viernes, 12 de julio de 2024

MORILLO DERROTADO EN MARGARITA

DERROTADO MORILLO EN MARGARITA Nueve horas de lucha encarnizada en el cerro de Matasiete - El ejército español cuadruplicaba al patriota. "El General Francisco Esteban Gómez declaró: "Mis soldados prefieren la muerte a la derrota ” Margarita no aumentará el número de pueblos infelices que sufren dominación extranjera Matasiete (Isla de Margarita) l" de agosto de 1817 (Corresponsal Especial) Tropas patriotas, al mando .del General Francisco Esteban Gómez, infligieron ayer una tremenda derrota al General Morillo, en la denominada “batalla de Matasiete”, nombre tomado del cerro qué ocupó el militar español para lanzar su ataque inicial. El Mayor General José Maneiro, alto oficial del ejército triunfador, calculó en unas 500 las bajas enemigas y en 96, las patriotas. Sus pri-meras declaraciones, cargadas de victoria, resumen su orgullo guerrero: “Trescientos hombres de infantería, protegidos por la caballería y la Garanta, han derrotado los tres mil que condujo Morillo para pulverizar Margarita. ¿Qué sería de él si nuestro jefe hubiera consentido que la masa general entrara en la lid?”. Esta derrota obliga al General Morillo a desistir de sus propósitos de reconquistar Margarita y, según se rumora insistentemente, lo llevará a retirarse al centro para establecer en Caracas su sitio de operaciones. El “Pacificador” comienza a ser pacificado. La batalla en horas A las siete de la mañana, la silueta de 2.600 hombres se dibujaba compacta en una aterradora fila sobre el cerro Matasiete. Ya a las tres de la tarde eran españoles que huían despavoridos, entre la complicidad del polvo y la confusión del miedo. Porque el miedo fue el enemigo principal de las gigantescas columnas de Morillo, enfrentadas esta vez a pocos pero aguerridos combatientes que, como les inculcara su General, preferían la muerte antes que la derrota, El General Francisco Esteban Gómez no descansó en este afán: poco antes de iniciarse la batalla, recorrió todos los puntos donde había situado sus tropas incitando a cada soldado al valor y al vencimiento: “Es una afrenta el numeroso ejercito del Pacificador no tuvo otra alternativa que la huida en desbanda frente a las fuerza patriotas, numéricamente inferiores ue Margarita jamás aumentará el número de ueblos infelices ¿fue sufren su despótica do- nnacion. ++++ La guerra en boletines Prolegómenos heroicos de la Batalla de Matasiete La Asunción (Isla de Margarita) 1ª de agosto de 1817. Especial.- Terminada a sangre y fuego la pacificación del Nuevo Reino por Morillo, éste volvió a Venezuela a comienzos del año de 1817. Sus miras estaban fijas en el Oriente; y al efecto se situó en Barcelona y de aquí se dio a incursionar sobre Margarita, con el firme designio de someter la isla que tanto le preocupaba, Invadió la isla, pero apenas dos boletines de guerra se pudieron emitir en los días anteriores. Boletín 2 Invadió la isla, pero apenas dos boletines de guerra se pudieron emitir en los días anterio¬res a la batalla de Matasiete, no obstante que entre los días 17, 22, 23 y 26 de julio se com¬batió rudamente. Morillo incluso logró triun¬fos sobre Joaquín Maneiro en Cruz del Pastel y sobre Luis Gómez en Porlamar. Pero luego vendría Matasiete. Boletín 252 (13 de julio de 1817) El boletín 252. emanado del Ejército Liber¬tador de Margarita, y fechado 13 de julio de 1817, marca las primeras escaramuzas tras la . llegada de Morillo a Margarita: "Por fin se ha vuelto a abrir la campaña en la isla de Margarita. * El General Morillo se presentó en el puerto de Guamche con 22 velas, el día 14 de este mes. Luego que los vigías dieron parte de esta novedad, el señor General Francisco Esteban Gómez ordenó al Mayor General del Ejército José Joaquín Maneiro, marchar a las costas del Sur a contener el enemigo. Ese intrépido jefe, con 400 hombres de infantería y 150 de caballería, sostuvo un vigoroso combate durante cuatro horas, de tal manera que obligó al enemigo a permanecer en las playas y cerro de La Vela, sin atreverse a registrar el campo de batalla, ni adelantar un paso en dos días... Una acción tan disputada, infundió en los españoles el terror y el sobresalto; y su jefe, que creyó repetir el suceso de la época pasada, envió un parlamentario el día 17, prometiéndole al pueblo de Margarita todos aquellos bienes que ningún español es capaz de dar al americano más apasionado suyo. Se contestó el mismo día; pero tal vez no hubo quien viniera a recibir la contestación. Nuestras tropas pelearon como tienen de costumbre. Los españoles temblaron mientras estuvo vacilante la victoria, y la multitud de muertos y heridos fue muy considerable, según informaron los pasados, pero en el campo se encontraron 17 soldados y un oficial; y los margariteños esperan multiplicar el número de unos y otros. “Inmóvil, el enemigo por espacio de dos días, trató el Mayor General de retirarse dos leguas al centro del Valle San Juan, para que en persecución de nuestro ejército, lográramos darle una acción en Sabana Grande donde pudiera operar la caballería. Pero el temor le hizo faldear, los cerros y nunca aproximarse al llano. A consecuencia de aquella retirada y de no haberse conseguido el intento, convocó el General en Jefe una junta de guerra y en ella se resolvió que se retirara el ejército todo a la línea del Caranay en el pueblo San Juan, con el objeto de que nuestra caballería no padeciese y de alejar al enemigo de sus buques... Situado el ejército de Margarita en Caranay, el del enemigo protegido por sus buques, marchó por la costa sur. En la Cruz del Pastel tuvo un encuentro con nuestra caballería y a la entrada de Porlamar con una división que, al mando del Comandante, Teniente Coronel Luis Gómez, guarnecía aquel punto. Este se sostuvo hasta que su comandante salió herido, que se retiró en orden a la ciudad. Apoderado el enemigo de los escombros de dicho pueblo, penetró al Valle del Espíritu Santo en donde hubo algunas escaramuzas y por último, fue evacuado. Concentradas nuestras fuerzas en los principales pueblos de la isla y en los puntos más defendidos v ventajosos, se expidieron por el General en jefe las órdenes más eficaces para su defensa, que se han continuado con el mayor entusiasmo”. La decisiva batalla de Matasiete se ha producido una semana más tarde. Morillo reconoce la bravura de los margariteños Pampatar (Especial, Urgente). Ayer, luego de la contundente derrota que sufrieron en la batalla de Matasiete frente al ejército patriota, el General Pablo Morillo nos declaró lo que vendría a ser Una justificación a su fracaso: “Los soldados margariteños son unos bárbaros defensores, llenos de rabia y de orgullo. Parecía cada uno de ellos un tigre y se presentaban al fuego y a las bayonetas con una animosidad de que no hay ejemplo en las mejores tropas del mundo...” Recuérdese que Morillo era un guerrero harto experimentado, integrante de la constelación de héroes hispanos que cortaron laureles en Trafalgar (1805), Bailón (1808), San Payo, Santiago, Te- mames, Medina del Campo y Alba de Tornes (1809), Millarada y Fuente Ovejuna (1810), Nevora y Santa Engracia (1811), Vitoria (1813), etc. De manera que su juicio sobre los neoespartanos de Margarita tienen una suprema significación. Las pacificadoras instrucciones de Femando VII a Pablo Morillo Fernando VII, al nombrar jefe de la expedición pacificadora a Morillo, le dio instrucciones sobre el modo de comportarse. Estas instrucciones fueron redactadas por el Ministro de Indias, Miguel de Lardizábal y Uribe. En primer lugar, se ordenaba a Morillo someter la Isla de Margarita: '‘‘La importancia de esta Isla por la proximidad de Cumaná y porque estando a poca distancia de Barlovento, es la guarida de los, corsarios y el asilo de los insurgentes arrojados del continente”.. Respecto al trato que debe dársele a los margariteños, el Rey era preciso: “Se emplearán para su sosiego y buen orden todos los medios de dulzura”. Debía publicarse un indulto general, tropas y jefes que hubieran hecho la guerra en Venezuela serían sacados del país; no convenía restablecer de momento la Real Audiencia y Universidades y Colegios permanecerían como estaban. Respeto a las autoridades eclesiásticas. Protección y auxilio al comercio y a los hacendados. Pero “como el éxito de la expedición y tranquilidad de aquella Capitanía Ceneral está sujeta a las contingencias de la distancia a que aquella ha de operar de la ca¬pital. concede S.M. amplias facultades al Ce¬neral en Jefe para alterar en todo o en parte estas instrucciones, pues S.M. conoce los talentos v buen deseo del Mariscal de Campo Pablo Morillo hacia su real servicio, lo que le asegura que su conducta se arreglará a lo más conveniente...” La odisea del Pacificador Crónica sobre los hechos de la Expedición de Venezuela Por Mariano Briceño, Secretario de Redacción A Margarita arribó Morillo con su ejército el 7 de abril de 1815, puesto que ese día la escuadra española se situaba frente a Pampatar para comenzar la lucha por la posesión de la isla, que se hallaba ocupada y defendida valientemente por los republicanos que gobernaban Arismendi y Bermúdez. Después de varias escaramuzas entre realistas y patriotas, los margariteños se rindieron, y Morillo tomó posesión de la isla el 10 del citado abril. El 11 se trasladó a 1.a Asunción, donde estableció formalmente el gobierno y puso en ejecución la amnistía ofrecida en nombre del Rey de España para los que volvieran a su vasallaje. Arismendi se sometió, más que todo como un ardid para aprovechar la situación y dar tiempo a organizar un golpe contra la dominación española. Esto quizás »o de un comienzo el General Morillo advirtió su conmilitón Francisco Tomás Morales, en cuya presencia prometió obediencia Arismendi. Morillo y su expedición a Venezuela Militar distinguido en la guerra contra Francia, General de División del ejército de Fernando VIII, el Mariscal de Campo, Pablo Morillo de los militares que compuso la Junta de Generales que estudió el envío de una expedición a América para someterla por la fuerza. La expedición salió de Cádiz el 16 de febrero de 1815, formada por una nave capitana de 64 cañones —llamada San Pedro—, dos fragata de 34 cañones —Diana e Ifigenia - ,una corbeta, con 22 y un bergantín con 13. Dentro, seis regimientos de infantería, dos de caballería, un regimiento mixto de artillería y un batallón de ingenieros. Total: 10.642 nombres de tropa. “La expedición más completa que ha surcado nuestros mares. I odo viene en abundancia. Los trenes son soberbios”, decla¬ró un oficial del ejército español apellidado Sevilla. Morillo designó Gobernador de Margarita al Teniente Coronel don Antoñio Herraiz, a quien pasó un pliego, de instrucciones para su desempeño, y siguió a Cumaná, en donde haría lo mismo antes de emprender su marcha hacia Caracas. En Cumaná dejó como Jefe Político y Militar al Coronel don juán Ciní. El 11 de mayo, llegó. Morillo a Caracas, cuya Gobernación y Capitanía General estaban ejercidas por don Juan Manuel de Cajigal. Pero el “Pacificador de Tierra Firme”, lo sacó del gobierno, asumió sus funciones y tomó las disposiciones pertinentes. Sin duda, la que más recuerdan los caraqueños, es aquella según la cual debían pagar 200 mil pesos para contribuir con el ejército español. Asimismo, suspendió a los juristas de la Real Audiencia y estableció —en lugar del Supremo Tribunal— uno que llamó de “Apelaciones", creó la Junta de Secuestros y formó un Consejo de Guerra para juzgar a los reos de infidencia. El tribunal de Secuestro estuvo presidido por el brigadier Salvador de Moxó. de dura recordación para los caraqueños. Su propósito: apoderarse de los bienes de los independientes, operaciones que produjeron al gobierno realis¬ta unos cuantos millones de pesos y sobre todo, engordaron el patrimonio personal de Moxó, un hombre —según acusación anónima que circuló por la provincia— “cuya avaricia no conocía freno, ni su salacidad decoro. Jamás se había visto en América, después de la conquista, manos más autorizadas ni más rapaces e inmorales”. El 1" de junio de 1815, se despidió Morillo de Caracas, con una proclama empalagosa: “Yo me ausento con la dulce satisfacción de no haber tenido que emplear la vara de la justicia contra ninguno de vosotros; y por el contrario, he .visto con placer la prontitud con que habéis corrido a remediar lás necesidades del ejército con el empréstito que acabáis de facilitar... He removido por lo pronto todos los obstáculos que podíais encontrar en la rápida marcha de vuestro bienestar. Espero que a mi vuelta, completaré esta obra en beneficio de la agricultura y el comercio...” La batalla en horas A las siete de la mañana la silueta de 2.600 hombres se dibujaba compacta en una aterradora fila sobre el cerro Matasiete. Ya a las tres de la tarde eran españoles que huían despavoridos, entre la complicidad del polvo y la confusión del miedo. Porque el miedo fue el enemigo principal de las gigantescas columnas de Morillo, enfrentadas esta vez a pocos pero aguerridos combatientes que, como les inculcara su General, preferían la muerte antes que la derrota. El General Francisco Esteban Gómez no "descansó en este afán: poco antes de iniciarse la batalla, recorrió todos los puntos donde había situado sus tropas, incitando a cada soldado al valor y al vencimiento: “Es una afrenta preferir la vida al honor", les repitió una y otra vez. Y así fue. El Mayor General José Maneiro, en compañía de Eugenio Ruiz, Secretario de Guerra, nos narró los, pormenores de la batalla, húmeda aún su camisa de sudor de guerra: “Sin que el enemigo observase nuestras operaciones, mandé emboscar las tres compañías de cazadores de los batallones General Bolívar, General Marino y General Arismendi. Ordené que la caballería se colocase de San Francisco a la Casa Fuerte, que está al pie de Caranta y que todas las alturas se reforzaran...” Cuando el enemigo observó el movimiento, comenzó a bajar del cerro, dejando en la cima solamente al cuerpo de reserva del General Morillo. A las ocho y media comenzó a descender también este cuerpo, quedando arriba únicamente que el General con su Plana Mayor y como cien hombres cercanos”. A las nueve de la mañana, comenzó el fuego, tan vivo en ambas partes, que la isla parecía estar ardiendo en sus contornos. “En medio de la lucha —se permite una anécdota el General Maneiro— tanto yo ’ como el General Gómez, íbamos por la línea de fuego, animando a los soldados, recordándoles los combates pasados en que Margarita ha dado prueba de valor. Y en una de esas, nos mataron los caballos, casi al unísono. Pues, bien, continuamos a pie, arengando a la tropa...” A las dos y media de la tarde, hubo una primera retirada del enemigo. A las tres y cuarto, las tropas que todavía ocupaban el cerro Matasiete, bajaron a incorporarse a la guerra, movimiento que les hizo perder mucha gente. “Desde ese momento, comenzó la retirada total y aunque estábamos en disposición de seguirles, la oscuridad de la noche nos lo impidió. Huyeron a Pampatar”. Eugenio Ruiz, Secretario de Guerra, remató: -Esta acción, una de las más gloriosas de Venezuela, ha hecho conocer a los españoles los infelices que sufren su despótica dominación. Rumbo hacia la derrota En su viaje al Nuevo Reino de Granada, Morillo pasó por los valles de Aragua, Valencia y Puerto Cabello. Desde allí, se embarcó a Cartagena el 12 de junio de ese mismo año (1815) y ya el 23 llegó a Santa Marta. Inicia el bloqueo de Cartagena en agosto y tras recio batallar, toma la plaza el 6 de diciembre. No obstante, desde noviembre, los patriotas habían reiniciado la rebelión. Una proclama —que denominaron Intimación—-, con fecha 27 de noviembre, es dirigida a los jefes españoles: “El pueblo de Margarita, y a su nombre Juan Bautista Arismendi, intima al señor Gobernador del Castillo de Santa Rosa y a los jefes de la Batería de Pampatar, que se las entreguen en el término de cuatro horas, de la misma forma que lo hicieron sus vecinos a la llegada del General Morillo, a quien se sometieron por error y suma confianza, seguros de que se les guardarán y mantendrán todos aquellos derechos, privilegios e inmunidades que el derecho de las gentes y de la guerra concede y permite a los que se hallan en este caso, añadiendo que los pactos que se celebren con este objeto serán sagrados e inviolables”. Lo firmaba en las Alturas de la Ciudad de la Asunción, Juan Bautista Arismendi. El General Arismendi había restablecido el gobierno independiente en la isla, peleando duramente en Juan Griego, Santa Ana y La Asunción. Ya el 15 de diciembre, se la conoce como “puerta de la Libertad” y cinco meses más tarde (3 de mayo de 1816) Bolívar penetra por esa ancha Puerta, sin mayores problemas.

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