El primero de
septiembre de 1965, Monseñor Constantino Maradei Donato, fue objeto de jubilosa
manifestación en la Terminal del Aeropuerto de Ciudad Bolívar y allí mismo
recibió las Llaves de la ciudad, por parte del Presidente Municipal, Bachiller
Noel Valery.
Monseñor Maradei, hijo de esta
tierra, regresaba de la Gran Capital, luego de haber sido consagrado Obispo
para fundar la Diócesis de Cabimas, un dinámico como caliente y bien urbanizado
pueblo petrolero del Zulia.
Días antes, el “Padre Maradei” como
mejor era conocido, había sido preconizado por Su Santidad y tocó al
Cardenal José Humberto Quintero presidir
el ritual de la consagración, en el que obviamente participó el Obispo de
Ciudad Bolívar, Monseñor Juan José Bernal Ortiz, al lado del cual venía
Monseñor Maradei desempeñándose como Vicario General, al tiempo que docente del
Liceo Fernando Peñalver, donde pasó 22 años,
Maestro de Capilla y capellán del cuerpo de infantería.
Monseñor Maradei recién el año
anterior había presidido las fiestas bicentenario de la fundación de Angostura
en el curso de las cuales el Presidente Raúl Leoni inauguró importantes obras
públicas, entre ellas, la Concha Acústica y la remodelación del Paseo Orinoco.
Como Obispo de Cabimas, Monseñor
Maradei estuvo cinco años, al cabo de los cuales fue designado Obispo de la
Diócesis de Barcelona, donde permaneció hasta la edad de 76 años cuando recibió
del Papa Paulo II el beneficio de la jubilación el 9 de diciembre de 1991. Entonces se residenció en Caracas donde fue
fulminado por un infarto. Sus restos
fueron trasladados e inhumados en la Catedral de Barcelona, lejos del gran río
que tantas veces atravesó nadando cuando era apenas un adolescente y monaguillo
del Padre José María Villasmil en la iglesia de la Parroquia Santa Ana de Ciudad Bolívar donde nació.
Ya anciano recibió la orden Collar de Angostura que desde hacía
mucho tiempo le debía la Ciudad a la
cual le dedicó con ahínco y esmero su desvelo. Y cuando murió la voz se corrió.
“Ha muerto el padre Maradei”, y
lo repetía la gente de los morichales, de Perro Seco, de Santa Ana y los
citadinos de todas partes hilvanaban la historia, las anécdotas y las más
diversas y anecdóticas vivencias, desde 1906 que a su padre Domingo Maradei, dueño
de la Barbería Francesa de la calle Orinoco le daba por cantar Las
bodas de Fígaro.
Domingo Maradei, además de
barbero, pulpero, era junto con Antonio Caruso el primer clarinetista, de la
banda Gómez primero y Banda Dalla Costa después.
Era Domingo Maradei de los
viñedos del Sur de Italia. De allá de Moreano se vino en un segundo intento
hacía América buscando las huellas aventureras de sus tres hermanos que andaban
por esos lados de Cabrutica y Santa Cruz del Orinoco. Al fin termino radicándose
en la Ciudad más importante del río.
A Ciudad Bolívar llegó junto a
su segunda esposa Lucia Donato Decális, en cinta de sus nueve hijos: María, Ramón, quien fuera presidente del Consejo
Municipal; José, sastre residenciado en Valencia; Lino, medico fallecido a los
70 años en esta Ciudad; Carmelo, Lucia,
Elda, Armando, abogado, y Constantino, obispo.
Nueve años después de haber
llegado de la lejana provincia de Consenza la pareja Maradei-Donato, nació
Constantino en su casa de la orilla del río, frente a la iglesia Santa Ana,
donde fue invitado por el párroco de turno a servir a Dios tan pronto se hizo
un mozalbete capaz de desafiar los caimanes y alcanzar a nado la otra orilla de
Soledad o la isla El Degredo, junto con
Lino, Francisco y otros niños delfines del río.
muy buen comentario
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