Por las calles de esta ciudad
dejaron de ser transeúntes de la picaresca angostureña, Kalimán y el Jeque,
nadie sabe si fue que se murieron o se los llevaron los caravaneros, aunque el
actor de teatro Gustavo Basanta nos dijo antes de morir que a Kalimán lo vio en
una esquina de Caracas luciendo su muy peculiar vestimenta en la que destacaba su
informe corona de emperador que más bien parecía una tiara pontificia tachonada
de zunchos y desechos. Del Jeque, si de
verdad que nadie da razón, ni sus propios paisanos aunque hay quienes dicen que
fue la propia colonia árabe que lo sacó de circulación por el extraño
comportamiento del personaje que tendía a lastimar el orgullo de la gran
familia musulmana. Pero, ¿cuál el comportamiento extraño del Jeque? Simplemente
que usaba indumentaria un tanto maltrecha, pava margariteña que lo protegía del
recio sol angosturense, un repujado bolso de cuero, larga-vista blanco y una
pequeña silla de extensión en la cual se acomodaba para descansar y leer el
periódico.
Este Jeque trae a la memoria del colectivo la historia de un
negro inglés de nombre Óscar que se lo pasaba con un tubo a guisa de telescopio
sondeando el firmamento en busca del Cometa Halley aparecido en 1910.
El diario El Luchador que junto con el Bachiller Ernesto
Sifontes, seguía día a día la llegada del cometa, insertaba en sus páginas
todas las especulaciones de investigadores como Flanmarión y Ambrosio Paré que
presagiaban calamidades que llenaban de pánico a la población. Aquí en Ciudad Bolívar causó sus efectos y el
periódicos vespertino da cuenta de lo ocurrido al negro ingles: “Así lejano
como está el Halley, comienza hacer sus estragos en el cerebro y sistema
nervioso de los débiles. Tal acaba de
suceder con un negro inglés de nombre Óscar, a quien una obsesión por el cometa
lo ha dejado en completo estado de enajenación y con la monomanía de estar
fabricando con cartón tubos en forma de cilindro para buscar con ellos a guisa
de telescopio al errante viajero causante de su locura. Es preciso que la idea
que tenemos de estas atrocidades
pregonada por los escritores no
ocupen en nuestras mentes sitios de importancia porque así lo débiles serán los
que vengan siendo perjudicados por el visitante siderio, que quizás no nos traiga otra cosa que
momentos de distracción”.
Kalimán era otro alienado, no
por el cometa Helley que nos visita cada 76 años, sino por las historietas del
super héroe que durante un tiempo cautivaron a los lectores por sus aventuras
épicas, misteriosas y emocionantes, aunque inverosímiles.
Según las historietas
mexicanas que causaron estragos en la mente del
Kalimán guayanés, Kalimán era el séptimo hombre de la dinastía de la
diosa Kalí. Hombre justo que dedica su vida en cuerpo y alma a combatir las
fuerzas del mal siempre acompañado de un niño egipcio, descendiente de Faraones
llamado Solín.
Los orígenes de Kaliman son ambiguos, existe un mito
referente a que sería descendiente de una antigua civilización que habitaría
las profundidades de la Tierra
conocida como Agharta. Por otra parte, y por motivos aún
desconocidos, siendo apenas un recién nacido, fue encontrado flotando en una
cesta por un príncipe llamado Abul
Pasha, quien lo habría adoptado como su hijo y heredero del reino de Kalimantán, ubicado en un ficticio
punto de la India.
El problema del
Kalimán guayanés era que en vez de un turbante con un medallón frontal usado
por el verdadero Kailimán de las historietas mexicanas e incluso el de la
película “Kalimán, el hombre increíble”,
usaba una corona de emperador o de pontífice tachonada de cachivaches que ponía
de buen humor al más cascarrabia de la comarca.(AF)