Raimundo
Aristeguieta, nacido en Ciudad Bolívar, era banquero e industrial. Había fundado en
Caracas, Barranquilla, Puerto Rico y Panamá la fabricación de los famosos
sombreros “Britania” que llegó a tener más de 800 obreros. Habría preferido
fundar la fábrica de Venezuela en su natal Ciudad Bolívar, pero prefirió
Caracas porque de allí podía fácilmente distribuirse a otros estados,
especialmente a los Estados andinos donde se originó con esos sombreros una
historia realmente novelesca.
A
Raimundo Aristeguieta se le ocurrió la idea luego de un viaje que hizo por
conocer a Cuenca, donde un paisano suyo.
Tomás de Heres, había sido gobernador en tiempos de la Independencia. Allá en Cuenca conoció y le llamó
poderosamente la atención un sombrero de artesanía, elaborado por habitantes de
jipijapa, jurisdicción de esa provincia ecuatoriana. El sombrero, hecho de paja trenzada, obtenida
de una palmera, también recibía el
nombre de “Toquilla”, porque era parecido a los que con ese nombre cubría la
cabeza de colonizadores españoles.
De manera que a
Raimundo, prendado por el sombrero que terminó luciendo en todo tiempo y lugar,
quiso y terminó montando una fábrica en Panamá,
aprovechando que ya los trabajadores del Canal utilizaban el sombrero jipijapa
y no conforme, extendió la fábrica hasta Puerto Rico, Colombia, y
Venezuela. Le puso un nombre genérico:
“Britania” que le recordaba una clase de historia universal antigua que recibió
en el Colegio Federal de Guayana, pero por regionalismo los habitantes del
istmo prefería llamarlo “Sombrero de Panamá” y así se universalizó, sobremanera
cuando Teodoro Roosvelt visitó los trabajos de construcción del Canal y se puso
el sombrero.
Sin embargo, los andinos identificaban el sombrero
como ·”Sombrero de Abdalá” por haberlo popularizado adornándolo con una
rutilante cinta de colores un libanés llamado Farid Abdalá por consejos de una
muchacha que no obstante trabajar en un burdel nunca perdió su virginidad.
La historia de este comerciante libanés la cuenta en
sus memorias el portero del prostíbulo “La Copa del Olvido”, escrita por
Alberto Castillo Vicci, asistido por el
periodista Arsenio Moreno. (AF)
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario