El Luchador del 23 de noviembre de 1940 publica anuncio sobre un novedoso club de fluxes “Paris City”, invento del diplomado José Rosario Pérez (en la foto) para insuflarle movimiento a su sastrería de la calle Venezuela 21 conectada por el teléfono 515, frente a la competencia que era fuerte con los Ortiz y
José Rosario Pérez para ir a estudiar
pintura en Caracas en el talles de Alejandro Otero, no necesitó flux porque su
padre les dejó unos cuantos y además los pintores a veces son irreverentes y tienden
a romper con la moda y la rutina.
Quien sí no quería llegar a Caracas sin un flux bien
hecho a la medida fue Jesús Márquez, periodista conocido con el remoquete de
“Marquecito” y a quien los colegas de su generación le engancharon también el
irónico nombre de “Monicaco”, acaso por lo chiquito y santurrón, que no por
otra cosa podría ser. El no quería llegar a Caracas sino bien vestido, pero no
tenía con qué.
Entonces Marquecito ni soñaba con ser periodista. Vivía en la calle
Lezama y estudiaba bachillerato en el Liceo Peñalver pues en su natal tierra de
Barrancas (Monagas) no había llegado para ese tiempo la educación media.
Recibido de bachiller de la república,
Marquecito programó viaje a Caracas para seguir la carrera de abogado y se
mandó a confeccionar un flux de casimir inglés, pero sus padres que eran
humildes no pudieron reunir y girarle la plata para retirar el traje y
Marquecito, en la mejor ocasión, se fue a Caracas y el señor Ortiz nunca más
supo de él ni tampoco su madrina Teodorita Montes donde estaba hospedado.
Con el paso de los años Marquecito, además de abogado
se hizo excelente periodista, ya en La Esfera , La República ,
Diario de Oriente y finalmente dueño y señor del diario El Tiempo, de
Puerto La Cruz. Márquez ,
por supuesto, no se acordaba, o a lo mejor si. Pero quien no se olvidó nunca
fue el señor Julio Ortiz, sastre y violinista de primera línea. Murió sin ver jamás al joven cliente que le
echó el carro. Sus herederos, un día de febrero, cuando oían las anécdotas que
se contaban en la puerta de la sastrería los periodistas Gustavo Naranjo y Enrique Aristeguieta, lo recordaban y sacaban
el traje azul, amarillento por el polvo acumulado del tiempo, y lo mostraban
con placer nostálgico como quien muestra la esclavina del General Piar o del
Mariscal Ney.(AF)
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