Recopila las crónicas que diariamente vengo publicando en el Correo del Caroní y Red Social
sábado, 10 de diciembre de 2011
PUBLICIDAD DEL SIGLO PASADO EN CIUDAD BOLÍVAR
La publicidad es tan antigua como el mercado mismo. La necesidad de dar a conocer un producto o un servicio por el medio masivo más adecuado, impuso lo que actualmente conocemos como publicidad.
La técnica de comunicación comercial de nuestros días está más que avanzada en comparación con las formas primitivas de hacer publicidad, Hoy en día se cuida mucho la forma y estética del mensaje tomando en cuenta lo que se recomienda o sugieren algunas disciplinas relacionadas con el comportamiento del ser humano como la psicología, la sociología, la antropología, la estadística y la economía. Todos estos temas, por lo general, son indispensables, científicamente hablando, en el estudio de mercado y concepción de un mensaje adecuado para el público.
Por supuesto que hasta mediados del siglo veinte, la publicidad era más simple y menos científica pues el mensaje publicitario no contaba con los medios radioeléctricos y audiovisuales de hoy, sino con el mensaje periodístico completado con los cartelones, los vidrios cinematográficos y los impresos tipográficos.
Particularmente, los periódicos bolivarenses hasta muy avanzado el siglo pasado distribuían la publicidad en primera y última páginas. Una publicidad constante, frecuente en primera página, era la Emulsión de Scott, la del hombre del bacalao, que para le época parecía no sólo la panacea de muchos males comunes sino que además prometía buena salud y crecimiento. Destacaba la que el establecimiento mercantil “El Cóndor” dedicaba a los fonógrafos portátiles recién llegados de los Estados Unidos, distribuidos por Miguel L. Ramírez. Asimismo, E. Boulissiere vendía fonógrafos y discos Pathé. Nunca faltaba la publicidad de las Velas Huecas, de superior estearina considerada de mayor duración que las macizas a juicio de su fabricante en Caracas, E. Franklin.
Los cigarrillos La Colombina cuya cajetilla venía con la figura de un animal que se sorteaba todos los meses y se pagaba cinco bolívares por cada animal premiado. El febrífugo de Valentiner Behrens preparado con plantas indígenas que según la publicidad era infalible contra el paludismo, las afecciones del bazo y del hígado. Las píldoras topológicas del N. Bolet, recomendadas para regenerar la sangre y tonificar el sistema nervioso.
Perfumes de toda clase, especialmente los de marca Rigaud, violeta blanca, de Birmania, Flores de Auvrnia, Luis XV, Lilas de Persia; píldoras vegetales de Bristol, purificador zarzaparrilla, píldoras purgativas del Doctor Guillie, Ron viejo hilo de oro, el Cholagogue universal publicitado como el más poderoso, el más activo y el más popular de todos los específicos contra el Paludismo, Hemoglobina en vino y granulada para combatir la anemia, la Febricine para atacar las fiebres y disentería, el jarabe de Nafé contra la tos, el resfriado y la bronquitis.
La Botica El Águila de Guillermo Lange se gastaba un cuarto de aviso en los periódicos para promocionar su variedad de perfumes importados. Agostine & Mariani vendía el vino Medoc; Alejandro Castro tenía una Agencia de despacho de buques en la calle Dalla Costa; La Botica del Orinoco, situada en la Alameda vendían Bacilina anticatarral. Boragina competía con sus tijeras de barbero desde la calle Orinoco con las de Antonio Lauro en su “Petit Trianon Barbería”.
Estaban de moda y bien publicitadas novelas de Víctor Hugo, Dumas, Claretie, Sué Pierre Loti, Belot. Se vendía el tomo a 2 reales. La heladería de Iberia de los Hermanos Palazzi vendía unos helados que muchos mezclaban con la colita Cardier.
Blohm, Acquatella y Pietrantoni exportaban cueros, Domingo Valery exportaba Balatá; Virgilio Casalta, cauchos del Caura; Palazzi Hermanos, plumas de garza; Rafael Bermúdez, café y oro fundido. Todos estos productos publicitados casi diariamente en la prensa local. (AF)
viernes, 9 de diciembre de 2011
La novedad de las bombillas

La llegada de la luz eléctrica a Ciudad Bolívar inclinó a numerosas casas mercantiles a incorporar el ramo de los artefactos eléctricos como bombillas, sócates, cables, fusibles y la última novedad en esa materia según publicidad de entonces fueron las llamadas “Lámparas eléctricas movedizas” (en la foto) de la marca Wolf. Esta lámpara se podía colocar en cualquier lugar “y siempre la luz sin lastimar la vista”. La recomendaban para los doctores como algo indispensable. Asimismo para los dentistas, dibujantes y escribanos. Para las señoras que acostumbraban coser en máquinas, lo mismo que para las señoritas que tocaban el piano. La dicha lámpara constaba de tres brazos, 42 pulgadas, extendidas y 14 dobladas.
Niqueladas, de latón o cobre. Estas lámparas llegaban por el puerto fluvial de la ciudad procedentes de la casa Mendoza Bros de Nueva York.
Había casas de familias y sedes de instituciones oficiales que no obstante haber contratado el servicio de energía eléctrica difícilmente abandonaron las antiguas lámparas de carburo granulado o acetileno. Por ejemplo, la Catedral instaló el 13 de marzo el alumbrado de gas acetileno con un aparato central generador marca “Monach” importado de los Estados Unidos. Daba una luz clara en tres arañas, con diez mecheros cada una en la nave mayor; 14 mecheros en el Presbiterio del Altar Mayor; una en la Sacristía; 5 en el Coro Alto; 15 en la nave lateral del Carmen; 15 en la lateral de Cristo; por su instalación el obispo Durán pagó 682,85 pesos.
La bombilla o lámpara incandescente llegó a Ciudad Bolívar al mismo tiempo que entró en servicio en julio de 1911 la Planta Eléctrica movida por vapor producido en calderas con carbón antracita. Las bombillas se instalaban dentro de las edificaciones y en el ambiente externo los llamados arcos voltaicos, de una luz más intensa producida por electrodos alimentados con una corriente de 10 amperios. La corriente provocaba un gran calentamiento en el punto casi de contacto de los electrodos dando lugar entre ellos una descarga luminosa similar a la llama.
La bombilla es uno de los inventos más utilizados por el hombre desde su creación hasta la fecha. Según la revista Life es la segunda más útil de las invenciones del siglo XIX. La comercialización de la bombilla por parte de la compañía Edison estuvo plagada de disputas de patentes con sus competidores.
En torno a 1914 las bombillas sufrieron una fuerte reducción de su vida útil, disminuyendo su duración de las 2 mil 500 a las mil horas. La bombilla se convirtió así en el primer objeto de consumo víctima de la obsolescencia programada. El cartel de productores, participado entre otros por Phillips, Osram y Zeta, llegó a un acuerdo de colusión para fomentar la adquisición de bombillas reduciendo conscientemente su duración.
Los bolivarenses de la ciudad capital estaban felices con la llegada de la electricidad y todo cuanto ello significaba para el porvenir de la ciudad. Los únicos que parecían preocupados eran los vecinos de la planta por el ruido que producía y optaron por ofrecer en ventas sus viviendas a la compañía. Preferían disfrutar a la distancia del beneficio de una electricidad a la cual muchos le atribuían algo mágico. Si era capaz de imitar la luz del día para disolver la noche, cualquier cosa más podía esperar la gente del fenómeno y de ello estaba seguro el doctor Chass De Grath, quien inventó el específico “Aceite eléctrico” para calmar toda clase de dolor. Se hacían entonces toda clase de especulaciones y hubo quien pensara si acaso los arcos voltaicos no contribuirían a aumentar la temperatura del verano por las noches. (AF)
jueves, 8 de diciembre de 2011
Los libros de Heddy Sevilla
Era un sábado por la tarde cuando los libros “Argumentación sobre investigación - desempeño docente” y “Herramientas y algo más para crecer” de Heddy Sevilla fueron bautizados con agua bendita en un ambiente fresco y airoso del Museo Histórico de Guayana que entoces dirigía el doctor Oswaldo D´ Sola.
Generalmente los libros son presentados y bautizados con champaña, flores y hasta con aguas del Orinoco, pero acaso por primera vez se modificó el ritual tradicional con un sacerdote invitado, en este caso, el padre Ángel Tomedes (+), párroco de la Catedral, quien bautizó las obras con el agua utilizada por la Iglesia para librar a los recién nacidos del pecado original.
Con el hisopo y una oración que el breviario eclesiástico reservado para estas ocasiones, el sacerdote bautizó la obra literaria concebida con el amor y la pasión de quien se desvela por servir a una sociedad que busca fortalecer sus conocimientos.
Este sencillo y asistido acto del sacerdote provisto de estola larga y de un azul luminoso, fue culminado con la palabra fácil, referencial y enaltecedora del ex magistrado judicial Omar Duque, quien se refirió al contenido didáctico de los libros y al esfuerzo que venía haciendo su colega la doctora Sevilla para compartir de ese modo sus experiencias y conocimientos adquiridos a través de la lectura y el estudio, con quienes ejercen profesiones afines o simplemente estudian o se sienten atraídos por esos temas.
El libro “Argumentaciones sobre investigación y desempeño docente” se presentaba como una obra dirigida especialmente a investigadores y formadores, en cualquier nivel de desempeño, toda vez que como líder, el docente en su actividad debe siempre aspirar y procurar un equilibrio entre la suavidad y el rigor: enseñanza, educación y valores. En este libro el docente encuentra principios adaptados a nuevos retos y compartir el argumento de la autora cuando afirma que la gestión formadora, es un acto de amor.
En cuanto al libro “Herramientas y algo más para crecer”, la autora abriga la intención del reencuentro con nuestros valores primarios esenciales, como el valor de la familia, la honestidad, la solidaridad, de donde devienen nuestros valores nucleares.
Heddy Sevilla era abogado, magíster scientiarum en Ciencias de la Educación y especialista en Educación Superior. Fue juez del Poder Judicial y fiscal del Ministerio Público, docente en universidades privadas. Aficionada al arte constructivista de manera tal que ha representado a Venezuela como artista plástico en eventos importantes. Escribió obras para pre y postgrados, además de novelas, cuentos, poesías y ensayos.
A manera de prólogo en uno de estos libros, monseñor Samuel Pinto Gómez, vicario general de la Arquidiócesis, recién recuperado de los males que al final lo llevaron a la tumba, habla de la gentileza y amistad franca y abierta de esta mujer, subrayando que nunca le oculta nada a nadie. “En sus aulas, en sus escritos y en sus conferencias siempre apareció tal como es, generosa, amplia y de una arraigada vocación de servir y dar a los demás un poco de sus conocimientos, que de algún modo, han sido herramientas para sus triunfos. Admiré en ella los esfuerzos de su quehacer diario, admiré la constancia, la dedicación y el amor a su profesión y a su trabajo, reflejado en todo momento hacia la comunidad”. (AF)
Generalmente los libros son presentados y bautizados con champaña, flores y hasta con aguas del Orinoco, pero acaso por primera vez se modificó el ritual tradicional con un sacerdote invitado, en este caso, el padre Ángel Tomedes (+), párroco de la Catedral, quien bautizó las obras con el agua utilizada por la Iglesia para librar a los recién nacidos del pecado original.
Con el hisopo y una oración que el breviario eclesiástico reservado para estas ocasiones, el sacerdote bautizó la obra literaria concebida con el amor y la pasión de quien se desvela por servir a una sociedad que busca fortalecer sus conocimientos.
Este sencillo y asistido acto del sacerdote provisto de estola larga y de un azul luminoso, fue culminado con la palabra fácil, referencial y enaltecedora del ex magistrado judicial Omar Duque, quien se refirió al contenido didáctico de los libros y al esfuerzo que venía haciendo su colega la doctora Sevilla para compartir de ese modo sus experiencias y conocimientos adquiridos a través de la lectura y el estudio, con quienes ejercen profesiones afines o simplemente estudian o se sienten atraídos por esos temas.
El libro “Argumentaciones sobre investigación y desempeño docente” se presentaba como una obra dirigida especialmente a investigadores y formadores, en cualquier nivel de desempeño, toda vez que como líder, el docente en su actividad debe siempre aspirar y procurar un equilibrio entre la suavidad y el rigor: enseñanza, educación y valores. En este libro el docente encuentra principios adaptados a nuevos retos y compartir el argumento de la autora cuando afirma que la gestión formadora, es un acto de amor.
En cuanto al libro “Herramientas y algo más para crecer”, la autora abriga la intención del reencuentro con nuestros valores primarios esenciales, como el valor de la familia, la honestidad, la solidaridad, de donde devienen nuestros valores nucleares.
Heddy Sevilla era abogado, magíster scientiarum en Ciencias de la Educación y especialista en Educación Superior. Fue juez del Poder Judicial y fiscal del Ministerio Público, docente en universidades privadas. Aficionada al arte constructivista de manera tal que ha representado a Venezuela como artista plástico en eventos importantes. Escribió obras para pre y postgrados, además de novelas, cuentos, poesías y ensayos.
A manera de prólogo en uno de estos libros, monseñor Samuel Pinto Gómez, vicario general de la Arquidiócesis, recién recuperado de los males que al final lo llevaron a la tumba, habla de la gentileza y amistad franca y abierta de esta mujer, subrayando que nunca le oculta nada a nadie. “En sus aulas, en sus escritos y en sus conferencias siempre apareció tal como es, generosa, amplia y de una arraigada vocación de servir y dar a los demás un poco de sus conocimientos, que de algún modo, han sido herramientas para sus triunfos. Admiré en ella los esfuerzos de su quehacer diario, admiré la constancia, la dedicación y el amor a su profesión y a su trabajo, reflejado en todo momento hacia la comunidad”. (AF)
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Paúl Lustgarten y los Puentes
Paúl Lustgarten, bolivarense fallecido en Caracas a la edad de 83 años, tuvo que ver con los puentes más importantes de Venezuela. De ascendencia polaco-judía, nacido en 1928 cuando Ciudad Bolívar resistía salirse de los contornos de la vieja Angostura. Sus padres habían llegado ese mismo año a la capital bolivarense y se sostenían con un negocio que surtía de muebles a los citadinos, en franca competencia con la ebanistería del señor José Rivas.
Cursaba el tercer año cuando la Junta Militar de Gobierno cerró a la UCV debido a las continuas protestas contra la conculcación de la libertad y los derechos ciudadanos, de manera que a Paúl Lustgarten no le quedó más alternativa que irse a terminar los estudios en una de las tantas universidades de los Estados Unidos de Norteamérica. En el Reenssalaer Polytechnic Institute se graduó en 1954 y al año siguiente hizo la reválida en la UCV. En 1956, ya todo un ingeniero fue contratado por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) para trabajar como jefe de la sala de cálculos de la Dirección de Edificios. Posteriormente pasó a coordinar el proyecto del puente Rafael Urdaneta de Maracaibo, obra ejecutada por la empresa venezolana Precomprimido y el consorcio alemán Julius Berguer. El presidente Rómulo Betancourt lo inauguró en 1962 y al año siguiente Paúl Lustgarten comenzó a trabajar como jefe del proyecto e inspector en la construcción del puente Angostura sobre el Orinoco.Su padre falleció en 1940 y en 1946 cuando hubo concluido sus estudios de bachillerato se mudó a Caracas con la familia (madre y dos hermanos) para seguir sus estudios que pretendía en un principio fuera en el Conservatorio de Música pues ejecutaba muy bien el violín, pero finalmente terminó inscrito en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela, para hacerle honor a su innata inclinación por la física y las matemáticas.
En la construcción del puente Angostura igualmente participó la Precomprimido y fue hecho por secciones, la parte central en Pittsburguegh. Trabajaron mil 500 personas y fue inaugurado por el presidente Raúl Leoni en 1967. Igualmente trabajó en el 2006 en el proyecto del segundo puente sobre el Orinoco y en el tercero.
Paúl Lustgarten permaneció en el Ministerio de Obras Públicas como asesor en la División de Puentes durante 11 años al cabo de los cuales se retiró (1967) para formar una pequeña empresa bajo la firma Lustgarten y Asociados C.A.
Para Lustgarten cada obra era algo muy especial, sobre todo las obras de ingeniería, ya que no se confunden una con otra, cada una tiene sus buenos ratos y sus malos ratos. Por ejemplo, con respecto al puente sobre el Lago de Maracaibo estuvo más tiempo en Zúrich, Suiza, debido a que su mayor trabajo fue en planificación. En cambio, con el puente sobre el río Orinoco estuvo entre Caracas, Ciudad Bolívar y Estados Unidos.
En 1959 se comenzó la construcción del puente sobre el Lago de Maracaibo y se terminó en 1963. Es un puente que tardó unos 4 años para su construcción y en su pico trabajaron unas 3 mil personas. Aquí estuvo como director del proyecto y a la construcción asistía como consultor. No obstante, los últimos dos meses de la construcción estuvo bajo su supervisión.
En su momento, el puente sobre el Lago de Maracaibo fue una de las obras más importantes de la ingeniería mundial; tiene una longitud de 9 kilómetros y es un puente que hoy en día es el icono de la ciudad de Maracaibo, en el estado Zulia.
Consideraba que entre sus obras principales estaba el puente Angostura, el primero sobre el río Orinoco. La construcción se empezó en 1963 y se terminó en 1967. (AF)
Paúl Lustgarten permaneció en el Ministerio de Obras Públicas como asesor en la División de Puentes durante 11 años al cabo de los cuales se retiró (1967) para formar una pequeña empresa bajo la firma Lustgarten y Asociados C.A.
Para Lustgarten cada obra era algo muy especial, sobre todo las obras de ingeniería, ya que no se confunden una con otra, cada una tiene sus buenos ratos y sus malos ratos. Por ejemplo, con respecto al puente sobre el Lago de Maracaibo estuvo más tiempo en Zúrich, Suiza, debido a que su mayor trabajo fue en planificación. En cambio, con el puente sobre el río Orinoco estuvo entre Caracas, Ciudad Bolívar y Estados Unidos.
En 1959 se comenzó la construcción del puente sobre el Lago de Maracaibo y se terminó en 1963. Es un puente que tardó unos 4 años para su construcción y en su pico trabajaron unas 3 mil personas. Aquí estuvo como director del proyecto y a la construcción asistía como consultor. No obstante, los últimos dos meses de la construcción estuvo bajo su supervisión.
En su momento, el puente sobre el Lago de Maracaibo fue una de las obras más importantes de la ingeniería mundial; tiene una longitud de 9 kilómetros y es un puente que hoy en día es el icono de la ciudad de Maracaibo, en el estado Zulia.
Consideraba que entre sus obras principales estaba el puente Angostura, el primero sobre el río Orinoco. La construcción se empezó en 1963 y se terminó en 1967. (AF)
martes, 6 de diciembre de 2011
La Ciudad Perdida

Siempre fue por ese lado. Por el lado nororiental del empinado casco urbano de Ciudad Bolívar. Muy cerca de “El Retumbo”, entre el Callejón Dalton y la calle 30 Llaves y a continuación la zona donde fue construido el Grupo Escolar Estado Mérida que la muy católica sociedad bolivarense había sentenciado como “La ciudad Perdida”.
Cuando el desarrollo urbano lo adecentó con buenas construcciones. El Retumbo perdió su cognomento de lugar ruidosamente burdelesco donde la alta y la baja marinería de los barcos fondeados en la arenosa ribera orinoqueña, saciaba su sed de amor a cambio de algunos pesos, florines, dólares francos o esterlinas. No había problemas en cuanto a la nacionalidad de la moneda porque la Casa Blohm funcionaba como banco y casa de cambio.
Entonces el desarrollo urbano hizo que El Retumbo se mudara más adentro y surgió la Ciudad Perdida. La ciudad pervertida, quería decir la altiva y muy cristiana familia angostureña. El poeta José Sánchez Negrón me contaba que en su época de niño, cuando su tía-abuela lo llevaba de la mano y se veía obligada a pasar por sus cercanías, le advertía que no viese hacia ese lugar porque era como entrar en o hacer contacto con lo pecaminoso.
Ellas eran las golfas, las rameras, las busconas, las hetairas, las heteras, las perdidas, las meretrices, las mundanas, las pendangas, las zorras, las suripantas, las pecadoras, las pelanduscas, las pendangas, las arrastradas, las perendecas, las bagasas, las putas, las prostitutas, en fin, las cortesanas del burdel de Fliliberto, contra las cuales nunca pudieron los sermones disparados desde el púlpito de la Catedral.
Contra ellas sólo podía de vez en cuando por agosto el Señor de las Aguas. Entonces, goloso, turbio y repleto de mogotes, metía sus lenguas, las inundaba y hacía damnificadas hasta que satisfecho retornaba a su cauce.
Pero lo del 43 fue imperdonable. El Orinoco sumergió a la Ciudad Perdida hasta tres metros bajo agua y las alegres mujeres se vieron frustradas al pretender refugiarse en las cubiertas de los barcos. Se dispersaron y fueron a parar unas a los Culíes, otras a los cerros El Zamuro y La Esperanza y un número menor de ellas buscaron protección en el antiguo barrio “La Tumbazón ” y al otro lado del río, en Soledad. Se dispersaron hasta que bajasen las aguas y todo volviese a ser como antes: pero, nunca, jamás pudieron retornar por esos lados.
El Presidente de la República Isaías Medina Angarita (en la foto recorriendo la Ciudad Perdida ), luego de aterrizar en el aeropuerto de la Laja de la Llanera en el avión Late-28 que lo trajo de Maracay, ordenó que “Sodoma y Gomorra” fueran destruida y que a nadie se le ocurriese mirar hacia atrás porque estatua de sal se volvería. De manera que acatando la disposición del magistrado, se levantó allí un edificio resaltando en el frontispicio aquella sabia frase de Bolívar en el Congreso de Angostura: “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”.
Pero la Ciudad Perdida sólo perdió su nombre porque la construcción del Grupo Escolar no fue suficiente para acabar la prostitución en el lugar. Si bien el grueso de la actividad del comercio sexual buscó hacia las afueras lugares más apropiados como El Trocadero, El Vesubio, El Saratoga, El Tibiritabara y El Siete. En las inmediaciones del Grupo Escolar quedaron algunos puntos desaparecidos antes de finalizar el siglo, como “El Chupulún”, en donde seguro se podía dar con Eduardo Santana y no precisamente moviendo a la Reina del ajedrez. (AF)
La laguna del Porvenir
Pero la laguna en tiempos de verano era una verdadera calamidad pública por los efluvios miasmáticos, mosquitos y pastizales que crecían a medida que mermaban sus aguas invernales. Estos pastizales cuando ya estaban muy quemados por el ardiente sol angostureño, se incendiaban y el humo ahogaba y ponía a toser a la ciudad entera. Entonces los citadinos se quejaban ante la municipalidad, responsable de la salubridad, ornato y limpieza de la ciudad.
El 6 de enero de 1922, el Concejo Municipal de Heres dictó un decreto firmado por su presidente doctor J.M. Agosto Méndez, disponiendo la desecación de la laguna El Porvenir que demora en el oriente de la población.
Para llevar a cabo la operación nombró una Junta de Fomento integrada por el presidente del estado, Vicencio Pérez Soto, Fritz Kuhn, Carlos Palazzi, Virgilio Casalta, Pedro Liccioni, Carlos Siegert, Marco Guillermo Lange y Bertrán Dalla Costa. El estudio técnico para sanear la laguna lo realizó el ingeniero H. Gould y por el cual cobró 6.715 bolívares. Como se requería de 2 mil dólares para la adquisición en Estados Unidos de una maquinaria hidráulica con capacidad suficiente para drenar el cuerpo de agua, la Junta de Fomento emitió 1.000 bonos al precio de 50 bolívares cada uno y los cuales fueron autorizados por decreto de la municipalidad el 6 de septiembre poniendo como garantía los terrenos saneados de la propia laguna. A esos 50 mil se agregaron 40.000 bolívares aportados por el gobierno del estado. Se pidieron las maquinarias a Norteamérica y se giró por adelantado la cuarta parte de su valor, mientras próximo a la laguna se construía una casa de máquinas de acuerdo con las especificaciones enviadas desde Nueva York.
Desde tiempos de la colonia, es decir, desde la reubicación de la capital de Guayana en la angostura del Orinoco, la laguna constituía un problema sanitario de marca mayor. El científico Alejandro de Humboldt se ocupó de ella durante su estada de un mes en la ciudad en compañía del botánico Amadeo Bonpland y del indio margariteño Carlos Del Pino. Dice Humboldt en sus memorias que la laguna constituía un problema sanitario para la ciudad naciente por la cantidad de miasmas y nubes de mosquitos trasmisores de enfermedades febriles y aboga por una desecación que fue imposible hasta muy avanzado el siglo veinte cuando el ministro Leopoldo Sucre Figarella encontró la solución mediante el llamado canal de cintura que recoge todas las aguas de lluvia hacia la depresión y las canaliza hasta el Orinoco. Santo remedio, la laguna que abarcaba unas sesena hectáreas en el corazón de la ciudad quedó desecada para siempre y allí sobre el terreno saneado se levantó el actual Jardín Botánico del Orinoco y el Parque Raúl y Doña Menca de Leoni, una obra muy ligada a la avenida Bolívar que cubre una superficie de cinco hectáreas, ejecutada por la CVG y que hoy se observa como descuidado y encerrado a sabienda que los parues deben estar abiertos. (AF)
lunes, 5 de diciembre de 2011
LUZ ELÉCTRICA LLEGA PRIMERO AL TEATRO BOLÍVAR
Las publicaciones de Ciudad Bolívar del 13 de agosto de 1909 informan que el general Juan Vicente Gómez asume provisionalmente la Presidencia de la República y presta juramento ante el Congreso Nacional. Constituye un nuevo gabinete ratificando a varios ministros, entre ellos al de Relaciones Interiores, Francisco Linares Alcántara, quien había dejado la Presidencia del Estado Bolívar.
La Constitución Nacional fue reformada para legalizar el golpe de estado del 19 de diciembre de 1908 contra Cipriano Castro. Al siguiente día de su aprobación, Gómez promulgó la novedad de la Constitución que restablecía los 20 Estados Federales que Castro había reducido a nueve. Restablece igualmente la institución del Consejo de Gobierno con voto consultivo y voto deliberativo, formado por diez vocales. Período gubernamental de cuatro años. La Constitución entró en vigencia a partir del 19 de abril de 1910.
Las mismas publicaciones periódicas dan cuenta de las funciones que presentará el Teatro Bolívar con la novedad del alumbrado eléctrico generado por una planta portátil que allí instaló para la temporada el empresario Ramón Enseñat: “Los bombillos son de bastante fuerza para la completa claridad del local, prestando una luz que por su buena distribución no daña la vista a causa de esa intermitencia que aún no ha logrado la ciencia impedir por completo”. En esa ocasión el Concejo Municipal aprobó un contrato con Enseñat para el alumbrado eléctrico del teatro.
Durante la temporada se presentaron la “Gran Compañía Japonesa-Americana” con los Hermanos Kawamura, Reyes del Tapete, acróbatas, saltadores y gimnastas.
En sucesivas funciones hasta cubrir la temporada de 1909, los administradores del Teatro presentaron a Chas Liecki (Yuma) clarividente, conocido como el Brujo y quien aconsejaba a la gente no consumiera alcanfor pues en esos días se había corrido la especie según la cual ingiriendo alcanfor en pequeñas dosis se aclaraba el cutis sin reparar que el mismo es una droga que acusa dependencia. El último de la temporada fue el ilusionista Conde Alfonso Fatrizio de Castiglioni.
Las damas bolivarenses iban al Teatro Bolívar con la moda del día: trajes muy ceñidos al cuerpo, lo que llevó a un poeta humorista escribir lo siguiente: “El traje es tan ceñidito / que puedes decir lector / que hoy es de la moda el grito / ¡Guerra a la ropa interior!”.
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