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sábado, 23 de agosto de 2014
TRAGEDIA DE LA LLOVIZNA
El 21 de agosto de 1964, quedó instalada la XIV Convención Nacional de la Federación Venezolana de Maestros, en el salón Cuyuní de la Planta Siderúrgica del Orinoco, con 500 delegados efectivos y 300 fraternales, entre ellos, de la Confederación de América Latina.
Pero el evento, instalado a las ocho de la noche, bajo la presidencia del anfitrión profesor Miguel Ángel Delgado, tuvo bajo la contemplación abismal del Salto La Llovizna, una culminación trágica y profundamente dolorosa para el magisterio nacional. El frágil puente de madera que salva el cañón de la airosa caída de agua se desplomó con el sobrepeso de unos ochenta maestros, 37 de los cuales fueron arrastrados hasta la muerte por el torrente atronador de las aguas.
Irene Fernández, sobrina de la primera dama Doña Menca de Leoni, doctor Cruz del Valle Rodríguez (director del Dalla Costa), José Luis Guzmán, Teresita Coronell, Evangelista Natera, Ana María Contreras, Carmen Teresa Rosales, Carlos Arturo González, Consuelo Navas, Cecilia de Segura y otros veintisiete cadáveres fueron apareciendo a lo largo de los días bajo el ojo de la búsqueda persistente y constante de los cuerpos de rescate extendidos hasta la propia desembocadura del Caroní en el Orinoco.
La convención del magisterio clausuró con numerosos acuerdos orientados hacia la nueva ley orgánica de educación y sobre ese saldo humano doloroso que no podía escapar en los discursos de cierre y salutación del presidente de la República Raúl Leoni, del presidente de la Federación, profesor Adelso González y del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien por un tris no cayó en la trampa fatal del paisaje subyugante, pues se hallaba en uno de los estribos cuando el puente se desplomó tras un quejumbroso y siniestro ruido apagado por la furia atronadora de las aguas.
Debemos decir que cuando la CVG, entonces presidida por el ingeniero Rafael Alfonso Ravard, creó el Parque La Llovizna, tenía dos puentes colgantes, uno a la entrada y el segundo para pasar y contemplar el salto. El puente colgante desplomado estaba sostenido por 4 cables de acero, fijados en bases de concreto. Los cables no se rompieron con el sobrepeso, sino que se desprendió una de las bases haciendo que el puente girara y luego se desprendiera. La mayoría de las víctimas quedaron sumergidas bajo la estructura.
Luego de la tragedia, el parque estuvo cerrado al público por dos años mientras se construía el puente de la foto a base de concreto y acero. El segundo puente colgante, finalmente también fue reemplazado por otro construido sobre dos vigas. Lo montaron dos metros más alto y el efecto de la llovizna es menor. Ahora están pensando unir el Parque La Llovizna con el Parque Loefling, ubicado en la otra ribera del Caroní, para lo cual han solicitado el puente viejo sobre el Cuyuní, en El Dorado, trabajado en hierro forjado en los talleres de Gustavo Eiffel, el mismo de la famosa torre de París, colocado originalmente sobre el río Guárico en la época del presidente Juan Vicente Gómez.
En memoria de los caídos los maestros venezolanos incrustaron sobre la roca esta inscripción; “Los maestros caídos en el Caroní son cuota de vida pagada al progreso de Venezuela”. Homenaje de la Federación Venezolana de Maestros. 23/08/1964-23/08/1965.
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El 23 de agoto e 1.964, el Salto de la Llovizna, recién reabierto al público, fue escenario de una de las tragedias más conmovedoras. Cuarenta docentes que asistían como delegados a una Convención Nacional del Magisterio cayeron a las tormentosas aguas del Caroní al desplomarse un frágil puente de paseo.
Víctimas:
Consuelo Navas
Irene Fernández
Ana Cecilia Culautre
Cruz del Valle Rodríguez
José Luis Guzmán,
Teresita Coronell,
Evangelista Natera,
Ana María Contreras,
Carmen Teresa Rosales,
Carlos Arturo González,
Cecilia de Segura
Hosto Rodríguez
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El 23 de agoto e 1.964, el Salto de la Llovizna, recién reabierto al público, fue escenario de una de las tragedias más conmovedoras. Cuarenta docentes que asistían como delegados a una Convención Nacional del Magisterio cayeron a las tormentosas aguas del Caroní al desplomarse un frágil puente de paseo.
Nadie sabía que la muerte acechaba en aquel paraje exuberante y hermoso del Caroní. Quién en aquel momento de euforia edénica podía creer que la muerte se hallara escondida en la torrentera espumosa, acechando desde los intersticios de la rústica pasarela, dentro del follaje de los árboles, bajo las marañas de las piedras, suspendida en la vaporosa llovizna que emigra de los saltos?
Sólo la imaginación clarividente de Cruz del Valle Rodríguez. Él predijo con su vena de poeta aquellos instantes de consternación y espanto en que los seres rodaban como peces marchitos hasta las fauces de la hidra. Él que también fue atrapado por la furia de las aguas lo predijo y sin embargo, todos signados por la fatalidad perecieron con un libro bajo el brazo. El maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa que también iba en el grupo se salvó al ser llamado por un colega que deseaba tomarle una foto.
El Salto de la Llovizna, uno de los atractivos turísticos de Ciudad Guayana, exhibe un monumento erigido por el Magisterio a los caídos aquel trágico día tras un paseo pautado dentro del programa de la Convención que entonces se realizaba con más de 300 delegados de todo el país en el auditorio del edificio del Sidor en Matanzas.
Víctimas:
Consuelo Navas
Irene Fernández
Ana Cecilia Culautre
Cruz del Valle Rodríguez
José Luis Guzmán,
Teresita Coronell,
Evangelista Natera,
Ana María Contreras,
Carmen Teresa Rosales,
Carlos Arturo González,
Cecilia de Segura
Hosto Rodríguez
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