Todo lo que termina o está a punto de fenecer es viejo. Todo lo que comienza es nuevo. Lo nuevo, aunque no todas las veces, es juventud, vigor, renovación, fuerza, camino abierto hacia la esperanza, camino por donde el hombre aspira alcanzar, de acuerdo con su concepción filosófica, la plenitud existencial.
De manera que el hombre, aunque signifique uno menos de vida para él,
se contenta en la fase transitoria cada vez que el calendario se renueva con la
entrada de un nuevo año.
Porque
su vida organizada en periodos calendarios, que cumple metas con esa
periodicidad condicionada por su esfuerzo y el azar de la esperanza, aguarda lo
predecible de lo impredecible. Por ello
se contenta y lo celebra convencionalmente dentro del marco de la cultura
tradicional o no. Al fin, el hombre es
materia y, la materia es cambiante, permanece en constante movimiento. De allí que los modos y formas culturales de
celebrar el acontecimiento del año nuevo, cambien, sufran variaciones y hasta
se suplanten en la práctica y quede sólo existiendo como valor del proceso
cultural evolutivo por selección. (AF)
No hay comentarios:
Publicar un comentario