El 1 de abril de 1998, la Farmacia Puerto Ordaz celebró sus 42º aniversario como única sobreviviente del boom del hierro que estalló en la confluencia del Orinoco con el Caroní y cuyo protagonista era la Orinoco Mining Company of Venezuela.
Inicialmente la farmacia estaba afiliada al Hospital Ordaz que entonces era un improvisado hangar con divisiones de cartón piedra. La farmacia dependía de Arpaca y el doctor Virgilio Vivas, que trabajaba en ella, terminó comprándola y se instaló en el Centro Cívico donde transcurrió diecisiete años. Luego se reubicó en la calle La Urbana, al frente hoy del Banco Caribe, donde todavía persiste desafiando el tiempo que nunca pudieron vencer las farmacias que salieron a competir en el mercado de la ciudad embrionaria.
El doctor Virgilio Vivas que dicho sea de paso es primo hermano del arquitecto Fruto Vivas, fundó una segunda farmacia en Castillito que también se mantiene en pie desde 1960.
Virgilio Vivas, andino del pueblo de Colón del estado Táchira, nació y creció con la moderna Ciudad Guayana cuya simiente es Puerto Ordaz. Se vino en 1954 para la zona del hierro luego de graduarse de farmacéutico en la Universidad de los Andes. Pero su gran hobby son los problemas ambientales de los que puede hablar con propiedad, pues estuvo un buen tiempo en Francia interesado y estudiando el tema. Seguramente allá conoció al alcalde Clemente Scotto.
Pero si en verdad, Virgilio Vivas como farmacéutico creció con Puerto Ordaz y la flamante Ciudad Guayana, no es menos cierto que San Félix conoció la especialidad desde comienzos del siglo veinte con Jorge Urbano Taylor cuyos descendientes viven aquí en la antigua calle La Pica (Boyacá) de Ciudad Bolívar. Luego de Urbano Taylor pasaron por San Félix los boticarios Rafael Vicend, Juan Ponce Romero, Elena Santomauro y Jesús Gilberto Núñez Orta, dueños de la "Botica Chirica" y Ricardo Salvador Hernández, el más popular de todos a pesar de ser caraqueño. A falta de médico en el foráneo municipio de San Félix, bueno resultaban boticarios y farmacéuticos, mucho mejor que los brujos y chamanes siempre presentes en todos los tiempos, pero más en las zonas de la Guayana adentro.
Boticarios y farmacéuticos hicieron las veces de médicos en San Félix fundamentalmente cuando se ausentó el único que había en la población, el doctor Pedro Elías Revollo. Entonces fue cuando se hizo popular Ricardo Salvador Hernández, a quien los habitantes reconocían mejor como el “Doctor Ricardito”, quien sirvió muchas veces de médico forense puesto que el jefe civil no tenía a quién acudir en casos de homicidios. Suicidios y otros menos complicados.
Una semblanza de este farmacéutico caraqueño, radicado en San Félix desde los años veinte del siglo anterior, escribió el cronista Alcides Pereira Laguna y entre los rasgos de su personalidad destaca el de su condición profesional que le permitió casarse varias veces y tener un sin número de hijos: Contrajo nupcias con Francisca (Panchita) Vidal y nacieron de esta unión: Remberto, José Ramón y Edmundo. Luego se casó por segunda vez con Aurora Palacios y nacieron Juan José, Ricardo, Rosario y Ernesto. Por tercera vez se casó con Rosa Soto, sin descendencia. Seguidamente con Faustina Contreras de cuya unión nacieron Sobeida, Elbano, Eduardo, Agueda, América y Aida. Finalmente con María Lourdes de cuyo seno nació Plutarco Elías.
Con tantas mujeres e hijos ya era imposible seguir en San Félix, de manera que se mudó para la otra banda del Orinoco, Barranas, donde fundó la "Botica Oriental" que le sobrevive después de su fallecimiento el 13 de julio de 1962.
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