En 1917 aún estaban frescas las heridas de la Primera Guerra Mundial, la de 1914, en la que Francia tuvo un papel protagónico y a ella acudieron alistarse como soldados los hijos de franceses y corsos nacidos en otras provincias de ultramar como el caso de Ángel Santos Palazzi nacido en Ciudad Bolívar y quien perdió la vida en una de las batallas.
Ese año, en mayo, el historiador Bartolomé Tavera Acosta se dirigió a los intelectuales guayaneses y a otros residentes en diversas poblaciones de Venezuela, pidiéndoles un pensamiento en honor a Francia. El resultado obtenido, se encuentra en las páginas de un libro (en la foto) que según dice Tavera en el pórtico “sonarán gratamente en el corazón de todos los filántropos y en el cerebro de quienes se dan cuenta de la nobleza moral del liberalismo redentor”. Todos: médicos y literatos, abogados y periodistas, poetas, escritores, ingenieros y artistas, respondieron con la hidalga gentileza.
Los intelectuales Luis Camilo Ramírez, Jesús Sánchez Carrero, Ismael Urdazieta, José Bastardo García, Reinaldo Hahn, Alfonso Santoni Gómez, Diego Carbonel. Félix Villarroel, Francisco Pietrantoni, Roberto Basalo, Pedro Rollin, Angel Santos Palazzi. Rafael Hernández, Roberto Tarbes, Sadi Bardoza, Vicente Marcano, Marcelo, Villanueva, Luis Basalo, René Tarbes, Blas Peechio, Manuel Bermúdez, Teodoro Ravelo, Mario A. Velásquez, Marcos Vecchini Pérez y Manuel Hernais Becerra, aparecen en el libro rindiendo Homenaje a Francia, no sólo por su rol en la Guerra sino por haber sido en el mundo la protagonista en defensa y afirmación de los Derechos del Hombre.
Tavera Acosta dice al iniciar el álbum: “desde que en 1914 el monstruo de la guerra abrió en Europa sus sangrientas fauces, las simpatías por todas partes se levantaron en honor del pueblo que promulgó los Derechos del Hombre”.
De allí el que sea .Francia, la única nación beligerante por cuya causa combatieron en sus filas individuos de todas las latitudes del globo. De allí el que las más altas mentalidades de la tierra, señaladamente en nuestra América, hayan encendido sus cerebros al amor del fuego luminoso de su gloria, para expresar sus ardientes votos por el triunfo reparador, definitivo y perdurable de sus ideales de cultura y civilizaciones cristianas.
No sólo los intelectuales españoles y portugueses, los de la Argentina y Norteamérica, y los catalanes y peruanos, exhibieron sus sentimientos de sincera y entusiasta adhesión al ideal de Francia y de sus aliadas, sino también los de la Guayana venezolana, concretándolos exclusivamente a la gran patria francesa: espontáneo homenaje que en aras de la gratitud a la madre intelectual de los latinoamericanos, quisieron rendirle; y digna y generosamente lo cumplieron, como José María Arroyo, desde la vecina Soledad proclamando a la nación gala como: “la pensadora que un día alzó gigantesca tribuna desde la cual, solemne y varonil, hizo la publicación de los derechos civiles del hombre, entrando para siempre en los dominios de la inmortalidad.
“El eco de tan avanzadas doctrinas traspasó el océano que separa de nosotros a aquel pueblo poseído de ideas de regeneración y engrandecimiento, y estremeció el alma de los grandes pensadores de la América.
¡Espectáculo sublime! La idea del derecho pasó, hermosa como es ella, al mundo de Colón, y la libertad, eterna como la natal aleta, eterna como el progreso; fue desde entonces el ideal de los hombres que debían levantar en la fecunda tierra americana el monumental edificio de la República. La que conserva a los ciudadanos su dignidad y la que concede a los pueblos poder ilimitado para el ejercicio cabal de la libertad”.(AF).
Ese año, en mayo, el historiador Bartolomé Tavera Acosta se dirigió a los intelectuales guayaneses y a otros residentes en diversas poblaciones de Venezuela, pidiéndoles un pensamiento en honor a Francia. El resultado obtenido, se encuentra en las páginas de un libro (en la foto) que según dice Tavera en el pórtico “sonarán gratamente en el corazón de todos los filántropos y en el cerebro de quienes se dan cuenta de la nobleza moral del liberalismo redentor”. Todos: médicos y literatos, abogados y periodistas, poetas, escritores, ingenieros y artistas, respondieron con la hidalga gentileza.
Los intelectuales Luis Camilo Ramírez, Jesús Sánchez Carrero, Ismael Urdazieta, José Bastardo García, Reinaldo Hahn, Alfonso Santoni Gómez, Diego Carbonel. Félix Villarroel, Francisco Pietrantoni, Roberto Basalo, Pedro Rollin, Angel Santos Palazzi. Rafael Hernández, Roberto Tarbes, Sadi Bardoza, Vicente Marcano, Marcelo, Villanueva, Luis Basalo, René Tarbes, Blas Peechio, Manuel Bermúdez, Teodoro Ravelo, Mario A. Velásquez, Marcos Vecchini Pérez y Manuel Hernais Becerra, aparecen en el libro rindiendo Homenaje a Francia, no sólo por su rol en la Guerra sino por haber sido en el mundo la protagonista en defensa y afirmación de los Derechos del Hombre.
Tavera Acosta dice al iniciar el álbum: “desde que en 1914 el monstruo de la guerra abrió en Europa sus sangrientas fauces, las simpatías por todas partes se levantaron en honor del pueblo que promulgó los Derechos del Hombre”.
De allí el que sea .Francia, la única nación beligerante por cuya causa combatieron en sus filas individuos de todas las latitudes del globo. De allí el que las más altas mentalidades de la tierra, señaladamente en nuestra América, hayan encendido sus cerebros al amor del fuego luminoso de su gloria, para expresar sus ardientes votos por el triunfo reparador, definitivo y perdurable de sus ideales de cultura y civilizaciones cristianas.
No sólo los intelectuales españoles y portugueses, los de la Argentina y Norteamérica, y los catalanes y peruanos, exhibieron sus sentimientos de sincera y entusiasta adhesión al ideal de Francia y de sus aliadas, sino también los de la Guayana venezolana, concretándolos exclusivamente a la gran patria francesa: espontáneo homenaje que en aras de la gratitud a la madre intelectual de los latinoamericanos, quisieron rendirle; y digna y generosamente lo cumplieron, como José María Arroyo, desde la vecina Soledad proclamando a la nación gala como: “la pensadora que un día alzó gigantesca tribuna desde la cual, solemne y varonil, hizo la publicación de los derechos civiles del hombre, entrando para siempre en los dominios de la inmortalidad.
“El eco de tan avanzadas doctrinas traspasó el océano que separa de nosotros a aquel pueblo poseído de ideas de regeneración y engrandecimiento, y estremeció el alma de los grandes pensadores de la América.
¡Espectáculo sublime! La idea del derecho pasó, hermosa como es ella, al mundo de Colón, y la libertad, eterna como la natal aleta, eterna como el progreso; fue desde entonces el ideal de los hombres que debían levantar en la fecunda tierra americana el monumental edificio de la República. La que conserva a los ciudadanos su dignidad y la que concede a los pueblos poder ilimitado para el ejercicio cabal de la libertad”.(AF).
Buenas noches ojalá pudiera emviarme uma foto de esos intelectuales de 1914 que tuvieron que ir a la guerra. Soy nieta de Don Roberto Tarbes y no tengo nada sobre mas que la esquela que acabo de leer. Excelente por demas. Saludos. Yalitza Muñoz
ResponderEliminarExcelente esta publicación soy nieta de Roberto Tarbes y no tengo fotos ni mas recuerdos de el mas lo que usted escribe acá. Si usted tiene foto de Don Roberto, se lo agradecería. Saludos
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