Una rara ranita del Chimantá pasa
por la ciudad en el abultado equipaje de los miembros de la expedición
científica que incursionó sobre el grandioso tepuy de la Gran Sabana donde habita la rara ranita que por
su comportamiento biológico le encuentro cierto parecido al banano, mata que hecha un solo racimo de frutas y muere
para darle paso a sus hijuelos que brotan de las raíces.
El
Chimantá está ubicado en la
Gran Sabana , a 45 kms Este del antiguo pueblo minero de
Urimán y 35 al noreste de Wonken. La
superficie total del macizo es de 1470 kms2, de los cuales, la mitad
corresponde a las cumbres, la otra mitad a las laderas y su altitud de 2700
metros sobre el nivel del mar se aproxima a la del Roraima, considerada la
montaña más alta del Estado Bolívar.
La
primera expedición científica al Chimantá la realizó en 1946 William H. Phelps,
padre e hijo, conducidos por el Capitán Félix Cardona Puig. No se contaba
entonces con la rapidez, facilidad y comodidad del helicóptero. Este lo utiliza en 1978 por primera vez la
expedición encabezada por Charles Brewer Carías y de allí en adelante ha sido
el vehículo indispensable para la emocionante aventura de la ciencia. Las
expediciones más recientes, cinco en total (1983-1986), las ha llevado a cabo
el “Grupo Científico Chimantá” en función de un proyecto interinstitucional y
multidisciplinario titulado “Inventario botánico-ecológico del Bioma Sabana en
el Estado Bolívar”.
En
el curso de esas expediciones tan productivas desde todos los aspectos, fue
localizada, diríamos que como hecho excepcional, una ranita hasta entonces desconocida, es
decir, taxonómica no descrita por la ciencia. Ni siquiera nombre vernáculo
conocido pues el Chimantá es uno de los macizos que se mantienen vírgenes en la Gran Sabana. La ranita es fácil de localizar toda vez que vive o se esconde prácticamente en los
vasos o tubos de una especie de bromelia que abunda en las turberas de esas
cumbres y que los científicos conocen como Bocchinia. Por lo menos ahí permanecen
durante el día y como son demasiado nerviosas cualquiera sombra o vibración la
espanta. Entonces se esconden, como
anfibia al fin, en la reserva de agua de la base de la hoja vaso de la
bromelia. Cuando le llega la ocasión de
desovar lo hacen en los charcos de escasa profundidad que se forman
temporalmente entre las rocas adyacentes a las colonias de la Bocchinia.
En
una de estas expediciones, el científico Carlos Shubert observó adultos muertos en charcos donde
había huevos recientemente puestos lo
cual ha dado pábulo a la especulación según la cual tal vez se trate de una
especie anura con una sola postura para mantener la especie como en la botánica
el banano.
De suerte que
Guayana siempre tiene algo importante y novedoso que dar a la ciencia, pero lo
que no han barruntado los expedicionarios del Chimantá es si
a los machos, aparte de un solitario que cantaba al borde de una
quebrada, les ocurriría lo mismo, durante el coito por ejemplo, como algunas
libélulas que mueren cuando alzan su vuelo en la noche nupcial.
La que vimos
en una fotografía, con ojos binoculares y boca semicircular, es diminuta, pero
no tanto como las que en Cuba miden dos centímetros ni tan grande como las
Goliat, pero sí muy tierna y tal vez hasta divina si pensamos que en algunos
restaurantes sirven ancas de anuros bolivianos como bocado exquisito.
La rana
Goliat, de distribución africana, es la mayor de la familia. Es una especie
poco ágil que puede superar los 70 cm con las patas extendidas. La cubana
descubierta a finales de 1996 por un grupo de biólogos, es una nueva especie de
rana del tamaño de una mosca común en las selvas tropicales de ese país. (AF)
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