martes, 17 de mayo de 2016

Ingrato destino de una Obra de Soto


 La obra con la cual Jesús Soto obtuvo el Premio Nacional de Pintura 1960,  se declaró desaparecida el 25 de agosto de la Gobernación del Estado Bolívar.
        La obra fue adquirida por el profesor José Simón Escalona, director de Educación y Cultura para la época, a instancia del poeta Luís García Morales y del médico Oscar Montes. Costó 20 mil bolívares, dinero que sirvió de mucho a Soto que entonces atravesaba una situación económica crítica en París.
        El cuadro que se exhibía con orgullo en el despacho de la Dirección de Educación y Cultura del estado desde los tiempos de gobernador Diego Heredia Hernández, se dio por desaparecida y nadie sabe cuándo ni cómo.
        La directora de Educación, profesora Enedina Villarroel, informó que cuando recibió el despacho, la obra no aparecía ni siquiera en el inventario y  ordenó investigar el destino tanto de esa obra como de otras, incluyendo la de un pintor guayanés que ganó un premio en Milán.
        Sin embargo, un día cualquiera que Jesús Soto visitaba la Gobernación del estado, se le ocurrió ir al baño y cuál no sería su sorpresa al ver que su obra estaba allí tapando el tanque de un sanitario. Sin mucho aspaviento, Soto tomó la obra y se la llevó para restaurarla y desde entonces nada se sabe del paradero de la misma, seguramente se halla en Paris formando parte de la gran colección que nunca Francia le dejó sacar para continuar alimentado su Museo de Arte Moderno en Ciudad Bolívar.
        Igualmente ha ocurrido con esculturas, cerámicas primitivas, fósiles de animales prehistóricos y otros objetos de valor artístico como históricos, sin incluir los que intencionalmente han sido sustraídos por manos criminales del Museo de Arte en la Casa del Correo del Orinoco.
        Cuando se iniciaron los trabajos de reconstrucción y restauración de la Catedral de Ciudad Bolívar, desaparecieron los vitrales.  Antes por obra y arte de birlibirloque había desaparecido una antigua araña de cristal que según las malas lenguas atribuyeron al Gobernador Mario Briceño Iragorri para donarlas a la Iglesia de Santa Ana de su nativo Estado Táchira.  Esto no se ha podido comprobar, pero sí  la estatua pedestre de Miranda sacada  con la venia del Gobernador Luis Raúl Vásquez Zamora, de la Granja del Estado donde se hallaba guardada, para reubicarla en Palo Negro.
        Los Catalejos que el General Manuel Piar utilizaba en las batallas que libró a favor de la Independencia, incluyendo la del 11 de abril de 1817 en San Félix, fueron sustraídos de las pertenencias confiscadas al héroe de la Batalla de Chirica y al parecer se hallan en  Maracay, seguramente en manos de los herederos de Bartolomé Tavera Acosta, quién también se llevó de Guayana las Memoria del General Farreras.
        En la Casa de San Isidro por muchos años estuvo expuesta en uno de los muros de la entrada una campana del Siglo XVIII que perteneció a la antigua ciudad de Santo Tomás de Guayana.  ¿Qué se hizo esa campana, dónde se encuentra?  Igualmente ya no se ve  expuesta en la pared interna un rifle de la Batalla de Boyacá, donada a la ciudad por el Cónsul de Colombia. 
        Desapareció del jardín interno de la Biblioteca del Estado, el busto en bronce de Rómulo Gallegos realizado por el escultor falconeano Asdrúbal Meléndez, autor igualmente del busto de López Contreras que se halla en el Comando de la Guardia Nacional.
        Los fósiles casi intactos de un Gliptodonte hallado por buscadores de diamantes en las minas del Guaniamo, fueron comprados por un antropólogo norteamericano y sacados del país amparados por la indiferencia oficial  (AF)




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