Las comparsas y las parrandas eran una tradición de Año Nuevo en ciudad Bolívar. El primero de enero recorrían las calles de la ciudad y promotor de ellas era Luis Tovar. Mediavilla y el Negro Alejandro Vargas con su inseparable guitarra.
Hoy cuando muchas de estas costumbres y
tradiciones han variado o desaparecido, nos encontramos ante la proximidad de
un nuevo año y estamos como quien dice dispuestos y preparados para cumplir de
alguna manera con el ritual de la celebración.
No necesitamos disfraces para llorar el año viejo que se va como es
costumbre en las comparsas del Oriente.
Estaremos, caras frescas y bien
despiertas, durante las doce campanadas, saboreando las uvas del tiempo que nadan
en el líquido transparente u oscuro que parece darnos más vida de la que ordinariamente
manifestamos. Estaremos, en fin,
solidarios como el Sumo Papa proclamando paz y felicidad para todo el mundo. Estaremos con nuevo Sol despuntando siempre
por el Oriente y cabalgando sobre el lomo de la Tierra en otro periplo
traslaticio, bajo su luz que nos alumbra para que la eternidad sea cada vez más
clara a los ojos de la ciencia. (AF)
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