La Placita de la comunidad del Paseo Orinoco está cumpliendo cuarenta años de fundada (17 de agosto de 1983) por el poeta contestatario, Jesús Colina y su hijo Pavel, quien se halla en Chile.
La llamada Placita de la Comunidad,
donde suelen reunirse los ajedrecistas y amantes de la capital del Orinoco para
alzar de alguna manera su voz a favor o en contra de los bienes humanos,
urbanos y paisajísticos de la ciudad de ayer, la actual y la que debe o ha de
venir.
Jesús Colina, a quien en la foto vemos en medio del
antropólogo Alfredo Inaty y Pavel, nació
el Día de los Santos, lo que no quiere decir que sea un santo ni lo pretenda
serlo. Está conforme con lo que es. Nació el primero de noviembre de 1950, entre
piedras monumentales y desde que aprendió a caminar podríamos decir que sube y
bajas las cuestas de la ciudad desde su domicilio en El Zanjón donde vive
encaramado, recordando tal vez a la
Milú que desgranaba las margaritas con la pandilla de la Escuela
Técnica Industrial cuando ésta funcionaba en el edificio hoy de la
Alcaldía y Concejo Municipal.
Colina, antes no se desprendía del peinado afro, tupido, ensortijado y voluminoso, ni de
un bigote un tanto parecido al de Mario Moreno Cantiflas que tanto admira y que
un día viajó infructuosamente a México para verificar si era el mismo que solía
ver en la pantalla del cine Royal de Pero Seco.
Colina es un contestatario empedernido, polemiza, discute y a
veces la discusión tiene un matiz violento. Parece un hippie, pero no lo
es propiamente aunque calza algunos comportamientos del movimiento
contracultural juvenil surgido en la década de 1960 y caracterizado por
su pacifismo y su actitud inconformista hacia las estructuras sociales
vigentes.
Quería el poeta Colina ser músico como su hermano José
Claret, recientemente fallecido, pero antes que el órgano prefiere el Saxo y
Damely Castillo le prestaba el de la Escuela de Música. Al
final dejó el saxo y se ancló en la poesía y en la red social con artículos
políticos que disgustan al gobierno. Su mecenas en un tiempo fue el
abogado Alfredo Natera, quien le costeó la publicación de su primer libro
“Nuevos Mensajes, Nueva Poesía”. Se buscó a Eleazar (chino) López, alumno
de Rosendo Magallanes, para que le hiciera la portada, poco antes de viajar a
Suiza con una beca moral de Mimina Rodríguez Lezama. Colina no lee cierta
poesía.. A ese respecto tiene su propia pensamiento: “La
poesía tal como se concibe, a lo europeo, es una tontería, es para tontos”
suele decir. Ahora es una
revolución. La poesía ante todo es esta comunicación donde yo expreso la vida…no tengo tarugos políticos ni
puedo dejar de sentirme ligado a todo lo que me circunscribe y vive. Por
eso escribo así, con esta humedad, con esta mañana del día, con las voces de
las gentes, de los muchachos, los ruidos de las máquinas que raudas se pierden
en el silencio…”
.He aquí un poema de Colina:
"Esta mañana / cuando abrí la puerta / un desconcierto
me sobrecogió / estaba vivo / despierto / las luces pegaban sobre la piedras /
se me pegó un psicologismo raro / ya no era el mismo / he bebido de
alguna fuente prohibida que me revitaliza / he violado secretos y estoy
vivo". (AF)
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