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El aeropuerto de Ciudad Bolívar construido en la primera mitad del
siglo pasado, distante del centro, ahora se ve atrapado dentro del
propio urbanismo de la ciudad que se ha venido extendiendo
progresivamente.
De manera que el aeropuerto ha quedado riesgosamente dentro de la
ciudad y esto preocupa tanto a los citadinos como autoridades regionales
y nacionales que proponen reubicarlo en punto equidistante entre Ciudad
Guayana y Ciudad Bolívar.
De ello se ha venido hablando desde 1969, año en que a propósito los
ingenieros José Nancy Perfetti y Mario Palazzi, plantearon durante una
conferencia contradictoria en el Colegio de Ingenieros, aprovechar esta
área de 150 hectáreas para arborizarla en vez de poblarla como lo
pretende un viejo proyecto del plano regulador de la ciudad.
La arborización en forma boscosa rompería con las actuales
condiciones ambientales, llegando a producir un microclima. Es decir,
evitaría en gran parte la irradiación solar que en la actualidad hace
sofocante y de mal humor la vida de los citadinos.
El ingeniero Mario Palazzi, quien junto con otros colegas y
personalidades invitadas participó en la conferencia, estuvo de acuerdo
con el doctor Perfetti y completó la tesis sugiriendo lo beneficioso que
sería para la ciudad aminorar el rigor del clima, no sólo transformando
el área del aeropuerto en un pulmón verde sino pintando de color crema
los techos de todas las casas.
Esto porque casi todos los techos de las casas de Ciudad Bolívar
están asfaltados o hechos con material escasamente refractario al calor.
Si en vez de tales materiales, los techos de las casas estuviesen
construidos con un material más liviano de color blanco o crema, la
acumulación de la irradiación solar que llega hasta un metro del
subsuelo, sería inferior y más aceptable el clima de Ciudad Bolívar. La
temperatura media de la ciudad es de 27,5 grados, pero dentro del área
urbana como foránea existe un sistema de isotermas variable con
oscilaciones notables del grado calórico.
Por un momento la conferencia contradictoria se desvió hacia la
pintura que dominaba las fechadas de los inmuebles que era a base de
arcilla, cal y asbestina y la industrializada de ahora que no soporta el
barro y la piedra de los edificios de la vieja Angostura. Pero luego
retomó el tema del aeropuerto que siempre ha estado allí en la Mesa de
Angostura frente a la Laja de la Llanera y que estuvo muy bien en el
sitio, menos ahora que la urbe ha crecido y cercado al aeropuerto con el
peligro que entraña o significa para las urbanizaciones cercanas a las
cabeceras de pistas cada vez que despega o aterriza una aeronave.
La CVG, en tiempos de Leopoldo Sucre Figarella, abrigaba entre sus
planes de desarrollo, la construcción de un aeropuerto equidistante
entre Ciudad Guayana y Ciudad Bolívar como solución al crecimiento de
ambas ciudades, pero los gobiernos sucesivos han preferido dejar las
cosas como están con algunas mejoras en la estructura operacional.
De suerte que el aeropuerto de Ciudad Bolívar del que ya pocos los
ven como un peligro, seguramente porque el número de operaciones ha
descendido, continúa operando con sus códigos IATA (CBL) OACI- ICAO -
SVCB.
Las operaciones han quedado reducidas al tráfico doméstico y
turístico. Es sede de la aerolínea Rutaca y de varias empresas de
aerotaxis. Posee dos pistas, cuenta también con terminal nacional,
bancos, casas de cambios, empresas de alquiler de automóviles y
estacionamiento para 200 vehículos. Ayudas a la Navegación Aérea: VOR,
DME, GRD y torre de control dotada de equipos telecomunicaciones,
servicio meteorológico y servicio de combustible JET.
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