Por
supuesto, que pescar con Barbasco es para quien la practica lo más fácil,
productivo e impresionante, menos para la propia ictiofauna de nuestras fuentes fluviales y lacustre ni
para las generaciones futuras porque al final la pérdida es doble: extinción de
una planta útil aunque tóxica y extinción de un recurso también útil al hombre,
a la economía y al propio ecosistema.
La práctica de capturar peces con plantas anestésicas es
primitiva. La ejecutaban los indígenas
desde que conocieron por accidente las propiedades de este arbusto silvestre de
nuestro medio, llamada barbasco. Pero el
indígena, a quien el criollo tilda tildaba de
“irracional”, paradójicamente era muy racional en el empleo del barbasco
en vez de la flecha para la pesca; en cambio, desde que el hombre criollo
aprendió del indígena esta forma de capturar cardume, quedó automáticamente
atrapado por la incontrolable voracidad de su propia ignorancia.
Comparativamente con el venezolano, el
brasilero ha sido inteligente en cuanto al barbasco se refiere. Lo investigó
científicamente y los resultados no se quedaron en los anaqueles de la
displicencia y el olvido, sino que fueron aprovechados tangiblemente en la
industria y artesanía. Descubrió que la rotenona, principio activo de
las raíces de este arbusto, es un potente insecticida. De suerte, que el barbasco en el Brasil no
sólo se aprovecha en estado silvestre, sino que se cultiva en función de la
industria nacional y también para la exportación.
Son varias las especies de barbasco
existentes en Brasil, pero la máxima atención recae sobre la variedad “macaquinho” o “monito” que llega a
producir hasta el 15 por ciento de rotenona cuando las raíces alcanzan su
máximo desarrollo y están bien hechas.
También se conoce esta especie con los nombres de “barbasco legítimo”
o “barbasco blanco”. La otra es el “barbasco
urucú” o “barbasco grande” que alcanzan hasta el 10 por cieno del
principio activo.
En Guayana, ya poco queda de este arbusto utilizado para
inficionar el agua y entumecer los peces.
En el Caura, por ejemplo, se utiliza para pescar, el barbasco llamado “añilito”
mezclado con cazabe. En los potreros de
los Llanos se conoce con el nombre de “raíz de la virgen”. Hay una variedad que crece en suelo arenoso
bajo las sombras de los árboles, que por ser domésticamente muy utilizada para
calmar el dolor de muela, se reconoce como “raíz de muela”. Cuando es empleada para embarbascar las
aguas, en vez de las raíces, se utilizan hojas y tallos desmenuzados que tiene
sus efectos pero atenuados. También son
conocidos el “barbasco caicareño” y el “barbasco amarillo”, pero
la variedad más potente de todas parece ser el “barbasco blanco”, bejuco
leñoso que se eleva hasta las ramas de
árboles gigantes.
Cuando desde una curiara el pescador
lanza el barbasco desmenuzado o triturado al agua de arroyos o embalses, los
peces pequeños saltan desesperados y terminan muriendo en la orilla, mientras
los grandes, todavía ebrios o anestesiados, son rematados a toletazos y aunque
el veneno los ataca paralizando el centro respiratorio o ejerciendo una
influencia perturbadora en el sistema nervioso, la carne no queda afectada para
el consumo, incluso, hay quienes afirman por los lados de La Carioca , que es hasta más
sabrosa; pero, evidentemente, que es una desgracia y de allí que “embarbascar”
o pescar con barbasco, esté terminantemente condenado y prohibido como
condenado y prohibido está igualmente pescar con dinamita.
Hubo un tiempo en que pescar con dinamita
era común, pero mucho más riesgoso.
Pescadores hubo que resultado mutilados o seriamente lesionados por
pescar lanzando al cardumen encendidos tacos de dinamita.(AF)
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