jueves, 12 de abril de 2012

Los pies más bonitos


Los concursos de bellezas sobre algún aspecto físico resaltante e imprescindible de la mujer, casi siempre auspiciado por alguna firma mercantil o establecimiento comercial de amplio mercado regional, nacional o internacional, llegaron a calar con mucho interés y emoción en Ciudad Bolívar, y el modo básico de la elección consistía en la venta de votos por las candidatas postuladas o inscritas.

Así, el 11 de junio de 1928, se publicitó el concurso sobre el pie más bonito, promovido por José Francisco Miranda (Fitzi), músico, compositor y, en esos días, empresario de los Cines América y Royal. El concurso lo ganó Corina Sánchez Gutiérrez con 1.140 votos, seguida de María Ortiz, con 695. Por supuesto, en el proscenio del Cine América, la muchacha mostró al público sus atractivos atributos físicos entre los cuales sobresalían las extremidades de sus miembros inferiores, esas que nos sirven para sostenernos, pisar y andar hasta que el cuerpo aguante.

En esos días, cuando llegó al aeropuerto de la Laja de la Llanea el primer avión civil y comercial, el chismorreo y las tertulias sobre el pie más lindo de la ciudad parecía nunca terminar y hasta chistes se inventaron. Se sacó a colación lo escrito por un tal Spoiner, según el cual el mal llamado fetiche por el pie es compartido por un gran número de personas. (Sigmund  Freud usó el concepto para describir una forma de parafilia donde el sujeto de afecto es, o es representado, por un objeto o una parte del cuerpo de una persona).

En mayor o menor medida, muchos reconocen prestarle singular atención a esa parte del cuerpo que incluso muchas mujeres olvidan. Spoiner explica por qué el pie femenino es para algunos de los hombres un objeto de belleza independiente de todo el resto del cuerpo.

Pide Spoiner que nos olvidemos del resto de cosas independientes de la mujer y nos concentremos en la estética. Él cree y está convencido de que la parte más suave del cuerpo de las mujeres es el empeine, quienes tengan experiencia sabrán a que se refiere, si no, comparen. Aquellos que adoren los pies se habrán podido dar cuenta, al posar labios o cara que casi nunca hay vellos de ningún tipo. Es como si una fuerza sobrehumana rociara el teflón en esa parte haciendo que el roce sea de las cosas más exquisitas que se dan. Sin contar que el pie es por donde se empieza a subir. Quien parte por los pies, rara vez no termina en la vagina.

Les pediría -dice Spoiner- que, ahora que se acerca el verano, se fijen bien. Fíjense como caminan, tomen en cuenta como las mujeres cuando caminan lo hacen con un paso de gacela grácil. Fíjense en los tobillos, la parte más fina (en tamaño y proporción) de todo el cuerpo, superando a la muñeca y se darán cuenta que no carecen de gracia en lo más mínimo. Fíjense cuando ellas están con faldas y estiran los pies. Todo el resto de la musculatura de las piernas se mueve de acuerdo al movimiento directo del pie de las mujeres, haciendo una danza capaz de hipnotizar a un hombre como un mono se hipnotiza ante un arbolito de Navidad y Año Nuevo.

Tomen en cuenta la historia del calzado femenino. Muchísimas culturas han diseñado esa prenda de acuerdo a la estética, no a la comodidad, por algo será. Nuevamente solo para el deleite de nosotros, los entendidos. Sé que muchos hombres de acá les parecerá extraño, pero repito, solo algunos afortunados tienen ese tipo de “programación (AF)

miércoles, 11 de abril de 2012

JOSÉ FRANCISCO MIRANDA )Fitzí)



José Francisco Miranda o, digamos como a él más le agradaba, Fitzí Miranda, falleció el 24 de abril de 1978, dejando atrás su obra musical como estela imborrable, además de Graciela, compañera de todos los tiem­pos en el afecto y por los caminos del arte, Graciela, fallecida después, era una excelente figurativa.
Fitzí Miranda no quería tener más edad de la que tenía –77 años– y se puso de acuerdo con sus hadas y nos dejó, apenas con la herencia espiri­tual del recuerdo de tantas horas que él supo llenar de música y de verbo, un verbo fácil y didáctico, sensible como su música, anecdótico algunas veces y urticante cuando sentía la necesidad de criticar conductas públicas desvia­das.
En el marco de sus composiciones musicales, creo que su último intento fue el de complacer a Soto (ambos nacieron en Santa Ana), inventando su "Orfeón Cinético", desvanecido por la pro­pia fuerza de su extinción física. Estaba tan entusiasmado que nos llevó a su pequeño cuarto de estudio en lo alto de su quinta "Norelsa" de la avenida Táchira y nos hizo apreciar las grabacio­nes de sus ensayos.
Si la pintura vibra y resuena con tambores de vanguardia en el ámbito artístico mundial signa­da por la novedad del cinetismo, por qué no la música?, se preguntaba. Desde que el hombre comenzó a captar la música en el monosilábico balbuceo del niño, la forma y expresión del sonido, del ritmo y la melodía se han complicado en su evolución que ya no hay manera de detenerlos. Siempre, por ello, "el futuro de la música es de difícil pronóstico".
Edgard Varese, compositor norteamericano, aconsejaba abandonar la orquesta clásica cuyos instrumentos no ofrecen sino limitaciones, y utilizar en su lugar instrumentos eléctricos para que el músico en estado de creación pueda disponer de todos los sonidos del universo. Algo aproximado creo que se proponía Fitzí cuando quiso modificar las corales o agrupaciones poli­fónicas: divorciarse del grupo polifónico tradi­cional para situarse ante el Orfeón Cinético realizando con sus cuatro voces características una polifonía moderna.
Fitzí, como Varese, se lanzaba con una nueva teoría dentro del campo de la música y la concretó con la anuencia de la zona educativa, fundando con colegas de la docencia el Orfeón Cinético del Magisterio.
Pronto llovieron las críticas solapadas, pero también los elogios. Fitzí recordaba entonces que a Antonio Estévez, autor de la "Cantata criolla", que es una de las obras musicales más nacionalistas del continente, cuando creó la "Microvibrofonía", lo connotaron de "loco" y de igual manera tildaron a Julián Carrillo en México cundo  cuando estableció que en el inérvalo del medio tono se perdían ocho sonidos e ideó su sonido 13 que veinte años más tarde fue confirmado por Tchaikoski.
El Orfeón Cinético podía interpretar cuatro piezas musicales diferentes dentro de un tono armónico y dentro de un equilibrio que permitía captar los giros de sus correspondientes melo­días. Así, por ejemplo, y previo el levantamiento de un sonograma, Fitzí llegó a penetrar con el vals "Sombra en los Médanos", las melodías de los valses Miosotys, Danubio Azul e Ilusión.
Lamentablemente, el Orfeón Cinético no duró el tiempo deseado. Muy pronto, quizá por falta de coherencia, entusiasmo y unidad de sus componentes, se disolvió y por la muerte de su autor no fue posible que renaciera otro grupo, pero unas cuantas presentaciones dejaron testi­monio de la inquietud y estado de creación permanente del profesor José Francisco Miran­da.
Fitzí  vivió en constante búsqueda y antes del Orfeón Cinético había ideado un método de alfabetización musical y otro para enseñar música a sordomudos. (AF)

martes, 10 de abril de 2012

El Obelisco de Ciudad Bolívar



Tras la muerte de Juan Vicente Gómez el 17 de diciembre de 1935, las manifestaciones contra todo lo hecho por los gobernadores de turno en el estado Bolívar, para exaltar la persona del dictador, fueron agresivas; y es así como, un grupo de citadinos encabezado por Alida y Trina Gambús, Hortensia y Armida Suegart, Miguel María Escalante y Carlos Kleyser, echaron abajo la alegórica triada escultural de bronce incrustada en una de las caras inferiores del Obelisco, la cual se apoyaba en el lema Venezuela, Paz y Trabajo.  Dos años antes de la muerte del dictador, manos ocultas habían modificado el lema sustituyendo la “Z” por el monosílabo “SA” con lo cual resultó la frase Venezuela pasa trabajo.

El Obelisco fue erigido como un monumento a la Federación para conmemorar el 27 de abril de 1870, fecha en la que el general Antonio Guzmán Blanco inició la recuperación del poder arrebatado por la Revolución de los Azules al líder de la Guerra Federal Juan Crisóstomo Falcón. Fue decretado el 23 de mayo de 1873 por el presidente de la Provincia de Guayana general José Gabriel Ochoa e inaugurado el 27 de abril de 1874, coronado con un busto del Ilustre Americano que posteriormente, el 28 de octubre de 1889, fue eliminado por decreto de la Asamblea Legislativa, que en ese entonces presidía el diputado Doroteo de Armas. Fue el año en que Guzmán Blanco cayó en desgracia y sus estatuas erigidas en vida fueron derribadas.

Durante el gobierno del general Marcelino Torres García el Obelisco fue incorporado a la llamada Plaza de la Rehabilitación, levantada en diciembre de 1916 y mediante un concurso ganado por el artista guayanés Juan de Dios Baldivián, se le incorporó la triada escultórica de bronce, sacada de cuajo por la muchedumbre el día del fallecimiento del hombre que sojuzgó al país por espacio de tres decenios.

El Obelisco, libre de bustos y alegoría, quedó de todas maneras de pie con su estructura de ladrillo y mezcla mulata, como monumento a la guerra Federal en la que por cierto, Guayana no tomó parte, pero allí estaba y quedó la estructura que los bolivarenses siempre respetaron y que jamás toleraron ningún agregado, menos cuando esos aditamentos se decretaban cómodamente para exaltar la megalomanía de ciertos gobernantes.

En 1961, siendo gobernador del Estado el ingeniero Leopoldo Sucre Figarella y a propósito del centenario de la capital monaguense, se le quiso rendir homenaje a la ciudad de Maturín donde Piar, Libertador de Guayana, ganó tres batallas consecutivas durante la Guerra de Emancipación, y se aprovechó el Obelisco desolado para centrarlo en una plaza, la Plaza Ciudad de Maturín. Para cuya inauguración vino el gobernador de ese estado, así como los miembros del Concejo Municipal de esa entidad federal.

Luego de una sesión solemne de la Municipalidad, presidida por el concejal Luis Felipe Pérez Flores, las autoridades monaguenses fueron declarados Huéspedes de Honor; firmaron el Libro de Oro de la ciudad y, finalmente, se trasladaron a la plaza para cumplir el programa inaugural, donde intervinieron el profesor José Francisco Miranda, el vicepresidente del Concejo Municipal de Maturín, doctor Juan Carlos Millán y el bachiller Luis Felipe Pérez Flores, quien resaltó la  importancia del acto y los valores históricos de la ciudad cumpleañera fundada el 7 de diciembre de 1760 por el fraile Capuchino Lucas de Zaragoza, como pueblo de misión de indígenas Guaraunos.

La Plaza Maturín fue dotada de jardín y un espejo de agua, pero su atractivo principal es el Obelisco en la Avenida 5 de Julio, frente al Liceo Fernando Peñalver.(AF)

lunes, 9 de abril de 2012

El Melocotón Criollo de los Bolivarenses


El 17 de enero de 1944, el Bachiller Ernesto Sifontes, observador hidrográfico del Orinoco, publicó una crónica exaltando el Mamón del Paseo Gáspari  como un hermoso ejemplar de setenta años, una preciosa mina para su propietario cada vez que cargaba, pues vendía a diez bolívares cada racimo que la gente se disputaba porque decían que el mamón era bueno para mantener la piel lozana. 
Un poco más adelante se extendía el “Morichal de La Palomera” que ocupó el Provisor y Vicario de la Diócesis de Guayana, Silvestre Guevara y Lira.  Por eso lo llamaban también el “Morichal del Obispo” en cuyo sitio creció una gigante y esplendorosa Ceiba.  En cierta ocasión se corrió la especie según la cual la Ceiba estaba preñada y la gente en romería iba a ver el extraño fenómeno que duró hasta que fue necesario talarla para transformar la vía en el actual Paseo Gáspari, nombre popularizado desde el momento en que el médico Santos Gáspari, construyó en el lugar la primera casa quinta,  El médico, muy solícito y humanitario llegó a ser Presidente del Estado, no obstante su condición de italiano.  Era que los guayaneses no reparaban en la nacionalidad sino en la inteligencia y capacidad del individuo para resolver los problemas y, sin duda, que Gáspari los resolvía sin la mayor dilación.
Por supuesto que tanto el Obispo como Gáspari disfrutaban por temporada y en tiempo de cosecha del Mamón que un vecino prefería llamar “Maco” y algunas veces  “melocotón criollo”.
En otras partes de la ciudad había este frutal, pero el del Paseo Gáspari era característico no sólo por sus drupas sino por su porte y  porque medía unos 30 metros de altura, con hojas alternas en forma de espiral.  Todo el año parecía ser temporada en especial de marzo a agosto.
La drupa de este árbol del Paseo Gáspari era redonda  de cascara verde delgada y quebradiza principalmente en su temporada de maduración y se agrupaba en grandes ramos.  La fruta en sí  rodeadas de una pulpa salmón gelatinosa, jugosa y comestible. El Bachiller Sifontes lo recomendaba aduciendo que era rica en hierro  y fósforo y que  se debía tener cuidado al consumirlo, especialmente por los niños, ya que la semilla rodeada por la pulpa es resbaladiza y si es tragada accidentalmente puede atorarse en la garganta y causar la muerte por sofocación.
Los bolivarenses, además de la pulpa, aprovechaban la almendra tostada  parecida a la del merey. Los indígenas del Orinoco consumen la semilla cocinada como sustituto de la yuca y algunas familias campesinas la convierten en horchata para curar los parásitos en los niños. . La bebida de la decocción de la hoja con sal se usa para desórdenes nerviosos y fiebres. Las gárgaras con el jugo de la hoja macerado se emplean para dolor e infecciones de garganta. Con la semilla tostada y molida se hace un jarabe o té que se toma para la diarrea. También  se utiliza para este mismo fin mezclado con miel de abeja.
Tina, la madre de Lourdes Salazar Bossio que, según el doctor José Luis Candiales, se esmeraba en endulzaba el palar de los citadinos, solía usar el mamón en refresco, postres, helados y turrones. A pesar de que el uso como frutal es el principal, la madera de este árbol es de buen diámetro y apta para obras de construcción y carpintería general.  El Señor José Rivas, ebanista que tenía su taller en el Zanjón, empleaba la madera en obras finas de ebanistería, pero para el  interiores pues no es una madera durable. (AF)

miércoles, 4 de abril de 2012

El Nazareno de Ciudad Bolívar también tiene su leyenda



De las imágenes de la Semana Mayor, las más veneradas por los católicos venezolanos son las del Nazareno y excepcionalmente el Cristo del Buen Viaje de la Iglesia de Pampatar. Entre todas, las más notables quizás sean las del Nazareno de San Pablo en Caracas y el Nazareno de Achaguas en el Estado Apures, cada cual con  historias y leyendas que vigorizan las creencias tradicionales. Pero el Nazareno de Ciudad Bolívar abriga una leyenda religiosa que no ha podido trascender más allá del Orinoco sino que permanece como cautiva en el seno espiritual de la feligresía bolivarense devota
            La feligresía bolivarense devota cree que el Nazareno de la Catedral de Ciudad Bolívar, talla de madera que se remonta a tiempos de la Colonia, camina por las noches, sube y baja las cuestas del Casco Histórico y a veces se interna por zonas rurales y selváticas, pues indicio de esta afirmación son el ruedo del hábito raido y llenos de espinas y abrojos.
            Quienes han tenido por décadas el oficio de vestirlo, confeccionar y bordarle los hábitos de terciopelo morado para la procesión tradicional de la Semana Mayor, dan fe de lo que se comenta y poco o nunca se ha divulgado por los medios de comunicación que “el Nazareno de la Catedral de Ciudad Bolívar camina y visita descalzo a quienes lo invocan para sanar sus lesiones”
            El sastre Asunción Aray, padre del periodista Ramón Aray, ambos fallecidos, así como la costurera Cándida Rosa Aray, han dejado testimonio oral de esa creencia de rasgos religiosos que de manera metafórica muchas veces dejó caer desde el púlpito Monseñor Dámaso Cardozo y el Padre Villasmil.
            También del Nazareno de San Pablo, devoción de los caraqueños, se han dicho cosas parecidas, la más popular incluso cantada por Andrés Eloy Blanco,  que en  1597 una epidemia de peste del vómito negro o escorbuto afectó a la ciudad de Caracas. En ese entonces la población dedicaba gran parte de su tiempo a labores religiosas de rezos para el Nazareno de San Pablo. Cuenta la leyenda que en el lugar cercano al templo de San Pablo existía una huerta plantada de limones cuyos azahares perfumaban el ambiente. En cierta ocasión la epidemia azotaba a los Caraqueños, por ello, el nazareno fue sacado en procesión a petición de los feligreses. Al pasar la imagen por la huerta, un racimo de limones quedó enredado entre la corona de espinas del Nazareno, cayendo al suelo algunos. Los devotos los recogieron, dándolos como medicina a los enfermos, quienes sanaron prontamente
            Del Nazareno de Achaguas, ligado a la guerra de Independencia y a la figura del General José Antonio Páez, se dice que éste,  antes de partir se dedicó a orar en la iglesia de la ciudad prometiendo la imagen de Jesús Nazareno si lograba la victoria en el Campo de Carabobo y al efecto salió victorioso en la trascendental contienda, pero su promesa no pudo cumplirlá sino el año de 1833 cuando le encarga al tallista español Merced Rada la imagen que es entregada a la iglesia en 1835, cico años después de haber separado a Venezuela de la Gran Colombia.
            El Nazareno de Achaguas es una talla de 1.80 metros de altura y la cruz 2.70 metros de largo.  El Miércoles Santo se congrega  el pueblo de Achaguas para pedir favores y pagar promesas. La imagen es sacada de la iglesia a las 5 de la tarde y llevada por los creyentes en procesión hasta la medianoche al igual que ocurre con el Nazareno de la Catedral de Ciudad Bolívar. (AF)




martes, 3 de abril de 2012

El Linotipo llega a Guayana


El 16 de octubre de 1911, la editorial “La Empresa” de los Hermanos Suegart adquirió el primer Linotipo que llegó a Ciudad Bolívar, comienzo de otros que se fueron incorporando meses después.  Se trataba de un Linotipo modelo 5 y de otros accesorias  tipográfico. 
Esa máquina, una de las últimas creaciones de la Mergenthaler Linotipe de New York, reunía en sí incalculables ventajas para el taller tipográfico.  Realizaba una tarea rápida fuera de lo común logrando dar salidas a gran cantidad de trabajos en corto  tiempo.  Después de la capital de la República, fue Ciudad Bolívar la única que había introducido en el ramo de  imprenta los adelantos modernos de tan importante industria.    En Caracas sólo el diario “El Universal” la poseía.
            En la editorial “La Empresa” se editaban varias publicaciones, entre ellas “El Luchador, vespertino que con la colaboración del Gobierno Regional y el Comercio se suscribió a la Agencia Pumar de noticias.   De esta manera quedó  a la par de El Universal y el diario El Tiempo de Caracas, al publicar el mismo día las informaciones internacionales enviadas por vía telegráfica.
            Con la introducción del segundo linotipo, he aquí lo que editorializó el vespertino de los Hermanos Suegart: “Con la adquisición de una nueva máqui­na de Linotipo y de otras accesorias  a todo taller tipográfico; hemos cre­ído dar un paso más en el camino del pro­greso de nuestra Empresa y por consiguiente del progreso de la tierra que nos vio nacer. Esta máquina, una de las últimas creaciones de la Mergenthaler Lino­tipe de New York; reúne en sí incalculables ventajas para nuestro taller tipográfico, y para la edición de nuestro Diario y el mejor servicio del público, que nos favo­rece, pues ella hace el trabajo de dos máquinas a la vez, logrando dar salida a gran cantidad de trabajos en corto espacio de tiempo.
Hace apenas un año inauguramos el primer  Linotipo en nuestros talleres, y ya hoy contamos con una nueva instalación, que en verdad nos enorgullece, por ser Ciudad Bolívar, después de la capital de la república, la única ciudad que ha introducido en el ramo de imprenta, los adelantos modernos de tan importante industria. Y decimos después de la capital, porque hasta la fecha no hemos sabido que en ninguna otra población venezolana, se haya alcanzado tal progreso, y en Caracas misma solo una empresa diarística lo posee.
            Es pues, lo repetimos, de justo orgullo para nosotros, el movimiento que hoy agita la empresa tipográfica que dirigimos y de la cual somos propietarios. Fundada ha pocos años por nuestro padre, el señor Agustín Suegart, a ella hemos dedicado todos nuestros desvelos, todos nuestros arrestos juveniles y todo el entusiasmo que  por la hermosa religión del trabajo, guarda cada días más fuerte y acendrado, nuestra alma.
Poco ha sido el tiempo transcurrido desde la fundación de la  Empresa hasta la época presente.
Una prensa pequeña de imprimir marquillas para cigarros, fue la base fundamental de ella, y hoy contamos para atender y despachar los trabajos con que cada día se nos favorece más, con una batería de 22 máquinas entre las cuales se encuentran dos grandes máquinas de linotipo para prensa Hoe y  Golding las cuales son movidas por un motor de alta potencia.  También contamos con un equipo completo de encuadernación que para mayor facilidad de su labor, posee máquinas numeradoras, perforadora y de cocer con alambre y de redondear los esquineros de los libros.
Como complemento auxiliar, hemos montado un tren tipográfico de composición a la mano  con toda la variedad de tipos conocida.” (AF)


lunes, 2 de abril de 2012

El Late 28 a ritmo de pasodoble


La Latécoère 28 o Laté 28 como mejor lo identificaban los guayaneses, era un avión de pasajeros con los que Latécoère Mermoz cruzó el Atlántico Sur por primera vez 12 de mayo 1930.

Se hizo famoso por su uso en las comunicaciones en América del Sur, particularmente en Venezuela con base en Maracay. A Ciudad Bolívar llegó por primera vez ese año que inició sus vuelos comerciales extendidos al interior de Guayana, incluso Trinidad.

Para los bolivarenses constituyó un gran acontecimiento y una necesidad hasta el punto de celebrarlo con canciones. Composiciones musicales le dedicaron, entre ellas un pasodoble del profesor José Francisco Miranda (Fitzi), quien era el director de la Banda del Estado, poco después sustituido por Laudelino Mejía, autor del vals “Conticinio”.

Con la banda, en una retreta pública en el mismo Paseo, estrenó el pasodoble “Late-28” en alusión a los vuelos de Aeropostal con los aviones franceses Lateoere-28 inaugurados oficialmente, entre Maracay y Ciudad Bolívar, bajo el mando del piloto Paúl Vachet y Gastón Chenú.

El vuelo inaugural se hizo con los periodistas José Nucete Sardi, redactor de El Universal; J. A. Cova, redactor de El Heraldo; Pierre Clemenceau, nieto del célebre George Clemenceau, el viejo Tigre de Francia y varios funcionarios del Gobierno.

Ese mismo año, el profesor Miranda estrenó también el joropo “La Sapoara” y Félix Mejías los valses “Feliz regreso” que junto con “Rayo de luz”, “Adoración” y “Mi dulce Carmen” grabó con la Brunswick Record Corporativo.

El lunes 10 de marzo, a las 10:15 de la noche, la Broadcasting Caracas dedicó un programa radial a la música guayanesa por cortesía de la Shell y en ese programa, por supuesto, no faltó el joropo La Sapoara, de donde surgió un contrato con la South Music Publishing & Cia de New York para ser grabada.

La letra de este joropo refleja la leyenda que después recogerá Gallegos en “Canaima” y dice: “cómeme recién llegao / soy sapoara del infierno / que atraganta al forastero / y lo caso en tres por cuatro /con muchacha de mi pueblo / una vez comió un jorungo / cabeza de la sapoara / cabeza de sapoarita / y de grito pidió al cura / que le diera agua bendita / creyendo así liberarse / de las muchachas bonitas”. Estas unidades aéreas de fabricación francesa que surcaban los cielos venezolanos y tocaban en el aeródromo de Ciudad Bolívar, pertenecían a la Compagnie Genérale Francaise que cubría las rutas nacionales e internacionales desde 1929. El primer guayanés en viajar en el Latecoere-28 fue el comerciante Alejandro Uncein. Inmediatamente después se inauguraron los vuelos al interior del estado. El primer vuelo al interior se realizó el 16 de mayo de 1930 haciendo escalas, desde Ciudad Bolívar, en Upata, Guasipati, El Callao y Tumeremo. Viajaron como invitados Carlos Rodríguez Jiménez, Ernesto Sifontes, Antonio María Delgado, Jorge Suegart, Marcelino Torres, José Acquatella, Rafael Gómez Rengel y Oroncio Valderrama. Quince días después el Late-28 inauguró la ruta Ciudad Bolívar-Maturín y posteriormente la ruta Ciudad Bolívar-Trinidad. El pasaje de Ciudad Bolívar a Maracay costaba 55 bolívares; Ciudad Bolívar a Upata, 120 bolívares; a Guasipati, 215; a Tumeremo, 275 y  Trinidad Bs. 350.

El ramal aéreo Ciudad Bolívar-Trinidad fue inaugurado con un Late-28 pilotado por Paul Vachet, el 8 de enero de 1931. Despegó a las 2:00 de la tarde llevando como pasajero a Miguel Odremán, Dr. Aveledo Urbaneja, Harry Darling y Enriqueta de Cerani. 500 trinitarios aproximadamente le dieron la bienvenida al Late 28 a ritmo de pasodoble tras aterrizar en la sabana de Piarco. (AF)