Aquí lo vemos muy orondo paseando con su hijo por la calle del Yoraco, el establecimiento más animado de la ciudad fundado por José Cardozo Nilo al calor de la efervescencia adeca. En esos días de 1968, Carlos Arteaga se había hecho acreedor al Premio interno como el más eficiente agente y colaborador durante el año de Press Agencias S: A (PASA), empresa que desde Caracas distribuye periódicos y revistas para toda Venezuela y el exterior, entre ellos el diario “El Nacional”.
Cuando se lo
notificó en una carta que le enviaba José Miguel Otero, hermano del
pintor Alejandro Otero, entonces Presidente de Press Agencia, Carlito estaba
que reventaba de entusiasmo en el famoso Yoraco, a donde Jesús Soto con Juvenal
Herrera iba a tomar Don Perignon cada vez que llegaba de Paris.
Carlos Arteaga era un gordo apacible y bonachón que
calzaba una piel de 36 años, padre de cuatro hijos, casado diez años antes
cuando entro de lleno a trabajar con Press Agencia. Para entonces era
topógrafo, manejaba muy bien el teodolito en franca competencia con Pedro
Acuña que además era melómano del Jazz y la Bossa Nova. Abandonó la profesión porque José Cardozo Nilo, flamante agente del
turismo en Guayana, lo entusiasmó con buena perspectiva en este ramo de la
circulación de periódicos. Se inicio como simple adjunto del negocio. Y su principal producto era "El Nacional”
Esta es una
profesión tan honesta y lucrativa como cualquiera otra y en ellas muchas veces
he tenido que ser hasta pregonero, decía y recordaba que en 1960 la circulación
de EL Nacional en la región no llegaba a 700 ejemplares y en menos de un
decenio se había incrementado a de 5 mil ejemplares diarios.
A las ocho de la mañana, a más tardar, el periódico
estaba totalmente distribuido entre más de 46 puestos estratégicos de venta en
la ciudad, y unas 300 residencias y oficinas que mantenían suscripciones
permanentes.
Días desalentadores para Carlitos Arteaga resultaban
los feriados o los de la estación lluviosa, pues los periódicos llegaban tarde
y por ello casi seguro que la circulación bajaba.
Carlos Arteaga, además de la
distribución de la prensa atendía otros negocios como el tan
frecuentado Bar El Yoraco. Era evidente
su gran voluntad y capacidad de trabajo. Su esposa, doña Carmen, no se lo
reprochaba. Lo que más le inquietaba a ella era la simpatía que Carlito
manifestaba por Acción Democrática y a raíz de la última escisión quedó ubicado
en la corriente del Maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa. El difunto Jorge Martínez, fundador de AD,
cuando visitaba la barra del Yoraco, le preguntaba: ¿Con quién estás, Carlito?
Y el gordo le contestaba: “Yo soy
“pasista”, don Jorge” ¿Quieres decir
“pasista” por Paz Galárraga? No don Jorge… Yo soy pasista de PASA (Press
Agencias S. A).
José Cardozo Nilo, el dueño de El
Yorako, era un personaje dinámico, simpático y conversador. Era fijo casi siempre en los comités
organizadores de Ferias y Carnavales de la ciudad y los sabuesos de Gomecito,
de la Seguridad
Nacional , no lo perdía de vista pues conocía muy bien sus
nexos con el partido de la resistencia y especialmente porque en El Yorako al
igual que en el Café España solía, entre palo y palo, conspirar adecos y
activistas del Partido Comunista, confiados en que el paisano Luis Felipe
Llovera Páez era el Ministro de Relaciones Interiores de Pérez Jiménez y había
girado instrucciones a los agentes de la Seguranal para que dejaran tranquilos a los
políticos de Guayana, a menos que cometieron un pecado muy grave.
Mientras Cardozo Nilo estaba en esos
vaporones de la política subterránea, el apaga fuego del negocio era el Gordo
Carlito Arteaga, asimilado después por Sucre Figarella en la CVG para que se experimentara
en el ramo de la construcción. (AF)