Nadie
sabía si la apodaban “La Bejuca” por su contextura magra o La Vejuca” por su
edad avanzada. Lo cierto es que su
nombre de pila era Mercedes Llamoza por haber nacido el 24 de septiembre, Día
de Nuestra Señora de las Mercedes, en la cuarta mitad del siglo veinte. La
veíamos diariamente, mirando fijamente el muro como percibiendo una sensación
de seguridad, mientras la generalidad de
los parroquianos la disfrutaban con cierta picardía, tal vez por lo grosera y
versadora. Los escolares fijaban en ella su atención traviesa y le gritaban
“Bejuca” y ella sabía gratificarlos con denuestos y a veces con estos versos:
“Mercedes Llamoza / la pata cocosa / que anda preguntando / cómo está la cosa /
El 5 de julio / muy por la mañana / Don Julio Perfetti / libertó a Guayana”.
Mercedes vivía magra y encorvada, pegada a sus huesos y de una que otra dádiva,
arrinconada en esas frías y grises escalinatas de un viejo inmueble de
arquitectura antillana, entre Igualdad y Orinoco, íngrima, solitaria y
desolada, aguardando el puntillazos de los muchachos, al igual que “Pata é
palo”, el portero del Concejo Municipal, cuando alguien le recordaba su canilla
tiesa, siempre a la vista puesto que
usaba alpargatas y unos pantalones “brinca charcos”, es decir, con los ruedos a mitad de la espinilla. Pata
`e palo” cuando andaba curdo se ponía en ángulo recto hablando con el suelo,
bueno entonces para que la muchachada lo espoleara y el se transformara en un
arrechucho de cólera.
Era la década del cincuenta y la gente mal hablada decía qua “Pata e’
Palo” se metía en el archivo y le birlaba el trago a Silvita que de cierto le
gustaba. Era quizás su único defecto porque, por lo demás, era un hombre culto
y honesto. Acostumbrado a decir: “Yo le tengo miedo solo a dos cosas en la
vida: a la fuerzas desatadas de la naturaleza y a una gran escasez de
aguardientes”.
Para llegar a Silvita en el viejo
Archivo del Consejo, había que descender por una escalera hasta el sótano y por
ella pasaba muchas veces Manuel Alfredo Rodríguez cuando iba a indagar algún dato histórico entres los
viejos expedientes. No por bajar y subir tanto por esa escalera lo llamaban
“Escalera” sino porque era un joven tarajallo muy levantado al que sus
compañeros de generación nunca dejaron de
identificarlos así hasta el punto que estando Camilo Perfetti y él de farra le
vino a MAR el impulso de: “Vamos a bautizarnos al río” pues era agosto y el
Orinoco estaba en el apogeo de sus aguas. “Vamos”, Respondió Camilo y
cuando bajaban pasó el otro “Escalera”,
el de la Sabanita ,
con su manota gacha, y MAR que es una fotocélula para captar imágenes se quedo
mirando la picara expresión de Camilo: “¿Qué vas a decir?”. “Nada sino que aquí viene tu tocayo”. Y luego los
camaradas se empataban en una recordando a “La Millona ” y a “la Milú ”, sobre todo esta última cuando montaban su fiesta en la famosa “Casa de Tejas” del cerro “El
Zanjón” cuya expropiación con fines
culturales nunca perdonó Emilio Morales al ex Gobernador Pedro Battistini
Castro.
Por allí andaba siempre de cacería el “Comandante Montes” poniendo en
la mira de su fusil a unos cuantos según
las honorables lenguas de la época,
aunque no tan honorables como la de María Carmona de las que muchos
gazmoños persignándose decían: “Líbrame, Señor” . (AF)
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