lado, como el ojo de una aguja.
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