Pepita Pérez, era dueña de una Posada para Agentes Viajeros, situada en la Calle Dalla Costa de Ciudad Bolívar, contigua al actual edificio del antiguo Banco Unión, hoy Banesco. Ella, además, leía las cartas así como el pasado y futuro viendo una Bola de Cristal que envuelta en un paño blanco moteado guardaba en el alto escaparate de su alcoba, donde sólo tenía acceso ella y su única hija.
En esa Posada solía hospedarse mi primo Jesús López Fernández
como Agente Viajero representante de casas mercantiles de Caracas, antes de ser
nombrado Gerente de la Sucursal de la Cervecería de Maiquetía, que producía la
Cerveza Victoria que en Ciudad Bolívar ocupaba el espacio dejado por la Cervecería
de Ciudad Bolívar de Don Andrés Pietrantoni.
La Cerveza Victoria y la Caribita se vendían en todo el arco Sur del Orinoco,
desde Caicara hasta Puerto Ayacucho, posteriormente desplazada del mercado bolivarense por la
Cerveza Caracas, la Zulia y la Heineken
que distribuían los Rassi.
Un día que fui a la Posada de Pepita Perez con la cual solía
conversar, me dijo que su mayor deseo era poseer un Cráneo de Cristal de cuarzo
para poder alcanzar a plenitud los poderes paranormales y sobrenaturales que tenían los remotos mayas de la Mesoamérica.
A ella, alguien que le echó el cuento de los poderosos cráneos
de cristales de cuarzo que ruedan por el mundo, la convenció de que uno de esos
cráneos de cuarzo podría estar en El Callao y le recomendó un minero que podía
hallarlo en uno de los túneles de la Mocupia o en el pozo Colombia de 200 metros
de profundidad donde -se comentó después- el pobre minero sólo pudo encontrar la muerte. (AF)
Muy interesante...como todo lo que escribe.
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