El pediatra de Ciudad Bolívar, Héctor Rafael Bello, acaba de morir después de vivir 102 años rodeado de miembros de la familia venidos de Suiza, Caracas y Ciudad Guayana y también de muchos colegas y amigos que hicieron cortejo hasta su última morada terrenal.
Haber vivido tanto en la Venezuela actual donde la perspectiva de vida ha sido reducida por la inseguridad, la violencia y la carencia de recursos para contrarrestar los males que acechan la existencia, es toda una proeza.
El doctor Héctor Rafael Bello, caminando erguido, sin bastón y con una lucidez admirable, pudo superar esa barrera como bien lo superó en su tiempo el ex esclavo Charles Smith del que se piensa ha sido el hombre más longevo de América. Vivió 130 años
El doctor Bello, siempre tocado con una gorra vasca, parecía haber nacido en Ambuquí, valle a 220 kilómetros al norte de Quito, donde la mayoría de la población supera los cien años, pero no, él siempre desde su nacimiento fue guayanés puro. Me dijo unas tantas veces que lo vi, haber nacido el 10 de septiembre de 1913 en los predios de la Plaza Miranda, la más alta de Ciudad Bolívar, descendiente del núcleo de los Bello que luego se ramificó hacia la Alameda, Cruz Verde y Paseo Gáspari. Fue alumno del bachiller Ramón Antonio Pérez y egresó de la Escuela de Medicina de la Universidad Central en 1940.
Antes de ser médico, fue maestro de escuela en las minas El Perú de El Callao en 1936. Alumnos suyos fueron: Juvenal Herrera y Luis Manuel Báez. Empezó a ejercer la medicina en zonas rurales de Panaquire, El Clavo y Humocaro Alto. Luego ascendió a la Dirección del Hospital Ruiz y Páez en 1947 y ejerció otros importantes cargos como pediatra y venerólogo durante 23 años en Bolívar y 20 en Caracas. Siendo director de Sanidad en 1948 le tocó poner en ejecución el proyecto del ambulatorio fluvial que el doctor Bello prefería llamar “Medicaturas Flotantes del Orinoco”.
Los ambulatorios o Medicaturas flotantes cumplieron cabalmente su cometido prestando servicio médico asistencial a los pueblos ribereños del Orinoco y el Delta. Nada mejor en esta materia se le había ocurrido a Sanidad y nunca antes tan bien atendidos estuvieron los caseríos de las márgenes orinoquenses; sin embargo, el servicio apenas se mantuvo durante ocho o diez años, el tiempo que duró la tan repudiada dictadura perezjimenista que ahora parecen añorar unos cuantos. Para 1958, muchos habían andado las parsimoniosas gabarras que surcaban las aguas del río padre para llevarles medicina, atención y tratamiento a las secularmente desasistidas comunidades de pescadores, campesinos e indígenas de las riberas. Pero la prolongación de la vida de los seres como de las cosas depende del cuido y la capacidad de reproducción. En el caso de los hospitales flotantes bolivarenses, la falta de mantenimiento acentuó su desgaste y tampoco hubo preocupación para reemplazarlos. Un día le sacaron los motores centrales con la intención de repotenciarlos, pero jamás volvieron. Lo que se repotenció fue la impotencia de los marginados del Orinoco que no pudieron cobrar ni siquiera con el voto de la democracia el derecho que les dan los artículo respectivos de la Constitución Nacional.
El hospital flotante “Agosto Méndez” quedó para siempre varado en las riberas del Orinoco, en la zona de La Carioca. Allí donde ancló por última vez a la espera de su motor central, se lo tragó la arena, la maleza y el río, mientras el “Arnoldo Gabaldón” corrió la misma suerte en las playas de Tucupita.
El doctor Bello cuando armó esas unidades flotantes y las puso a navegar, las imaginaba con una longevidad superior a la de él o más aún a la del negro esclavo Charles Smith.
Qepd Doctor Bello usted siempre venia a mi casa conversar gente tan educada como ud no hay ya, con sentido comun y lucidez a sus 102 a#os, con razon este a#o usted no vino quizas la edad no le daba..pero gracias por visitarme y ver en mi una persona con la cual conversar usted me ha honrado con su amistad muy a pesar de las brechas generacionales, me sentia muy comoda hablando con usted y me nutrio muchisimo de la esencia de esa vzla bonita que muy pocos saben ahora que existio usted fue un gran medico y gran ser humano amigo de los amigos paz a su alma resignacion a su abnegado hijo que siempre lo complacia para traelo para aca y a casa d e mi padre a visitar...
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