El angostureño Tomás de Heres primero fue realista y luego republicano al lado de San Martín, de Bolívar y Sucre. Finalmente protegido de Paez y de Soublette. Nació Heres el 18 de septiembre de 1795. Aprovechó al máximo los consejos de Bolívar y la Historia patria lo reconoce como prócer de la independencia suramericana, cuyo nombre ostenta desde el siglo diecinueve el municipio cabecera y capital del Estado Bolívar, por decisión que tomaron los bolivarenses después que un trabuco naranjero segó su vida.
El trabuco, primitivo artefacto de pólvora y fuego, fue disparado en noche aciaga desde la ventana de su casa y lo desangró hasta morir en los brazos de monseñor Talavera, con quien solía tertuliar en horas nocturnas.
Al médico Siegart, conocido por su famoso elixir Amargo de Angostura, no le alcanzó su afecto por el amigo, ni su capacidad científica de médico cirujano del ejército patriota para recuperar la vida de quien tuvo el privilegio de estar al lado de San Martín, Bolívar y Sucre durante la ardorosa Campaña del Sur.
El aniversario de su natalicio, que seguramente será relegado por quienes tienen el deber de celebrarlo, se hace oportuno para destacar la condición de diplomático y periodista de este militar y político de la emancipación.
Retenido en el Perú como ministro del despacho de Relaciones Exteriores por sugerencia de Bolívar, -lo necesitaba allí para coadyuvar en su plan de una gran federación que involucrase a Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú-, el Libertador le da algu¬nos consejos:
“En los asuntos diplomáticos (decía a Heres desde Ica), daré a Ud. una buena máxima: calma, calma, calma; retardo, retardo, retardo. Cumplimientos: palabras vagas: consultas: exámenes: retorsiones de argumentos y de demandas: referencias al nuevo Con¬greso: divagaciones sobre la naturaleza de la cuestión y de los docu¬mentos... y siempre mucha cachaza, y mucho laconismo para no dar prenda al contrario. Excúsese U. con que es militar: con que no conoces la naturaleza de los negocios de que lo han encargado (ver¬balmente); que U. es interino y que los negocios del Perú son muy delicados. Sobre todo, téngase U. siempre firme en los buenos princi¬pios y en la justicia universal... Tengamos una conducta recta y deje¬mos al tiempo hacer prodigios”.
Desde ese ministerio, Heres dirige El Observador, periódico sema¬nario del Gobierno al cual Bolívar, desde Copacabana (14 de agosto de 1825) le hace recomendaciones:
“(...) Los artículos deben ser cortos, picantes, agradables y fuertes. Cuando se habla del gobierno, con respeto; de legislación, con sabiduría y gravedad. Yo quiero que se proteja a ese periódico; pero no aparezca Ud. como principal, más bien que sea Larrea o un amigo, y que se organice con elegancia y propiedad. . Pídale U. dinero a Romero para proteger las letras”.
Ese mismo año de 1825 Heres fue ascendido a general de brigada por el Congreso de Colombia y al año siguiente volvió a encargarse del Ministerio de Guerra y Marina. Allí se sostuvo hasta 1827 que estalló una insurrección militar peruana contra la presencia militar colombiana en Perú. Esta insurrección con respaldo de sectores civi¬les, desconoció la autoridad del Libertador y nombro presidente del Perú, primero al general José de Santa Cruz (boliviano) y luego al general José de La Mar (guayaquileño).
El nuevo Gobierno del Perú presidido por La Mar pretendió recu¬perar el Alto Perú (Bolivia) y Guayaquil (Ecuador), aprovechando la crisis política gran colombiana y el forcejeo de Venezuela por la separación, pero tales pretensiones se vieron frustradas el 7 de febrero de 1829 con la Batalla de Tarqui (Ecuador) conducida triunfalmente por Sucre y en la cual participó activamente el general Tomás de Heres. Fue la última batalla en la cual participó activamente el seve¬ro angostureño, batalla de despedida para darle una lección de gue¬rra a sus perseguidores, en fin para dejar tranquilo al Sur, a cada país sureño con propio gobierno soberano, y retornar al seno de la familia en la lejana y amada Angostura del Orinoco (AF)
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