El fotógrafo Víctor Bayola Díaz, hostigado por los malandros de su barrio que le dejaban la nevera vacía cada vez que de su casa se ausentaba, decidió comprar un perro que le ofrecieron y que se hizo “bravo” de tanto alimentarlo con ají y papelón.
Cada vez que salía, Bayola encadenaba
al perro muy cerca de la nevera hasta el día que regresó tras rociar el hastío
con cerveza del bar-restaurante “My-Hay-Hy”.
Entonces, casi desmaya de la sorpresa pues no estaban el perro ni la
nevera.
Bayola que hasta el momento se había
abstenido de llevar el asunto a conocimiento de la Policía, acudió a ella para
denunciar el reiterado agravio, pero cuando se hallaba dando las
características del can ante el agente de guardia éste le preguntó:
¿Cómo dice, usted, que es el perro?
-Negro, totalmente negro como una
pantera, ojos azabache, orejas caídas, de nombre “Guardián” y con tic en el ojo
izquierdo.
-Cómo? Cómo? Cómo? Repita esas señas?
Bayola
se despepitaba hablando de las cualidades y circunstancias en que adquirió el
perro hasta que el agente de guardia explotó:
-Caramba, amigo, este es mi perro! Sí, ese es y usted como que
se me queda…
Por supuesto, Bayola se resistió porque
le sobraron argumentos: la solidaridad y testimonios de sus vecinos, la
circunstancia de ser miembro del Círculo de Reportero Gráficos del cual el
abogado laboral era el doctor Ramón Córdova, trabajador de los diarios El Bolivarense, El Nacional y
finalmente porque el Procurador del Estado
era el doctor Pacífico Rodríguez, con quien Bayola calzaba buenos puntos en el
Restaurante de los chinos.
“Figúrense ustedes yo metido en
chirona”. Habría sido la primera
vez. Ni siquiera cuando fue soldado
recluta y prestaba el servicio militar junto con Tito Becles, quien vivía en la
calle Venezuela en su propio taller de carpintería.
Tito Becles también le metía a la
fotografía aunque muy empíricamente. Con
él Víctor Bayola aprendió el oficio y ambos le fueron muy útiles al cuartel
donde les tocó pagar el servicio miliar obligatorio.
Tito Becles una vez prestado el
servicio, retomó su oficio de carpintero que alternaba con la fotografía. Como su casa de construcción antigua no se
prestaba para acondicionar un laboratorio, construyó una enorme caja de madera
colocada en toda la entrada de la casa con un letrero “Fotomatón”. Las fotografías no eran muy buenas, pero
podían competir favorable con las de Raúl Ortega en la esquina de Boccardo.
Bayola, fascinado
por el arte de la fotografía, se dedicó por completo a ella y terminó
ofreciendo sus servicios a la prensa local.
Trabajó en El Bolivarense, Antorcha de El Tigre, El Expreso y en la
corresponsalía del diario El Nacional.
Es más, fue admitido en la Asociación Venezolana
de Periodistas como Miembro Cooperador y tras presentar un curso de
mejoramiento profesional en Cumaná propiciado por la Directiva Nacional ,
lo aceptaron como miembro activo con todos los derechos. En Cumaná, Bayola al igual que otros
aspirantes del Oriente y Ciudad Bolívar debía responder un cuestionario de cien
preguntas relacionadas con la fotografía y el periodismo. Por supuesto, Bayola preparó su chuleta con las
respuestas posibles y en eso colaboramos
todos los interesados en que el hombre saliera bien. Bayola comenzó la preparación y luego de
cumplir con su faena diaria recostaba su silla tras la pared lateral de su casa
y trataba de memorizar las repuestas a las posibles preguntas. Un colega que lo sorprendió, envió la gráfica
al diario Antorcha de Edmundo Barrios y la misma apareció al siguiente día con
esta leyenda: “Lloviendo sobre mojado”. (AF)
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