Burro Negro era un cañón
grande montado sobre un par de ruedas estrelladas del cual todo el pueblo bolivarense
estaba pendiente en diciembre de cada año.
El que tal vez fue en un tiempo arma de muchas batallas, había quedado
en tiempos de paz como pregón para anunciar con su estampido la llegada de un
nuevo año.
Los soldados del Batallón Rivas acuartelados en el Capitolio como
antes se llamaba la hermosa Casa de la Plaza Miranda que estuvo luego ocupada
por la Prefectura y Comandancia de Policía, cuidaban y custodiaban a Burro
Negro y cada noche del 31 de diciembre lo rodaban hasta El Zamuro, lo atascaban
con pólvora y arcilla y a la media noche retumbaba Burro Negro con toda la
fuerza y poderío de su carga haciendo más sonora y emotiva la llegada del Año.
Después llegó el tiempo en que Burro Negro no pudo más y en la
medianoche de un 31 de diciembre se desintegró en su propia y última onda de
salitre, carbón, barro y azufre, sepultando así unos cuantos años de
tradición. Presintió tal vez e
advenimiento de otra forma más moderna – la Radio – de anunciar la transición
del año viejo al año nuevo.
El por qué se escogió un arma de guerra para anunciar la venida
del Año Nuevo cuando más profundo y sincero es el anhelo de paz y amor, no lo
sabemos. Acaso venía como reminiscencia
de las salvas para los grandes acontecimientos que se producían en Angostura
cuando era sede de los Poderes Supremos de la República.(AF)
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