José Francisco Miranda o, digamos como a él más le agradaba, Fitzí Miranda, falleció el 24 de abril de 1978, dejando atrás su obra musical como estela imborrable, además de Graciela, compañera de todos los tiempos en el afecto y por los caminos del arte, Graciela, fallecida después, era una excelente figurativa.
Fitzí Miranda no quería tener más edad de la que tenía –77 años– y se puso de acuerdo con sus hadas y nos dejó, apenas con la herencia espiritual del recuerdo de tantas horas que él supo llenar de música y de verbo, un verbo fácil y didáctico, sensible como su música, anecdótico algunas veces y urticante cuando sentía la necesidad de criticar conductas públicas desviadas.
En el marco de sus composiciones musicales, creo que su último intento fue el de complacer a Soto (ambos nacieron en Santa Ana), inventando su "Orfeón Cinético", desvanecido por la propia fuerza de su extinción física. Estaba tan entusiasmado que nos llevó a su pequeño cuarto de estudio en lo alto de su quinta "Norelsa" de la avenida Táchira y nos hizo apreciar las grabaciones de sus ensayos.
Si la pintura vibra y resuena con tambores de vanguardia en el ámbito artístico mundial signada por la novedad del cinetismo, por qué no la música?, se preguntaba. Desde que el hombre comenzó a captar la música en el monosilábico balbuceo del niño, la forma y expresión del sonido, del ritmo y la melodía se han complicado en su evolución que ya no hay manera de detenerlos. Siempre, por ello, "el futuro de la música es de difícil pronóstico".
Edgard Varese, compositor norteamericano, aconsejaba abandonar la orquesta clásica cuyos instrumentos no ofrecen sino limitaciones, y utilizar en su lugar instrumentos eléctricos para que el músico en estado de creación pueda disponer de todos los sonidos del universo. Algo aproximado creo que se proponía Fitzí cuando quiso modificar las corales o agrupaciones polifónicas: divorciarse del grupo polifónico tradicional para situarse ante el Orfeón Cinético realizando con sus cuatro voces características una polifonía moderna.
Fitzí, como Varese, se lanzaba con una nueva teoría dentro del campo de la música y la concretó con la anuencia de la zona educativa, fundando con colegas de la docencia el Orfeón Cinético del Magisterio.
Pronto llovieron las críticas solapadas, pero también los elogios. Fitzí recordaba entonces que a Antonio Estévez, autor de la "Cantata criolla", que es una de las obras musicales más nacionalistas del continente, cuando creó la "Microvibrofonía", lo connotaron de "loco" y de igual manera tildaron a Julián Carrillo en México cundo cuando estableció que en el inérvalo del medio tono se perdían ocho sonidos e ideó su sonido 13 que veinte años más tarde fue confirmado por Tchaikoski.
El Orfeón Cinético podía interpretar cuatro piezas musicales diferentes dentro de un tono armónico y dentro de un equilibrio que permitía captar los giros de sus correspondientes melodías. Así, por ejemplo, y previo el levantamiento de un sonograma, Fitzí llegó a penetrar con el vals "Sombra en los Médanos", las melodías de los valses Miosotys, Danubio Azul e Ilusión.
Lamentablemente, el Orfeón Cinético no duró el tiempo deseado. Muy pronto, quizá por falta de coherencia, entusiasmo y unidad de sus componentes, se disolvió y por la muerte de su autor no fue posible que renaciera otro grupo, pero unas cuantas presentaciones dejaron testimonio de la inquietud y estado de creación permanente del profesor José Francisco Miranda.
Fitzí vivió en constante búsqueda y antes del Orfeón Cinético había ideado un método de alfabetización musical y otro para enseñar música a sordomudos. (AF)
Nuestro Profesor Fitzí...gran amigo de mi casa, una de la pocas personas a quien tuve el placer de ver en mi matrimonio, realizado por cierto en casa del Dr Jorge Mistage. Gran músico, gran innovador. Sin embargo, como regalo de cumpleaños mi padre le llevó al modesto grupo de rock "Los Teen Stars", que había yo formado junto a George Shaw, Carlos Bates y mi hermano Carlos, y no le gustó al profesor nuestra música; mi padre, respetuosamente, nos ayudó a recoger nuestros instrumentos y nos fuimos, con las tablas en la cabeza. Hoy se nos recuerda como el primer grupo de rock del sur-oriente de Venezuela! Ironías de la vida... Es una hermosa anécdota, pues en su vejez le hubiésemos sido de mucha utilidad con su Orfeón Cinético, al menos en lo que se refiere a frecuencias de onda, cables y asuntos técnicos. Gran persona, Fitzí, genio de la música, le recordamos con profundo cariño y respeto.
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