El
25 de agosto de l913 es capturado el poeta Alfredo Arvelo Larriva a los cinco
meses de haber sido puesto en libertad por vía de gracia luego de enjuiciado por Tribunales de Ciudad Bolívar El poeta fue capturado al desembarcar desde
Curazao junto con el general Simón Bello y un grupo de venezolanos que
proyectaban invadir por las costas de Coro.
Este General Bello era cuñado del General Cipriano Castro, y hermano de
Jorge Bello, que era jefe de la Fortaleza de San Carlos cuando Arvelo Larriva
llegó allí en 1907, transferido de la Cárcel de Ciudad Bolívar.
El poeta barinés, Alfredo Arvelo Larriva, estuvo preso
en la cárcel de Ciudad Bolívar desde el
5 de abril de 1905 y finalmente transferido a la Fortaleza de San Carlos por
haber herido mortalmente durante una riña al señor José María Guevara, dueño
del Hotel donde se hospedaba junto con el escritor Rufino Blanco Bombona, quien
se dirigía a encargarse de la Gobernación del territorio Amazonas.
Juan Vicente Gómez temiendo una invasión de Cipriano
Castro se había declarado en campaña y establecido su campamento en Maracay. Entonces se dijo que no era otra cosa que una
maniobra para eternizarse en el poder y que tuvo como principal autor al
General León Jurado, presidente del Estado Falcón.
Maniobra o no, lo cierto es que el poeta barinés cayó
preso por segunda vez. Cuando salió
libre de la pena impuesta por el Tribunal Penal de Ciudad Bolívar,
escribió “Atrás quedó mi juventud ¿perdida?
/ Yo la mate: lo digo sin adornos, / Yo la mate: lo digo sin bochornos / Así
mata un amante su querida/.
El poeta barinés permaneció preso y engrillado en el
Castillo de Puerto Cabello durante ocho años, una prisión más prolongada y
penosa que la sufrida en la Cárcel Vieja de Ciudad Bolívar, según recoge su
sobrino Luis Alejandro Angulo Arvelo en su biografía “El Fauno Cautivo”.
La situación de Alfredo Arvelo Larriva en la cárcel,
la describe Miguel Otero Silva en el prólogo a la primea edición de las obras
completas del poeta, publicada en 1977: “En aquellas mazmorras peor que feudales lo
mantuvieron sepultado entre 1913 y 1921, sometido a tan cavernoso aislamiento
que ni siquiera se enteró del transcurso de la primera guerra mundial”.
A los grillos los recuerda Alfredo Arvelo Larriva al
final de su soneto “Repiques de aleluya”: “Mi alma
es una ruina dorada por la aurora / Mis pascuas infantiles resucitan ahora
/cual un tropel de pájaros sonoros y sencillos / mientras con ritmo isócrono y
son áspero y rudo / contra el sórdido suelo de la celda sacudo / los treinta
kilogramos de hiero de mis grillos”.
Ya en libertad, el poeta junto con sus amigos
Pocaterra y el pintor español Emilio Gilbert rinden homenaje a Lisandro
Alvarado en la revista “Actualidades” que dirige Rómulo Gallegos.
Alfredo Arvelo Larriva siguió conspirado contra la
dictadura de Juan Vicente Gómez moviéndose de un lugar a otro con Gabaldón y
con Román Delgado Chalbaud. Viaja a
México y luego a Paris para regresar a Venezuela en misión conspirativa que le
encarga Delgado Chalbaud y que tuvo relación con el Falkes. Para no levantar sospechas y aconsejado por
Jóvito Villalba visita en Maracay al Dictador y le pide le regale el pasaje
para regresar a Paris. Así lo hizo, pero
sus inmensos deseos de ver desaparecer
al Dictador no se cumplieron, murió un año antes que él, en Madrid, el 13 de
mayo de 1934. Sus restos fueron
repatriados a Venezuela en 1949 cuando el hijo de Román Delgado Chalbaud,
Carlos, era Presidente de la Junta Militar de Gobierno.
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