Recopila las crónicas que diariamente vengo publicando en el Correo del Caroní y Red Social
lunes, 14 de noviembre de 2016
DÍA INTERNACIONAL DEL PEATÓN (17 de Agosto)
A estos se
agregan los buhoneros que invaden aceras que son las defensas del peatón y
parte de las calles. Pase usted por las
calles Dalla Costa, Piar, Roscio, Urica, Anzoátegui y Venezuela para que se
horrorice del caos tolerado sin escrúpulo por quienes nos gobiernan.
En países
europeos existen Códigos Ruteros que precisan muy bien los derechos del peatón
y organizaciones que lo protegen. En
Venezuela, donde los accidentes de tránsito están entre las primeras causas de
muerte e incapacidad física, debería legislarse en torno a la materia porque el
peatón no sólo está expuesto a la muerte repentina en cualquier cruce o calle,
sino también expuesto al envenenamiento por gases que escapan de los
automóviles, y a otros tipos de trastornos físicos y mentales debido al ruido
vehicular y a la polución atmosférica.
Hoy en día, por lo menos en Ciudad Bolívar, los automóviles
no sólo ocupan las calles para rodar, sino que sus conductores hasta se
molestan cuando el transeúnte las atraviesa temerosos y presurosos. Ellos se sienten fuertes, prepotentes para
eso y mucho más, por ejemplo, invadir y adueñarse de las aceras en un alarde de comodidad para
estacionarse.
Venezuela y
particular el Estado Bolívar, sigue siendo el país de las contradicciones. En
el pasado, verbo y gracia, al Gobierno le preocupó más la novedad del vidrio
ahumado que el peligro a que se hallan expuestos los peatones. Creía que con el vidrio ahumado era difícil
atrapar al delincuente en pleno desplazamiento vehicular.
De allí que los vidrios ahumados en parabrisas y ventanas
laterales de automóviles parecían haber llegado a su fin cuando el Ministro
Carrera, del Ministerio de Transporte y
Comunicaciones, emitió una resolución prohibiendo su uso y alegando que se
hacía buscando la seguridad individual y colectiva del venezolano y que por lo
tanto debía suprimirse ese novedoso artilugio con el que desempleados se
hicieron especialistas e hicieron su agosto.
El Ministro aparentemente no quería creer en el ingenio de
los delincuentes para burlar las alcabalas sin necesidad de los vidrios
ahumados. No quería creer tampoco que la
desgracia de los accidentes venía, no por los vidrios ahumados, sino por la
imprudencia, la ingestión etílica, drogas, inobservancia de las reglas
fundamentales del tránsito y otros abusos.
El vidrio ahumado, al fin, terminó imponiéndose contra la
resolución ministerial, acaso por convicción, porque escasamente incidía en la
delincuencia como en los accidentes y resultaba, en cambio, más práctico que
los lentes que usamos para protegernos del sol y, por otro lado, permitía la
privacidad, complementaba la estética del auto y hacía menos tentadora a
curiosos y rateros las cosas en el interior del vehículo. (AF)
Posiblemente el chofer o conductor fue antes peatón y experimentó los mismos temores y
aprensiones de los viandantes que se cruzan en su ruta, pero, por lo visto, esa
experiencia como resulta bloqueada por
el demonio del volante. Por supuesto que
no son todos, pero sí innumerables los endemoniados que ponen en peligro a cada
rato la vida del peatón indefenso.
El problema se presenta ahora agravado. Ya no podemos decir que son los conductores
de vehículos solamente.
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