La polémica sobre el descubrimiento del
continente que lleva el nombre de América, continúa abierta. Antes del 12 de octubre de 1492,
Cristóbal Colón sabía con seguridad
que existía América, pues un protonauta
que había visitado el nuevo continente le reveló su secreto antes de morir.
La tesis —motivo de polémicas siempre renovadas— encuentra
su defensor en el profesor Juan Manzano, de la Universidad Complutense de Madrid, quien en su libro "Colón y su Secreto" aporta argumentos
dignos de análisis.
En opinión de Manzano, Colón tenía el seguro conocimiento
de la existencia de numerosas tierras "en la ribera
occidental del mar
tenebroso" cuya situación exacta le había facilitado un navegante desconocido, probablemente
portugués o castellano.
Este protonauta, al regresar de un viaje a la región africana de Guinea, fue desviado por los vientos alisios y las corrientes
marinas hacia las costas de América, de las
que regresó a la isla de Madeira,
donde poco antes de morir reveló a Colón su secreto.
Colón ocultó cuidadosamente los informes recibidos, pero
los confesó al fraile Franciscano Antonio de Marchena, quien se convirtió en apasionado defensor de su proyecto ante los reyes
católicos y otras personas influyentes de la época.
Como base de esa interpretación histórica, Manzano cita la
capitulación firmada por los reyes católicos en Santa Fe de la
Vega (Granada) el 17 de abril de 1492, en la que se reconoce con toda claridad
que Cristóbal Colón "ha descubierto" algunas tierras en el Océano
Atlántico. No sólo se apoya el historiador en esas palabras —"Ha descubierto" -- escritas seis meses antes del famoso 12 de Octubre, sino que ofrece otros indicios
para demostrar que Colón Iba en busca de tierras de cuya existencia tenía absoluta seguridad.
Recuerda, por ejemplo, que el Padre de Las Casas, gran defensor y panegirista de
Colón, aseguró haber oído decir a los indios
de Cuba que unos años antes de Colón
habían llegado a la española otros
blancos.
En su primer viaje descubrió
en la citada isla unos hombres y
mujeres tan blancos como nosotros que lleva al historiado suponer que esos
indios eran descendientes de llegados a aquel territorio años antes.
Los Caribes y Taínos no conocían
el hierro, pero en noviembre de 1493 —dice Manzano- unos marineros que desembarcaron en la isla de Guadalupe, encontraron
objetos fabricados con ese material.
¿Quién los había llevado hasta allí? Se pregunta también el historiador quiénes pusieron
en manos de los indígenas de Cumaná, antes de la llegada de Colón esas cruces que colocaban a los niños recién nacidos "para hacer huir a los demonios de la noche".
Estas y muchas otras cuestiones similares plantea el profesor Manzano en el libro que ha editado el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid.
Existe otra versión según la
cual fueron rusos y chinos los primeros
en llegar a América hace miles de años cuando la tierra todavía permitía el
paso a pie por lo que hoy es el Estrecho de Bering.
Antes de la llegada de Colón en 1492, galeses, irlandeses y vikingos también acercaron sus naves
a las costas americanas según las tesis
expuestas por Esmond Wright en un artículo que el semanario dominical londinense
"The Observer" dedicó al origen y nacimientos de Estados Unidos.
El autor señala que fueron primero los rusos los que
atravesaron el puente de tierra de Bering y se desplazaron por la costa del
Pacífico hasta la América del Sur. Wright defiende esta teoría afirmando que
las características de los indios norteamericanos así lo sugieren.
Detrás llegaron los chinos. Una expedición por mar llegó a México en el
año 1459, integrada por cinco personas bajo el mando del monje budista Hoei
Shin, según sostiene el profesor de Pekig, Chu Shien-Chi.
Wright se refiere en el artículo al arribo de
marineros y colonos nórdicos a América hacia el año 1000 y menciona el caso
concreto de Leif Ericsson que vivió tres años en suelo del Norte de América.
Pero antes pudieron llegar allí los irlandeses,
según el articulista. La anónima obra “Nabigatio
Sancti Brendani” relata el viaje del marino y santo irlandés Brndam a una costa
misteriosa más allá del Atlántico, que describe tras hablar de una isla que se
corresponde con las actuales Faroes.
Los galeses también reclaman un descubridor: El
Príncipe Madoc, que habría alcanzado las costas cercanas a Nueva Orleans hacia
el año 1170 y enseñando después el
dialecto galés a algunas tribus de indígenas.
También recoge el artículo el caso de la tribu de
los Mandaes estacionados a orillas del Missouri. Estos indios tenían los ojos grises o azules
y algunas de sus expresiones se correspondían con las palabras galesas.
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