Las publicaciones de Ciudad Bolívar del 13 de agosto de 1909 informan que el general Juan Vicente Gómez asume provisionalmente la Presidencia de la República y presta juramento ante el Congreso Nacional. Constituye un nuevo gabinete ratificando a varios ministros, entre ellos al de Relaciones Interiores, Francisco Linares Alcántara, quien había dejado la Presidencia del Estado Bolívar.
La Constitución Nacional fue reformada para legalizar el golpe de estado del 19 de diciembre de 1908 contra Cipriano Castro. Al siguiente día de su aprobación, Gómez promulgó la novedad de la Constitución que restablecía los 20 Estados Federales que Castro había reducido a nueve. Restablece igualmente la institución del Consejo de Gobierno con voto consultivo y voto deliberativo, formado por diez vocales. Período gubernamental de cuatro años. La Constitución entró en vigencia a partir del 19 de abril de 1910.
Las mismas publicaciones periódicas dan cuenta de las funciones que presentará el Teatro Bolívar con la novedad del alumbrado eléctrico generado por una planta portátil que allí instaló para la temporada el empresario Ramón Enseñat: “Los bombillos son de bastante fuerza para la completa claridad del local, prestando una luz que por su buena distribución no daña la vista a causa de esa intermitencia que aún no ha logrado la ciencia impedir por completo”. En esa ocasión el Concejo Municipal aprobó un contrato con Enseñat para el alumbrado eléctrico del teatro.
Durante la temporada se presentaron la “Gran Compañía Japonesa-Americana” con los Hermanos Kawamura, Reyes del Tapete, acróbatas, saltadores y gimnastas.
En sucesivas funciones hasta cubrir la temporada de 1909, los administradores del Teatro presentaron a Chas Liecki (Yuma) clarividente, conocido como el Brujo y quien aconsejaba a la gente no consumiera alcanfor pues en esos días se había corrido la especie según la cual ingiriendo alcanfor en pequeñas dosis se aclaraba el cutis sin reparar que el mismo es una droga que acusa dependencia. El último de la temporada fue el ilusionista Conde Alfonso Fatrizio de Castiglioni.
Las damas bolivarenses iban al Teatro Bolívar con la moda del día: trajes muy ceñidos al cuerpo, lo que llevó a un poeta humorista escribir lo siguiente: “El traje es tan ceñidito / que puedes decir lector / que hoy es de la moda el grito / ¡Guerra a la ropa interior!”.
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