El 26 de febrero de 1917 se da a conocer un decreto del Presidente del Estado, General Marcelino Torres García, disponiendo se erija para conmemorar el 19 de diciembre, aniversario del ascenso al Poder del General Juan Vicente Gómez, la Plaza de la Rehabilitación, en las inmediaciones de la Casa de San Isidro, donde estuvo el antiguo Obelisco.
Al efecto, se designó un jurado integrado por los ciudadanos Hilario Machado, bachiller Régulo Machado, Guillermo Celis Ávila, doctor Mendoza Briceño, doctor Antonio Delgado y bachiller Narciso Fragachán para decidir mediante un certamen el diseño correspondiente.
El jurado favoreció con su veredicto el diseño del artista local Juan de Dios Baldivián, consistente en una columna de quince metros sobre el centro de la plaza, ostentando una alegoría del caudillo Juan Vicente Gómez, por ser éste el actor principal del movimiento post castrista llamado de la “Rehabilitación Nacional”.
El monumento fue inaugurado el 19 de diciembre del mismo año aprovechado el Obelisco erigido en 1874 para conmemorar la Revolución del 27 de Abril y a su caudillo Antonio Guzmán Blanco.
La alegoría gomecista de la Plaza de la Rehabilitación consistía en tres esculturas simbólicamente representativas del tradicional lema del régimen: “Venezuela, Paz y Trabajo”. Este lema de la alegoría adosada a la columna fue posteriormente alterado (“Venezuela Paz(a) Trabajo”) por manos ocultas complicadas en una conspiración en la que desde Soledad estuvo envuelto el célebre guerrillero upatense Angelito Lanz.
Tras la muerte del caudillo Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935, los guayaneses, aunque un poco tarde, salieron a las calles y trataron de acabar con todo lo que tuviera emparentado con el dictador más longevo que ha tenido Venezuela, incluida las esculturas. Sobrevive el obelisco erigido con ladrillos y mezcla mulata y en cuanto a la plaza, le cambiaron el nombre. Ahora se llama “Plaza Maturín”.
Todo lo que oliera al dictador fue destruido. Los pesados grillos depositados en la cárcel colonial y con los cuales martirizaban a los presos políticos, fueron llevados a bordo de una curiara fondeada en Playa La Cocuyera y lanzados después en la hoya de 120 metros de profundidad que se localiza en la parte oriental de la Piedra del Medio. Los nombres de calles y escuela que llevaban el nombre de Gómez o de uno de sus hijos fueron eliminados. Algunas personas que calzaban el apellido Gómez lo omitían de acuerdo a la ocasión y otros adoptaron el Gomes portugués que sustituye la Z por S. Lo único que ha sobrevivido hasta nuestros días es el Puente Gómez a pesar que en un principio la gente se refería a él como el antiguo Puente Lange o Puente sobre el río San Rafael.
Un grabado a cincel que sobre una piedra gigantesca decía “Viva Gómez y adelante” y que databa desde la época del general Vicencio Pérez Soto, fue deformado a martillazos por el joven Juan Sutherland, a quien sus compañeros de escuela apodaban “Perro sucio”. Otro tanto hizo Guillermo Wenzel Soublette al pasar por frente a la Casa de Gobierno y gritar ¡Viva la Libertad!, pero fue sometido y preso por los guardias de turno, lo que suscitó un movimiento estudiantil masivo exigiendo la libertad de Guillermo y a partir de entonces con Lucila Palacios, Alida Gambús y Herminia Pizarro, se prendió el movimiento cívico que marchó por las calles de la ciudad y puso en fuga al Presidente del Estado, el historiador, abogado y político barquisimetano, doctor Antonio Álamo. (AF)
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