jueves, 21 de junio de 2018

EL ANUNCIADOR PRIMER DIARIO BOLIVARENSE DEL SIGLO XX


Este  primer diario bolivarense del siglo XX comenzó a salir como trisemanario el primero de junio de 1895 en un taller tipográfico instalado por el general Agustín Suegart en 1893 con el nombre de “La Empresa”. Circuló hasta 1905 cuando el Presidente de la República Cipriano Castro lo liquidó de un plomazo.
         El Anunciador nació como órgano de intereses generales, pero a  su propietario se le ocurrió en tiempos de la llamada Era de la Restauración  cruzar al mar tormentoso de la política ligando sin conseguirlo, llegar a la orilla con las naves intactas.
         No era negocio sostener un diario en la transición de un siglo marcado por las vicisitudes de la política y el caudillismo de rasgos patológicos. Además el Comercio y la educación eran muy pobres. Más que negocio, era empresa romántica sostener un diario como “El Anunciador” en una ciudad de escasos lectores y de limitados anunciantes. No obstante, el anuncio fue su apoyo y por ello apareció siempre con el siguiente lema: “El anuncio, auxiliar del trabajo, es poderoso protector de los negocios”.
          El 21 de diciembre de 1901 el editor se vio en la necesidad de sacar un aviso permanente para protegerse de quienes creían que ese periódico debía publicar todo de gratis. “El Anunciador – aclaraba- pertenece a su Director que es a la vez dueño de la tipografía. La empresa y toda publicación que no sea de carácter oficial, se hará en la sección correspondiente y previo pago de su importe. Hace esta aclaratoria debido a que hay personas que creen que esta Tipografía es propiedad del Gobierno y que por consiguiente estamos obligados a publicar de gratis, todo cuanto se remita”.
         La primera y última de las cuatros páginas de “El Anunciador” estaban destinadas a anuncios comerciales y las internas a informaciones locales, y de afuera extraídas de otros periódicos de Venezuela y del Extranjero  con los cuales había canje. También se insertaban cartas, decretos, alocuciones oficiales, artículos de opinión, crónicas ligeras, poemas, telegramas, chascarrillos, cuentos de humor y curiosidades.
La editorial “La Empresa” estaba en un espacioso inmueble número 46 de la calle Venezuela y el teléfono 113, de manigueta, permitía una comunicación muy local. La Compañía telefónica era privada. Pertenecía a Eugenio Berletta y sus oficinas estaban en la calle Libertad en la casa que fue Liceo Sucre y en 1966 Corresponsalía de El Nacional.
         La Suscripción telefónica costaba 16 bolívares y la empresa mantenía un aviso permanente en la primera plana de “El Anunciador” al igual que la Emulsión de Scott y las líneas de Vapores Hamburgo - América con su nómina de agentes en El Havre, París, Bordeaux, London, Manchester, Binmingham, Plymouth, Southamton, Ansterdam, Port Of  Spain, Caracas y la Guaira, puertos éstos  con los cuales el comercio de Ciudad Bolívar  tenía fluidas relaciones.
         Otros avisos casi permanentes en El Anunciador eran  los de la fábrica de cigarrillos “La  Intimidad”, el de J. N. Pineda ofreciendo “Los cuatro Evangelios” con sus oraciones, el de la Compañía Minera Colombia que explotaba las minas auríferas de El  Callao, “El Amargo de Ciudad Bolívar”, gran específico para fortalecer los órganos de la digestión que ofrecía el comerciante Guillermo Eugenio Monch y uno de Henr Von Buren informado que había trasladado su taller de Platería al lado de la Botica Alemana. (AF)



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