En Guayana y en
el resto del país podrán faltar el pesebre, el arbolito de Navidad, las luces
de bengala y los tradicionales regalos, pero jamás la siempre bendita y
consabida hallaca.
Este exquisito condumio, el que mejor posiblemente simboliza la
mezcla de nuestra cultura hispana y aborigen, es el plato por excelencia
durante estos días de diciembre. En oriente, occidente, el llano, la montaña y
la selva, la hallaca está siempre presente, especialmente a la hora de la cena
de Navidad y Año Nuevo.
Aunque con gustos, aromas, sabores e ingredientes variados según
la región en particular, la hallaca es infaltable en el ritual hogareño de los
días decembrinos. Envuelta en requemadas y oscuras hojas de plátano, amarrada
con pabilo, guaral o majagua; cuadrada o rectangular; en su punto de sazón
tradicional, picante, dulce o ligera de sal; con rodajas de papas o de tomates;
ciruelas pasas o garbanzos, siempre será hallaca aquí o en el restaurant de la
Torre Efiel a donde un día se la fue a comer con todo su elenco artístico el
show- man Renny Ottolina en una de esas
cabalgatas televisivas con las cuales penetraba los hogares Venezolanos.
La hallaca es un plato autóctono venezolano, muy nuestro y al
que la cultura del conquistador agregó otros ingredientes como las especies,
pasas, aceitunas, alcaparras y el vino que civilizaron su valor alimenticio, la
refinaron e hicieron digna de una ocasión tan universal como la Natividad y el
Año Nuevo.
Y así como los ingleses en su noche de pascuas tienen su
“Plumpudding”, los finlandeses su pastel de arroz con una sola almendra, los
polacos su cerdo asado, los norteamericanos su pavo y los españoles su pierna
de jamón, nosotros tenemos nuestra hallaca o hayaca como la escribe la Real
Academia de la Lengua.(AF)
Excelente la fotografía de Doña Carmen Dugarte en su casa/restaurante de la calle Pichincha 👍
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