Frente al cerro Tucucimba, en la orilla norte del río
Orinoco, sobre el borde de Anzoátegui, vive un pueblo silencioso y humilde que
trabaja la pesca, que cultiva le tierra y se asoma a los pozos petroleros. Tal
es Mapire, cuyo nombre probablemente lo deba al hecho geográfico de estar
situado en uno de los bolsos pronunciados del Orinoco.
Mapire, junto con Soledad, forma los dos puertos fluviales
principales de Anzoátegui. Es uno de los municipios de ese estado con una altura
de 50 metros
sobre el nivel del mar, un montículo donde la temperatura en tiempo de estío
irrita la piel y donde en tiempo de invierno la precipitación pluvial registra
un promedio de 1.300 mm .
En los años sesenta, específicamente en junio de 1967,
líderes de ese pueblo se trasladaron a ciudad Bolívar para trascender a través
de los corresponsales de prensa, pues entonces la comunicación a través del
Orinoco era más fluida y directa con Ciudad Bolívar que con la capital del
Estado Anzoátegui, al cual pertenece.
Era la víspera de su patrono San Pedro Apóstol y querían
los habitantes aprovechar las festividades para un reencuentro del pueblo con
todos los mapireños diseminados por el resto de Venezuela.
En Mapire para entonces no había mucha gente, apenas unas
1.500 almas (hoy tiene diez mil) que le daban vida y calor al lugar gracias a
los grandes aluviones que el Orinoco va dejando en sus periódicos descensos y
que favorecen la producción de algodón y cultivo rudimentario del frijol, la
patilla, la caraota y la yuca. Era el algodón el principal producto agrícola
de este pueblo. La ganadería era ínfima
como su población. De las cuatrocientas mil cabezas de ganado que tenía todo
Anzoátegui, Mapire contribuía con una cuota de 5.000 vacunos.
Mapire conservaba su condición de capital del Municipio
Monagas a pesar de los reclamos de San Diego de Cabrutica, cuyos habitantes
alegaban ser mayoría y económicamente
más importantes. El Municipio San Diego de Cabrutica tenía más de 5 mil
habitantes y una población ganadera de 33 mil cabezas.
Mapire, como todos los pueblos, ha buscado en el
almanaque un día para hacerse sentir, tal es el 29 de junio, día consagrado por
el santoral a San Pedro Apóstol. Ese día fue de jolgorio y vino el Obispo de
Barcelona y otras autoridades superiores. Vinieron muchos de sus hijos, los
mapireños que un día cualquiera abandonaron el terruño y se fueron por diversos
caminos en busca de nuevos rumbos. El 29 también fue día del reencuentro. La
mayor caravana partió desde Caracas.
El Presidente del Comité de Fiesta de este pueblito del
Orinoco era Luis Vicente Pinto y lo
formaban además Humberto Campos, Ramón Silva, Domingo Zacarías, Eduardo Velasco
López, Alfonso Pumar. Omar Núñez y Gladys Pumar.
Realmente este es un pueblo humilde, pero de una gran
fuerza espiritual que se traduce en arbitrar fórmulas para el bienestar
común. Para ello contaban con sus guías el Párroco de la Iglesia , el Médico, el Prefecto
y el Presidente Municipal, además de los maestros. La comunidad entonces
estaba empeñada en una Escuela de Comercio, una Escuela Granja y una
Biblioteca. La iniciativa era del Padre Carlos Vallejos, un español de
Zaragoza, que tenía adelantado bastante este proyecto.
De la salud y otros servicios del pueblo cuidaban el
doctor Pastor Martín Pérez, exilado cubano desde hacía seis años y las tres
mujeres más viejas, del lugar: Alba Castillo, enfermera; Magdalena Guzmán
Rivas, Jefe de Correos y Helena Pumar, costurera del pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario