El 12 de abril de 1994, falleció en Caracas, don Floduardo (Quírico) Díaz, a edad centenaria. Único sobreviviente hasta entonces de la explotación de la sarrapia, uno de los renglones selváticos de los cuales dependió durante muchos años la vida económica de Guayana.
Quírico Díaz o mejor, Floduardo Inocente Díaz Cornieles, dedicó la mayor parte de su existencia no sólo a la explotación de la sarapia o yape, como también se le dice, sino del balatá, la quina y el chicle o pendare.
Ya en noviembre de cada año, a Quírico Díaz se lo veía en plena actividad iniciando los preparativos para la recolección, solicitando los permisos y estudiando las 36 zonas en que el gobierno solía dividir la región. Durante la cosecha se aforaban y se pagaba una especie de impuesto de 3 bolívares por cada 43 kilogramos de sarrapia recolectada.
La recolección comenzaba al madurar el fruto entre febrero y abril. En marzo, los sarrapieros se hallaban en plena faena de recolección procedentes de Maripa, Caicara, Ciudad Bolívar y también del Sur de Anzoátegui y Guárico.
Por lo menos así ocurría hasta que el gobierno asumió el control de la explotación y vino la debacle pues se cerraron los mercados foráneos y la recolección se paralizó como por arte de magia.
Floduardo Díaz tiró la toalla al final de los años 70 del siglo pasado y se dedicó a fabricar ladrillos y tejas. En mayo de 1977 nos comentó que había perdido la batalla de la explotación de la sarrapia frente al gobierno, que decidió controlar y administrar directamente la explotación y comercio de la almendra con los resultados que toda Guayana conoce.
Aun cuando la exportación de la sarrapia aparece registrada estadísticamente por primera vez en el año económico 1845-1846 con la cantidad de 10.370 libras por valor (1.354,72 pesos, su importancia comercial se extiende desde la década de 1890 hasta 1965 cuando comienza a decaer.
Su mayor auge lo alcanza en 1942 con una producción de 784 toneladas métricas, por un valor de 4.648.962 bolívares. El decaimiento del comercio d exportación de la sarrapia desde 1965 venía precedido de una producción irregular a causa de bajas y alzas interanuales que determinaban una variación en los niveles de exportación del producto hacia países compradores como Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Italia, Japón Francia.
Ciudad Bolívar ha sido desde el siglo diecinueve el centro de mayor comercio del producto a través de importante: casas mercantiles, siendo las más destacadas hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial, Dalton y Cia., y Blohm y Cia., que financiaban las cosechas a través de intermediarios. En 1955 entra en escena el hoy extinto comerciante Floduardo Inocente Díaz (Quírico Díaz), quien también comerciaba con el balatá y la quina alternando este comercio de exportación con la industria de cerámica para la construcción.
Poco antes de su muerte manejaba la firma su hijo el abo¬gado José Díaz (fue mi compañero de estudio en Caracas). Otros grupos surgieron últimamente en Maracay y Valencia que van directamente a Maripa por una cosecha que debido a la inflación carece de atractivo para los campesinos del Caura.
Actualmente, los sarrapieros encuentran que los interesados pagan demasiado barato el kilogramo de sarrapia en comparación con el alza del combustible, de los alimentos y con el riesgo y esfuerzo físico que entraña su internación en la selva inhóspita para recoger y procesar la cosecha.
Los intermediarios de Ciudad Bolívar y Aragua suelen llegar hasta el centro de recolección de la sarrapia que es una Estación ubicada en una zona estratégica del Suapure a la cual se llega desde los puertos del Caura en Maripa y Aripao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario