AQUÉL TIEMPO DE LA ROCKOLA
Ramón Córdova Ascanio, en su antigua Galería Bicentenaria, y so pretexto de una vaca muerta para los artistas del boulevard, realizó una tertulia sobrela Rockola , ese artefacto que ya pertenece al siglo
pasado y que, por supuesto, resulta anticuado en comparación con los aparatos
de la moderna cibernética.
Ramón Córdova Ascanio, en su antigua Galería Bicentenaria, y so pretexto de una vaca muerta para los artistas del boulevard, realizó una tertulia sobre
Ese artefacto parecido a un robot, pero que no es más que el
bendito fonógrafo de Edison llevado a una dimensión descomunal para hacerlo
automáticamente operable, de largo tablero numerando los discos de moda, como
fueron los de Julio Jaramillo, Leo Marín, Lucho Gatica, Toña la Negra , Pedro Vargas y hasta
del mismísimo Luis Sarmiento, nacido y crecido en estos patios del merey y la
coroba y quien tuvo el privilegio de bautizar su primer disco, un 45, en el
Trocadero de Edelmiro Lizardi, donde parecía imperecedero el sonido de la
rockola.
Allí en ese Trocadero
que antes estuvo por las inmediaciones de la Bomba Taguapire y que después se
reubicó por cuestión de moralidad pública en los alrededores de La Campiña,
zona rural donde Alberto Minet fomentó una granja que terminó bajo las aguas
desbordadas del río San Rafael, tan tímido en tiempo de sequía como
revoltoso durante la estación de lluvia.
Bueno, decía, que en ese Trocadero del que se saben y
cuentan infinitas historias como la del pintor José Martínez Barrios que tomaba
champaña en la zapatilla azul de una Cándida Erendira. En ese Trocadero había una rockola con las
más variadas canciones de amor y despecho que tragaba más monedas que una
moderna máquina de juego. Al fin, la rockola
también es como una máquina lúdica donde bajo la compulsión etílica y a la luz de una letra o melodía se pone a prueba
como en un juego, la sensibilidad para vencer o terminar en el foso de un amor
incomprendido.
Edelmiro
administraba y soñaba con la rockola porque también en medio de aquel lupanar
él era una abeja con su corazón herido y un buen día, desengañado, cerró el Trocadero y se metió a rockolero.
Se fue a comerciar con las rockolas.
Las hacía reparar con el técnico James Hernández, luego las alquilaba,
vendía, y hasta suscribió un contrato de distribución con la Wurlitzer a pesar de
Pedro Montes que también era del ramo y tenía su establecimiento frente al Café
España. El comercio de las rockolas era
bueno y los aparatos sonaban no sólo en
El Vesubio, el Tibiritabara, la Estrella Roja , el
Caballo Negro, La Cibele , Le Tucan, La Glaciere , la Luzetti y el Club Buena
Vista La Piscina, sino en un bar tan marginal como el Boby Capó del Barrio
Negro Primero, donde los despechados solían llorar los desaires intempestivos
de sus amadas, escuchando la voz de Lope Balaguer cantando que falta tu me
haces, que falta tan inmensa, o aquella que dice yo quiero que tu vuelvas no
pongo condición o el amor es uno, uno y nada más, lo demás humo, humo que se
va.
El periodista Enrique Aristeguieta prefería una rockola del
barrio Las Moreas que no aceptaba sino monedas de plata, claro, él no las tenía
pero sí la señora dueña del negocio que las
facilitaba con ese propósito a cambio de esas otras que rodaban por allí
muy devaluadas. Allí quise una vez
llevar a Eliécer Calzadilla, amante de las rockolas además de excelente
conversador, pero no pasamos del Tropical Room del barrio La Sabanita hasta que
llegó la Guardia Nacional y bajó toda la botillería porque, cosa rara en un
lugar tan grato, carecía de licencia.
Lo cierto es que Ramón Córdova, quien más de una vez mató su
despecho por Granada al pie de una
rockola, frecuentemente en la del Yorako de Cardozo Nilo y Carlito Arteaga,
quiso antes de mudarse para la calle La
Pica homenajear a la Rokola , para lo cual pidió prestada una de los
años 50 al profesor Juan Camacho. Así muchos circunstantes pudieron
enternecerse con “Yo se que es en vano, querer en la vida,
amor es mentira, traición es dolor, por eso yo digo, con honda amargura, más
nunca en la vida, yo vuelvo a querer”. (AF)
No hay comentarios:
Publicar un comentario