sábado, 23 de junio de 2018

200 AÑOS DEL CORREO DEL ORINOCO -Segunda parte-



La primera plana la abre con los sucesos de la guerra en los llenos de Cojedes y Calabozo  contra el ejército del General Miguel de La Torre y donde los patriotas al mando de los generales José Antonio Páez, Manuel Cedeño y José Antonio Anzoátegui salen victoriosos destrozando con su caballería a la infantería realista, según los boletines enviados a las autoridades de esta ciudad desde el cuartel de San Fernando de Apure por Francisco de Paula Santander. También reseña aparte la embestida de los soldados de los generales Santiago Mariño y José Francisco Bermúdez en un intento por ocupar la plaza de Cumaná.  
Publica el Correo del Orinoco en esta su primera edición recibida jubilosamente por los angostureños, una carta enviada por el Gobierno de las Provincias Unidas de Río de la Plata cuyas expresiones fervorosas a favor de la lucha de los patriotas venezolanos ha suscitado emoción. Igualmente da a conocer la respuesta del Jefe Supremo Simón Bolívar, quien despacha en esta ciudad de Angostura desde agosto de 1817.
Informa esta primera edición del Correo, los apuros económicos en que se ha visto el General Páez para acuñar monedas con el molde de una máquina vieja desechada por el Gobierno en la segunda época de la República y del temor que tiene el Jefe Supremo de que le país vaya a inundarse con una moneda que por su imperfección puede ser contrahecha con facilidad.
En este sentido, el Jefe Supremo en decreto que aparece en el Correo dispone la circulación de esta moneda sólo en la jurisdicción de Barinas. En el resto del país y hasta tanto se produzca una ley al respecto, se continúa con la Macuquina del antiguo régimen español y la macuquina acuñada en Caracas  en la segunda etapa de la Independencia.
El semanario publica de la misma manera noticias de Río Negro en la que se afirma que están expeditas las comunicaciones con esa importante región fronteriza desde que el comandante Hipólito Cuevas fue por disposición del General Páez a liberar aquellos pueblos y los de Alto Orinoco.
Los portugueses del otro lado de la frontera prometieron a Cuevas que no tomarán partido en nuestros problemas internos y que observarán una inmutable neutralidad, lo cual ha contentado mucho al Jefe Supremo ocupado ahora en la redacción de una ley para impedir el contrabando desmedido que nos viene de todas partes.(Tomado del libro "Periodismo en Guayana" de Américo Fernández)

viernes, 22 de junio de 2018

CORREO DEL ORINOCO CONTRA LA GAZETA -------"A FUERZA DE ENGAÑAR A TODOS HA LOGRADO NO ENGAÑAR A NADIE"

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El primero de septiembre de 1817 escribió Bolívar desde Angostura a Fernando Peñalver planteándole la urgencia de una imprenta que éste en octubre de ese año logró negociar y enviar a bordo de la goleta “María”. Según las relaciones de la época, esta imprenta fue comprada en Trinidad al comerciante José María Istúriz por 2.200 pesos, parte de los cuales cancelada con mulas de las Misiones del Caroní. En ella se editó el Correo del Orinoco desde el 27 de junio de 1818, bajo la dirección del Licenciado Francisco Antonio Zea, quien mientras estuvo en Angostura se desempeñó primero como miembro del Consejo de Estado del Gobierno Supremo, Presidente del Congreso de Angostura, Vicepresidente de Venezuela y Vicepresidente de la Gran Colombia. Cada vez que debió ausentarse para cumplir misión interna del Gobierno o diplomática en el exterior, lo suplantaron en la dirección y redacción del periódico de acuerdo con las circunstancias política-administrativas del Gobierno, Juan Germán Roscio, Manuel Palacio Fajardo, José Rafael Revenga y José Luis Ramos.
El periódico contaba con Corresponsales en Puerto España (Cristóbal Mendoza), San Thomas (Vicente Tejera) y en Maracaibo la asumió Andrés Roderick después de abandonar Angostura al iniciarse el año 1821.
 Aparte de quienes escribían espontáneamente firmando sus artículos con seudónimos, destacaron como colaboradores el propio Libertador, Fernando Peñalver, quien agenció la compra de la imprenta en Trinidad; Ramón Ignacio Méndez, Antonio Nariño, José María Salazar, Luis López Méndez, Francisco de Paula Santander, Francisco Javier Yánez y J. Trimiño. Su circulación semanal (sábado) se extendió desde Angostura al resto de Venezuela, Nueva Granada y las Antillas.
El periódico, primero que se publicaba en esta ciudad de Angostura, cabecera de la provincia de Guayana, erigida desde 1817 en Capital provisional del país, se imprimió en el Taller del propio Gobierno Supremo, puesto en manos del tipógrafo inglés Andrés Roderick y el cual venía operando desde octubre de ese mismo año en la casa del canario José Luis Cornieles, calle La Muralla, inmediata al Parque de Artillería.
 Dice el semanario en su nota editorial insertada en la segunda columna de la última página, que saldrá los sábados y publicará todo cuando por su importancia ataña a la nación, a la lucha por la independencia y los derechos del mundo.
“Somos libres, escribimos en un país libre y no pretendemos engañar al público” –expresa, y agrega que quedará a juicio del lector discernir la mayor o menor fe que merezcan sus notas.
Al final critica a la Gazeta de Caracas, también hebdomadario, que se edita desde 1808 y divulga ideas opuestas a la causa de los patriotas. En tal sentido opina que “el público ilustrado aprende muy pronto a leer cualquier Gazeta, como ha aprendido a leer la de Caracas, que a fuerza de empeñarse en engañar a todos ha logrado no engañar a nadie”. (Tomado del libro "Periodismo en Guayana" de Américo Fernández)

EL CORREO POR PARTES




jueves, 21 de junio de 2018

EL ANUNCIADOR PRIMER DIARIO BOLIVARENSE DEL SIGLO XX


Este  primer diario bolivarense del siglo XX comenzó a salir como trisemanario el primero de junio de 1895 en un taller tipográfico instalado por el general Agustín Suegart en 1893 con el nombre de “La Empresa”. Circuló hasta 1905 cuando el Presidente de la República Cipriano Castro lo liquidó de un plomazo.
         El Anunciador nació como órgano de intereses generales, pero a  su propietario se le ocurrió en tiempos de la llamada Era de la Restauración  cruzar al mar tormentoso de la política ligando sin conseguirlo, llegar a la orilla con las naves intactas.
         No era negocio sostener un diario en la transición de un siglo marcado por las vicisitudes de la política y el caudillismo de rasgos patológicos. Además el Comercio y la educación eran muy pobres. Más que negocio, era empresa romántica sostener un diario como “El Anunciador” en una ciudad de escasos lectores y de limitados anunciantes. No obstante, el anuncio fue su apoyo y por ello apareció siempre con el siguiente lema: “El anuncio, auxiliar del trabajo, es poderoso protector de los negocios”.
          El 21 de diciembre de 1901 el editor se vio en la necesidad de sacar un aviso permanente para protegerse de quienes creían que ese periódico debía publicar todo de gratis. “El Anunciador – aclaraba- pertenece a su Director que es a la vez dueño de la tipografía. La empresa y toda publicación que no sea de carácter oficial, se hará en la sección correspondiente y previo pago de su importe. Hace esta aclaratoria debido a que hay personas que creen que esta Tipografía es propiedad del Gobierno y que por consiguiente estamos obligados a publicar de gratis, todo cuanto se remita”.
         La primera y última de las cuatros páginas de “El Anunciador” estaban destinadas a anuncios comerciales y las internas a informaciones locales, y de afuera extraídas de otros periódicos de Venezuela y del Extranjero  con los cuales había canje. También se insertaban cartas, decretos, alocuciones oficiales, artículos de opinión, crónicas ligeras, poemas, telegramas, chascarrillos, cuentos de humor y curiosidades.
La editorial “La Empresa” estaba en un espacioso inmueble número 46 de la calle Venezuela y el teléfono 113, de manigueta, permitía una comunicación muy local. La Compañía telefónica era privada. Pertenecía a Eugenio Berletta y sus oficinas estaban en la calle Libertad en la casa que fue Liceo Sucre y en 1966 Corresponsalía de El Nacional.
         La Suscripción telefónica costaba 16 bolívares y la empresa mantenía un aviso permanente en la primera plana de “El Anunciador” al igual que la Emulsión de Scott y las líneas de Vapores Hamburgo - América con su nómina de agentes en El Havre, París, Bordeaux, London, Manchester, Binmingham, Plymouth, Southamton, Ansterdam, Port Of  Spain, Caracas y la Guaira, puertos éstos  con los cuales el comercio de Ciudad Bolívar  tenía fluidas relaciones.
         Otros avisos casi permanentes en El Anunciador eran  los de la fábrica de cigarrillos “La  Intimidad”, el de J. N. Pineda ofreciendo “Los cuatro Evangelios” con sus oraciones, el de la Compañía Minera Colombia que explotaba las minas auríferas de El  Callao, “El Amargo de Ciudad Bolívar”, gran específico para fortalecer los órganos de la digestión que ofrecía el comerciante Guillermo Eugenio Monch y uno de Henr Von Buren informado que había trasladado su taller de Platería al lado de la Botica Alemana. (AF)



miércoles, 20 de junio de 2018

EL ALBA, PERIÓDICO UPATENSE DE 1922



         El Alba salió a la calle el 15 de febrero de 1922 en formato de 25x32 cms., 4 páginas, con informaciones a 3 columnas, bajo la dirección y administración de Anita Acevedo Castro, Nicomedes Casado Acevedo y Enriqueta Acevedo. Circulaba quincenalmente y “cuando la Dirección lo juzgue conveniente”. Se ocupaba de literatura y de intereses generales. La suscripción mensual era de un bolívar y se canjeaba con todos los periódicos dentro y fuera de la República.
         El Alba circuló durante veinte años y se sostuvo fundamentalmente con los denuncios mineros y finalmente con una subvención de cien bolívares del estado. Refiriéndose a El Alba, en su libro “Creciente”, Rafael Pineda dice que “por su tono y presentación, El Alba no sólo entusiasmó a los entendidos que colaborarían en sus páginas –como los Oxford, Sandalia Siso, Pedro Manuel Castro, César D’Escrivan, Fernando Teodoro y María Cova Fernández, C. De Brindis Pérez, José Mercedes González, Cipriano Fry Barrios, Ramón Otero Fernández, Carlos Rodríguez Jiménez, María Díaz, entre otros- sino que también sirvió para apaciguar las tribulaciones entre quienes tenían familiares entregados al laboreo de las minas, pues parte del contenido del periódico confirmaba la existencia del oro y auguraba días prósperos para todos con la publicación de un cartel en que Andrés Brito, guardaminas del estado Bolívar, hacía saber que las minas de veta aurífera denominada “La Alianza”, ubicada en jurisdicción del Municipio Pedro Cova, había sido protocolizada en su oficina, en caso de que alguien que no fuera su denunciante se creyera con derechos sobre la posesión.
         El Alba, casi todo impreso con tipos sueltos de diez puntos, siempre le dio más importancia a lo literario destacando en primera plana los temas de esta índole en tanto que lo informativo estaba relegado a las páginas internas y la última dedicada a la publicidad comercial. Una muestra es la edición 213 del 15 de agosto de 1928 de la cual conservo copia facsimilar de un ejemplar.
         Esta edición número 213 abre su primera página a tres columnas, con un elogio al autor del artículo “Minas del Yuruari” publicado en el semanario Correo de Guayana de Ciudad Bolívar y el cual no es otro que el doctor Miguel Emilio Palacio, a quien le da los títulos de geólogo, científico, minerólogo práctico, sociólogo, filósofo y eminente profesor de letras. Para entonces Miguel Emilio Palacio, profesor del Colegio Federal y quien fundó en Guayana la primera Escuela Minera, había quedado ciego a causa de una explosión en las minas subterráneas de El Callao. El Alba lo alude diciendo que “es el Milton americano, ilustrado y sabio, como lo fue el inmortal inglés. El Milton inglés llevaba el paraíso perdido que era la luz de sus ojos. Nuestro Milton, con la esplendorosa luz de su inteligencia, canta en himno patriótico el riquísimo resurgimiento del Yuruari aurífero e industrial”.
         En la misma primera plana resaltan dos sonetos: El Regreso, de Juan Santaella y La Bienamada, de J. M. Agosto Méndez, así como una Carta Lírica, de Anita Acevedo Castro, donde llora la ausencia del amado.
         En la segunda página se lee un corto poema en prosa de Virgilio Bártoli Salmerón, seguido a una columna de la nota informativa sobre una Junta de Fomento que preside el doctor Lecuna Bejarano. Luego da cuenta de la visita a Upata del bardo Agosto Méndez, para un recital a beneficio del Cementerio. Informaciones sobre la muerte en San Félix del coronel barquisimetano José Flores Alvarado; recepción festiva al doctor Carlos Rodríguez Jiménez por su discurso en la inauguración en Ciudad Bolívar de un bronce regalado por el Congreso Nacional como homenaje al General Juan Vicente Gómez.
         En la página tres a una columna están las Sociales y a dos columnas una relación, primera quincena de agosto, de la Administración de Rentas del distrito Piar, firmada por le administrador A. Ma. Guerra y el presidente municipal A. Lecuna Bejerano.
         En la última página una publicidad de la Bigott, fabricante del cigarrillo Bandera Roja, “imposible de agualar en calidad”, otra de la sub. Agencia Víctor de C. Lecuna Baldó que vendía vitrolas, ortofónicas, discos y agujas; un anuncio de La Previsora, de Daniel Vera, ofreciendo casabe, leña, tabaco de fumar y de rollo, así como goma china; Rectificación de Licores, de J. A. Medina ofreciendo su nueva bebida el ambarito Chartrense, y de la Zapatería Polar de José M. Silva anunciado su gran surtido de pieles. (AF)


martes, 19 de junio de 2018

UPATENSES PRIMERAS PERIODISTAS



      Las primeras mujeres guayanesas y posiblemente venezolanas dedicadas al periodismo, fueron las upatenses Concepción Acevedo de Taylhardat y Anita Acevedo Castro, no sólo periodistas sino también editoras como Elizabeth Mallet, de Inglaterra, la primera del mundo.
      Junio, mes del primer periódico sostenidamente libre de Venezuela, el Correo del Orinoco, editado, como dice su editorial, “en las inmensas soledades” del gran río padre, siempre es bueno, ideal para recordar no sólo lo que ha sido el periodismo en Guayana y el país, sino también para resaltar a los valores humanos dedicados a la inquieta y vocacional tarea de informar y orientar.
      Y reflexionando sobre el tema recordaba a la primera mujer periodista del mundo y me preguntaba quién o quiénes fueron las seguidoras de Elizabeth Mallet en Venezuela y Guayana y resaltaban siempre las figuras de las upatenses, Concepción de Taylhardat y Anita Acevedo Castro.
      Elizabeth Mallet, no solamente fue la primera periodista del mundo sino que editó el primer diario también del mundo: el “Daily Courant” que era una hoja de pequeño formato, a dos columnas, impresa sólo por una cara. El pie editorial decía: “Londres, vendido por E. Mallet, junto a la taberna de King’s Arms, en Flete Bridge”. El primer número salió a la calle el 11 de marzo de 1702, apenas con 194 líneas de noticias.
      Pues bien, aquí en el Estado Bolívar siguieron su ejemplo Concepción de Taylhardat y Anita Acevedo  Castro, comenzando el siglo veinte, no cotidianamente como lo hizo la Mallet, sino con una periodicidad menor.
      Concepción Acevedo de Taylhardat, nacida en Upata (1855) y fallecida, casualmente en junio de 1953, fue, no sólo periodista, sino poeta y docente, en un tiempo en que la incorporación de la mujer a los ofrecimientos de la vida moderna actual se veía prácticamente vedada.
      Upata entonces, como Ciudad Bolívar, estaba culturalmente en situación privilegiada en comparación con otras ciudades venezolanas, debido a la floreciente economía signada por la explotación del oro del Yuruari y a la corriente migratoria que a través de las colonias antillanas se mantenía fluida desde países importantes de Europa como Francia.
      De Francia, precisamente, procedía Raúl Lefranc de Taylhardat, poeta y oficial retirado del ejército galo, quien se casó con ella para hacer hogar y familia, trasplantado en Venezuela, lejos de su patria asediada por la guerra.
      Cuando Upata le resultó imposible para ampliar el horizonte de sus aspiraciones, la pareja se trasladó a Ciudad Bolívar que tenía, a pesar del oro del Yuruari, mayor movimiento mercantil que Upata. Así, Concepción Acevedo de Taylhardat encontró clima y mejores posibilidades para dar rienda suelta no sólo a su vocación literaria, sino para cumplir su misión de madre.
      Catorce años después, a la edad de 35 años y tras la muerte de su esposo, se radicó en Caracas, con mejores perspectivas para consolidar su carrera de docente que la mantuvo activa durante 60 años y preparar mejor a sus hijos. En la Caracas de 1890 pudo también continuar su trabajo literario iniciado en Ciudad Bolívar en 1888 con el semanario “Brisas del Orinoco” (primer periódico fundado y dirigido en Venezuela por una mujer) y los poemarios “Flores del Alma” y “Arpegio”.
      En Caracas fundó primero “El Ávila” y luego la revista literaria “La Lira” que mantuvo su circulación durante 28 años y en la cual colaboraron Andrés Mata y Luis Urbaneja Achepol, entro otras glorias de las letras venezolanas. En Caracas, asimismo, estudió linotipia y telegrafía, alternó con los intelectuales de la época y colaboró en “El Cojo Ilustrado”.

      A Concepción Acevedo de de Talhiardat como periodista de trayectoria, le siguió Anita Acevedo Castro, cuyo nombre está estrechamente ligado con “El Alba”, quincenario upatense de larga vida, editado en la segunda prensa llegada al Yuruari y la quinta de Guayana desde  The Washington Press del Correo del Orinoco.(AF)

lunes, 18 de junio de 2018

EL BOLIVARENSE DEL SIGLO XIX


      El primer periódico diario con ese nombre El Bolivarense apareció el 30 de septiembre de 1880 bajo el signo de la balanza y en formato 62 x 44 cms como diario de la tarde. En su cabezal se leía en letras grandes: Director, J. M. Ortega y Rodríguez y Cleto Navarro. Administrador: Luis A. Gómez. Más abajo: Industrias – Ciencias – Artes – Noticias – Anuncios. Luego el lema: Dada nuestras instituciones, basta el trabajo por la parte del pueblo y la justicia por la de los dos gobiernos, para felicidad y progreso de paz a todo trance.
      Su cuerpo de cuatro páginas impuestas con tipos sueltos y grabados impecablemente elaborados, conformaba lo que podríamos conceptuar hoy como un diario de avisos toda vez que la primera y última páginas estaban enteramente destinadas a los anuncios y ofertas comerciales, y las páginas internas a una información escueta y escasa, pues difícilmente se aplicaban el hexámetro técnico de las circunstancias. Las informaciones de la vida diaria –y ése era el estilo de la publicaciones de la época- iban prácticamente mezcladas con los edictos, decretos, comerciales, artículos de opinión, festividades religiosas, cartas, material literario y refritos de publicaciones de otras partes de Venezuela y del extranjero llagadas por la vía del Orinoco.
      Los anuncios aparecían en recuadros, generalmente ilustrados con grabados. Entre otros casi fijos, los del Amargo Aromático de Guayana, de Mathison y Hermanos; Barbería Fígaro, de José Natividad Pineda; Fotografía Artística, de Luis Aristeguieta Grillet;  Colegio Talavera, dirigido por J. R. Camejo; Oficina de Abogado del doctor Luis Natera Ricci; Amargo de Ciudad Bolívar, de Guillermo Eugenio Monch; Aceite para alumbrado Luz Diamante, Cigarrillo Cacique, Aceite de hígado de bacalao y Pianos verticales de cola fabricados por H. Kohl en Hamburgo.
       El Bolivarense terminó sus días con el siglo, vale decir, con la muerte de su fundador, Jesús María Ortega, ocurrida el 20 de enero de 1899, tras cuarenta años de incansable labor tipográfica. Cinco años antes (1895), había sido fundado El Anunciador, periódico que lo sucedería. (AF)