SERES DE OTRO MUNDO
“El camino más largo comienza con el primer paso”, solía decir el increíble Kaliman. Faltaría saber en el caso de Carlos Argenis Durán y Baduel Parra cuándo dieron el primer paso en ese largo camino que no los deja o dejaba en paz consigo mismo ni con sus semejantes. Argenis caminaba y caminaba, aunque no tanto como Baduel, pero si apresurado, tal vez porque era más liviano y más joven.
“El camino más largo comienza con el primer paso”, solía decir el increíble Kaliman. Faltaría saber en el caso de Carlos Argenis Durán y Baduel Parra cuándo dieron el primer paso en ese largo camino que no los deja o dejaba en paz consigo mismo ni con sus semejantes. Argenis caminaba y caminaba, aunque no tanto como Baduel, pero si apresurado, tal vez porque era más liviano y más joven.
Argenis se disparaba un tanto eufórico
desde el sector Amores y Amoríos mostrando sus dibujos enrevesados y un tanto
caricaturescos, hasta el casco urbano de la ciudad, donde terminaba ofreciendolos y ostentando las profesiones más relevantes y diversas, desde
diputado hasta docente de la medicina psiquiátrica de cuyos conocimientos según
confesaba se habían nutrido expertos como Iván Augusto Cividanes y el mismito ex
decano del núcleo de la UDO ,
Miguel Grau, incluía también a José Luis Cestari y a los psicólogos César
Avendaño y Rómulo Gipson.
El primero de diciembre, día de su
cumpleaños, doña Rosario y Diógenes Troncone Sánchez, sus protectores en cierto
modo, lo obsequiaban con una torta de chocolate, precisamente cuando iba por su
almuerzo generoso de todos los días.
Argenis quien ordinariamente anda o andaba de
paltó y en días muy especiales luciendo una corbata que según advertía le
regaló Jaime Lusinchi, comentaba haber
sido alumno de Juan Bautista Farreras aunque este había muerto ante que él
naciera y haber intentado su bachillerato en un Liceo de Caicara donde cada 28
de diciembre formaba parte de la comparsa de los locos, decidiendo un día
quedarse allí, aunque muy solo, para poder olvidar a sus 50 mujeres y seis mil
hijos que ya no podía sostener con todas las profesiones recibidas.
Pero
caminando, caminando, Baduel Parra se los ganaba a todos en fuerza, palanca,
velocidad y larga distancia. Tan pronto lo veíamos en el Mercado Periférico de
Ciudad Bolívar como en Guarataro y Maripa buscando por los lados de la familia
de Brisne Parras con la que hacía buenas
migas.
Baduel,
por los año sesenta, era alto, joven, elegante y estudioso, redactaba y
escribía a maquina como todo un experto mecanógrafo, hasta el punto que su
compañero de Partido Roger González, cuando era Presidente de la Asamblea Legislativa ,
lo puso de Secretario.
De repente nadie más supo de Baduel y una
noche de luna llena alguien que preguntó, encontró esta repuesta: “Esta en
Bárbula haciendo un curso”. Bárbula ¡Por Dios! Donde queda eso. Estás raspado
en historia. Piensa bruto, piensa, piensa con el cerebro de Girardot!.. Pues
bien, Baduel Parra un día se apareció hablando hasta por los codos y citando a
connotados intelectuales y políticos de la talla de Unamuno, Uslar Pietri,
Jorge Luis Borges y Rómulo Betancourt. El sastre Víctor Inojosa era uno de los
que desde entonces le soportaba sus interminables erudiciones mezcladas con
asuntos menores de la vida cotidiana.
Pero antes de instalarse en el sitio
donde podía dar rienda suelta a sus conocimientos literarios, hacía
escala en la Legislatura
para chequear el monto de su jubilación; después en la Casa del Partido, donde
reprendía a más de uno, y en el despacho del Vicario General de la Catedral , monseñor Samuel
Pinto Gómez, a quien saludaba en términos de realeza !Hola Príncipe! Y a la
secretaria Iris Aristeguieta !Hola
Princesa! Al día siguiente podía elevarlos: !Hola Rey! !Hola Reina! Y el día
más perturbado: !Hola Loco!” !Hola Loca! De todas maneras, Monseñor le alargaba
su mesada y él abandonaba la
Sacristía persignándose en vez de hacerlo antes de entrar
como es costumbre. (AF)
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